sábado, 8 de marzo de 2014

SIGNOS DE DEBILIDAD

Nicolás Maduro no se atrevió a viajar a La Habana, el avispero de golpistas que tiene en su propio entorno y las conspiraciones palaciegas, son de temer. Por eso prefirió “invitar” a Raúl Castro a Venezuela aunque su presencia fuera percibida como una insolencia o una provocación. Otra lectura sugiere que más bien fue un signo de debilidad. Cualquier otro hubiese evitado al decrépito dictador justo en medio de una encendida protesta y cuando la oposición exige recuperar la soberanía nacional y expulsar a los cubanos de las altas esferas del poder, incluida nuestra FAN. Sin embargo, el cuadro de Maduro es de tal precariedad que optó por reafirmar su deleznable dependencia de los cubanos. En efecto, hasta en el chavismo de base existe la convicción de que Castro vino a dar instrucciones y en las cúpulas podridas del gobierno y del PSUV tienen la absoluta certeza de ello. Aun así, Maduro asumió el riesgo pues -con sobradas razones- no confía de Diosdado Cabello pero tampoco en Vielma Mora o Arías Cárdenas, menos en el magnate petrolero Rafael Ramírez, ni en muchos de los jefes militares que con sorna le sonríen. Ni siquiera puede confiar en el Vicepresidente, ni en la familia del “comandante eterno” que sabe bien lo que ha hecho Nicolás con su legado. En fin, no le queda otra que aferrarse a los cubanos, por ahora. Sabe que un golpe no lo daría la oposición, ni la CIA, ni la oligarquía criolla. Sin duda, debe cuidarse más de la “derecha endógena” que del malévolo imperio gringo. Recordando lo que afirmaba Herrera Campins sobre los militares, podemos decir que los cubanos le serán leales “hasta que dejen de serlo”. Esa lealtad es frágil, esta pegada con petróleo. Por eso, Nicolás Maduro necesitaba reafirmar a Castro como el jefe de ese cartel de delincuentes y proxenetas que han armado en nombre del “Socialismo del Siglo XXI”, algo que –según dijera el propio Fidel Castro en VTV- no es otra cosa que comunismo. Como le hubiese gustado que vinieran figuras como Michelle Bachelet o Dilma Rousseff, pero tuvo que conformarse con el pervertido Daniel Ortega y el cocalero Evo Morales, miembros distinguidos del cartel. Para mandatarios serios era difícil venir a la conmemoración de la muerte de Hugo Chávez, justo después de los carnavales que celebró el gobierno a pesar de los 18 jóvenes venezolanos –la mayoría estudiantes- que habían caído víctimas de la represión. Estos “carnavales” puso en evidencia la doble moral del régimen. Tanta hipocresía es repugnante. La vida humana merece respeto, así sea uno o sean muchos los muertos, no importa si se trata de un presidente o un estudiante, ni si era opositor u oficialista. Está claro que el gobierno nos irrespeta a todos y no quiere la paz. Al contrario, es el primer interesado en la violencia y ese es otro signo de debilidad. Paradójicamente, una protesta pacífica pero enérgica, contundente y popular, con un profundo contenido social, es la única manera de derrotar al autoritarismo actual y al golpismo en ciernes. Esa protesta se ejerce en la calle, no hay otro escenario. PUBLICADO 07/03/14

