martes, 21 de julio de 2020

Del falso dilema al verdadero debate (Parte II)

En nuestra entrega anterior la conclusión fue que “votar o no” es un falso dilema, pues -indistintamente de lo que decida el mundo opositor- el resultado político sería el mismo, o sea el cuadro está planteado para favorecer al régimen a todo evento. El verdadero debate no es entonces participar o abstenerse sino como cambiar ese cuadro, asumiendo que el problema no es sólo electoral sino el desmontaje de ese andamiaje de poder que clausura la vía electoral y empuja al país a un oscuro abismo. 

Sin embargo, no basta con el análisis coyuntural sino hay que abordar el asunto desde la perspectiva estratégica y para eso debemos precisar cuál es el objetivo real de esta farsa electoral.  Algunos analistas y voceros políticos sostienen que el gobierno ha hecho todo tipo de tropelías para promover la abstención y ganar las elecciones fácilmente. ¡Falso! Al gobierno no le importa si se vota o no, el verdadero objetivo es imponer el sistema electoral cubano, donde siempre hay elecciones pero nadie elige pues solo participan los candidatos y partidos que permite el gobierno, por eso se robaron los partidos de oposición. Lo esencial es que esa estrategia conduce a liquidar al voto como herramienta de la democracia.

Por otra parte, el gobierno cree que la verdadera oposición, esa que tiene respaldo popular y reconocimiento internacional, puede ser sustituida en este proceso por una oposición complaciente y dispuesta a la cohabitación incondicional. Para eso necesita darle representación parlamentaria a esa falsa oposición y eso solo es posible mediante unas elecciones truculentas, pues hablamos de sujetos sin liderazgo, con partidos de maletín y un gran descrédito, por tanto incapaces de ganar unas elecciones ni en su casa.

En fin, cambiar el sistema político para liquidar al voto y desplazar a la verdadera oposición, es una fechoría que no puede contar con la participación de la Venezuela decente. Al contrario, tal cosa solo avalaría un proceso cuyo resultado no será reconocido por los venezolanos, ni por la comunidad internacional. Sería darle legitimidad a una farsa electoral que no resuelve los problemas fundamentales de la población y más bien profundiza la crisis, conduciendo al país a un abismo. Una oposición responsable y comprometida con los intereses del país, no puede ser parte de esa coreografía sino debe rebelarse ante la injusticia y acompañar el sufrimiento que padecen las grandes mayorías.

La oposición democrática debe entonces asumir la dispersión y superar las diferencias para recomponer la unidad en torno a un plan que ponga la lupa en la dramática realidad que todos vivimos.  No importa que ese gobierno desprestigiado sin respaldo popular, ni reconocimiento internacional se dedique a montar su templete electoral, eso marca el contraste con una oposición solidaria que aborda la crisis social y se dedica a unificar, organizar y movilizar al país en torno a los problemas reales de los venezolanos.   La auténtica oposición democrática tiene una descomunal fuerza moral que debe capitalizar en favor del cambio. Tiene además apoyo popular -somos mayoría- y posee un amplio respaldo internacional.  Todo ello constituye el fundamento para un enorme movimiento social que incluya no solo a los partidos sino a la iglesia, gremios,  sindicatos, estudiantes, amas de casa y todos los sectores de la vida nacional, unidos contra la dictadura, enarbolando las banderas de la lucha social, demostrando nuestra solidaridad con el sufrido pueblo venezolano y exigiendo elecciones libres para propiciar un cambio pacífico y democrático.  No ver esta oportunidad y enfrascarse en un estéril debate electoral sería un grave error, ni hablar de participar en la comparsa que están montando.

La prioridad de la oposición debe ser lo social y a ello debe abocarse, a fondo pero sin abandonar la lucha por elecciones libres y aumentando la presión política para arrancarle al gobierno las condiciones mínimas (no ideales) que hagan posible una salida democrática a la crisis. Esta lucha no es posible darla participando en unos comicios que carecen de ellas y donde el resultado político será siempre favorable al régimen. ¡Venezuela no se rinde!

Twitter: @RichCasanova

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