PARADOJAS DEL GOBIERNO Y LA OPOSICION

A veces sentimos al país sin brújula. Las contradicciones del gobierno y la oposición son la clara evidencia de que el país navega entre brumas, en un mar de incertidumbre. No hablemos de este gobierno de golpistas que tiene 15 años acusando de sediciosa a la oposición, ni de este régimen corrupto y cínico que acusa de corrupción a los que no manejan el poder, ni de los “patriotas bolivarianos” que han permitido esta obscena invasión cubana, han entregado las riquezas de la Nación y controlan todos los poderes pero responsabilizan a otros de la honda crisis social y económica del país. Hablemos del gobierno inmensamente débil que habla con tono bravucón y en medio de una convulsionada situación nacional propone una Conferencia de Paz sin la oposición, solo con la asistencia de algunos amigos cómodos del régimen y otros invitados incómodos, cuya presencia es comprensible. Insólita la contradicción de un gobierno que habla de paz e insulta a sus adversarios, descalifica la legitima protesta y ejerce una brutal represión. Instala ese show de paz pero sin liberar a Simonovis, a Leopoldo López y demás presos políticos, además al día siguiente lanza orden de captura contra Carlos Vecchio y anuncia acciones contra varios alcaldes opositores. Este cuadro es suficientemente contradictorio como para agregar el serrucho de Diosdado, las posturas de Vielma Mora, el silencio de Arias Cárdenas, el juego de Rafael Ramírez, los grupos militares que merodean, las operaciones cubanas y otras acciones que atienden a sus propios intereses. Por su parte, en la oposición tenemos a la MUD asediada por el gobierno y por grupos facciosos de oposición que le hacen el juego en esa campaña insidiosa contra la Unidad, que descalifican a líderes opositores y cultivan la antipolítica igual que Chávez o Carmona Estanga. Existe una oposición que cuestiona la intromisión cubana en la política nacional y otra que aplaude a un brujo brasilero que le dice que hacer y califica de "falsa oposición" a valiosos dirigentes venezolanos. Existe una oposición seria y responsable que no cree en las guarimbas, marchas “sin retorno” u otras zoquetadas, mientras otra está ilusionada con esa vía sin destino. Existe una oposición convencida de que una lucha íntimamente ligada a los problemas reales de la población nos permitirá consolidar la mayoría y hacer de la protesta un poderoso movimiento popular que se exprese desde Catia hasta Chacao y se sienta por igual en Las Charas o Lechería; movimiento que derive en una salida democrática y no al revés: no es planteando primero “La Salida” y luego conectando esa iniciativa con los sectores populares, usualmente mas preocupados por la inseguridad, escasez, inflación y otros muchos problemas. No habrá tal conexión mientras el discurso conduzca al debate político y leguleyo que le interesa al gobierno sobre el 350, la enmienda, el referéndum o la renuncia. Mas que una salida, la calle es el escenario para plantear una alternativa de cambio con contenido social e inclusión, popular, sin agendas ocultas, ni mezquindades, que surja con la fuerza de la unidad. Claro, mas fácil es hacer una guarimba en Chacao o Lechería, mas fácil que trabajar es jugar Bingo. PUBLICADO 28/02/14.

LOS RADICALES

La solidaridad con Leopoldo López no puede estar en duda y es justo reconocer su determinación y vocación democrática. El dilema hoy no es entre los que están con Capriles o con Leopoldo, el problema del país es mucho más grave o más bien, el problema es que nos estamos quedando sin país. Descalificar a Leopoldo puede ser tan estúpido como agredir a Capriles, lo que hoy necesitamos es que Capriles, Leopoldo y muchos otros puedan transitar juntos un camino y consolidar una alternativa de cambio. Hay que asumir la pluralidad democrática y el respeto por la diversidad de opiniones como un elemento esencial de nuestra cultura política. ¿Cómo criticar la intolerancia del régimen cubano-militar, si en el campo opositor tenemos un radicalismo de tono similar? Ya no sólo el gobierno lo acusará de oligarca, traidor a la patria y fascista por pensar distinto, ahora hay una oposición radical –minoritaria, por fortuna-dispuesta a insultarle por las mismas razones, capaz de insinuar su valentía si actúa como ellos sugieren o su cobardía si no lo hace con la insensatez deseada. No solo el oficialismo nos pretende dividir entre patriotas y traidores, revolucionarios y oligarcas… Ahora en el campo democrático surgen sectores radicales que también nos quieren dividir entre opositores duros y colaboracionistas o conciliadores; entre héroes patriotas e indiferentes; entre ciudadanos comprometidos y politiqueros, donde la peor parte la llevan quienes tienen reservas sobre una ruta que puede terminar en una salida “del” gobierno o en una salida "para" el gobierno, dependiendo del azar o de algo que no sabemos. O peor, en un cambio que afiance al militarismo. Pero ahora resulta que la duda ofende y aspirar a un franco debate para definir una ruta unitaria es inaceptable para los que creen tener la razón. La verdad es que no sabremos quien está del "lado correcto de la historia" hasta que ella se escriba. En fin, descalificar a la MUD o a cualquier dirigente opositor le hace claramente el juego al gobierno, cuyo objetivo primordial es fracturar el espíritu unitario de las fuerzas democráticas. El gobierno utiliza el discurso de los extremistas para lograr sus objetivos: Utiliza a los radicales del gobierno para amedrentar a la sociedad y a los radicales opositores para estimular la violencia, dividirnos y responsabilizar a la propia oposición de la situación. Rápidamente olvidamos que un militar como Hugo Chávez llegó al poder montado en la ola de la anti-política y del desprecio al liderazgo partidista, la misma ola que encumbró a Carmona Estanga y que nos condujo a innumerables errores en el pasado reciente. Es tiempo de entender la política como ejercicio de ciudadanía y superar el falso dilema entre políticos y sociedad civil. Es hora de alejarnos de los extremos, distanciarnos de la violencia, construir consensos, consolidar la unidad y extender la protesta con profundo contenido social. Solo un esfuerzo en esa línea hará posible el cambio. PUBLICADO 21/02/14.

SOBRE LA PROTESTA Y LA VIOLENCIA

Sobran razones para protestar contra este gobierno inepto, corrupto y autoritario. La situación es tensa porque la élite cubano-militar que ejerce el poder sabe que Maduro no tiene el liderazgo para sostener al régimen, que el gobierno se ha agotado y nada tiene que ofrecer, por eso necesitan apelar a la represión para encapsular la protesta, evitar que se extienda y pueda gestarse un robusto movimiento. Es así como Nicolás termina con las manos ensangrentadas. Además de la larga lista de presos políticos, ahora tiene en su haber la muerte de estudiantes que ejercían su derecho a la protesta. Sabemos que este gobierno ha promovido una cultura de odio y la división de la familia venezolana, se ufana de ser una "revolución armada" y se apoya en unas supuestas “milicias populares”, protege a grupos delincuenciales llamados "colectivos", tiene un inocultable rasgo militarista y un largo historial como violadores de DDHH. Sin embargo, conocemos ya el libreto: Intentarán mostrar que es la oposición golpista y la derecha quien recurre a la violencia. Seguramente insistirán en culpar a la CIA, al Imperio y repetirán las mismas zoquetadas de estos 15 años. Utilizarán la violencia para ocultar su fracaso, justificar más represión y propiciar condiciones para un autogolpe, suspender las garantías o encontrar una salida a este laberinto en que se encuentran. Las fuerzas democráticas deben mantener la protesta en la calle pero conscientes que la violencia es el juego del gobierno, son ellos los beneficiarios de la anarquía. Es ruta es una salida para el gobierno y difícilmente conduzca a la salida del gobierno. Más bien, preocupa que los extremistas abran una puerta a los que están atrapados en sus fracasos y contradicciones. Por esa vía quizás estemos facilitando el ascenso de algún Diosdado al poder y el remedio sea peor que la enfermedad. Nunca olvidemos que son ellos los golpistas. Lo otro, tan importante es decidir colectivamente la ruta como transitarla en unidad, tampoco olvidemos que fracturar a las fuerzas democráticas es un objetivo primordial del gobierno. Por otra parte, si la protesta tiene como motivación el 350 o "Maduro vete ya", se estará distanciando de los problemas reales y será más difícil popularizar un movimiento para el cambio. ¿Quién defiende a la clase media y a los pobres, azotados por el hampa, la escasez y la inflación? Al gobierno le interesa esa lucha abstracta y vacía, antes que una oposición que aborde la crisis hospitalaria o el caos de los servicios, que defienda el salario de los trabajadores y acompañe sus angustias. Estando claros que con este gobierno es imposible superar la crisis que agobia al país, una lucha con profundo contenido social y una sólida organización de base en los sectores populares son esenciales para consolidar una vigorosa fuerza de cambio. La ilusa consigna de la "marcha sin retorno" resume las carencias de una lucha sin motivación social y hoy eso es -más que una ingenuidad- una estupidez. PUBLICADO 14/02/14

SOLIDARIDAD CON CAPRILES

Vivimos en un país sin gobierno, anarquizado, azotado por el hampa, la escasez y la inflación, donde la autoridad la ejercen los motorizados en las calles, los pranes en las cárceles y los cubanos en Miraflores. El descontento crece y el país se siente como un naufragó en este mar de contradicciones, “somos una gran potencia” o “tenemos patria” pero ni siquiera hay papel tualé. Una cosa es obvia, ésta caricatura de gobierno es incapaz de superar la crisis y en la oposición hay visiones contrapuestas. En un extremo están los que cabalgan sobre la esperanza de una salida rápida, buscan capitalizar el descontento popular y diferenciarse colocando al resto de la oposición como carente de coraje para enfrentar al régimen. ¡Nada más falso! Sin embargo, ávida de una respuesta ante la tragedia que vive el país, hay gente que compra la idea aunque no tenga claros objetivos y lesione la unidad cómo valor esencial de la causa democrática. A estos actores políticos el gobierno los deja correr…. En el otro extremo, algunos magnifican el "diálogo" como una solución al drama del país, cuando en realidad es una tramoya del gobierno para ocultar su fracaso, ganar tiempo, reducir el severo impacto de la crisis y terminar responsabilizando a "todos" del caos que ellos han generado. La farsa del diálogo ha servido para anestesiar a la oposición y sembrar desaliento. A los promotores del diálogo el gobierno los estimula y a veces, hasta los financia. Distante de ambos extremos, están los que asumimos el diálogo como demócratas pero pensamos que el gobierno no tiene voluntad real, ni autoridad moral para ello. Un diálogo con esta burocracia truculenta debe ser condicionado. La reconciliación no es con ésta cúpula podrida sino que es un proceso reconstrucción del tejido social, basado en la recuperación de la tolerancia y el respeto en las bases de la sociedad. Al propio tiempo, hay que evitar la depresión colectiva que promueve el régimen: es urgente dar respuesta a la crisis y canalizar el descontento, organizar a la población para defender sus derechos y protestar enérgicamente, sin violencia, con objetivos viables y claramente definidos. En este campo ubico a Henrique Capriles, cuya prudencia es expresión del liderazgo responsable que exige el momento. Sin duda, él sigue siendo el dolor de cabeza del régimen, por eso es blanco de sus agresiones y tratan de invisibilizar su presencia y silenciar su voz. Su desafío hoy es romper ese cerco mediático e impulsar una política unitaria pero Capriles ha necesitado tanto coraje para enfrentar las tropelías oficialistas como para mantenerse distante de una oposición insensata –afortunadamente minoritaria- y un radicalismo sin brújula que cree estar de moda. Nuestra solidaridad con Henrique Capriles. Es hora de reconocer su tenacidad, sus esfuerzos por preservar la unidad democrática y su sentido de responsabilidad: una cosa es canalizar el descontento para consolidar una mayoría para el cambio y otra es capitalizarlo en función de visiones e intereses particulares, por legítimos o bien intencionados que sean. PUBLICADO 07/02/14