sábado, 28 de marzo de 2015

COINCIDENCIA CON EL PODER

Cuando encuentro a alguno de mis viejos compañeros de la izquierda venezolana que ahora están en el gobierno, usualmente trato de indagar que queda en ellos de aquellos años de lucha por los derechos humanos y la justicia social, por qué apoyan ahora a este régimen indolente con vocación delictiva, qué pasó con aquella feroz lucha contra la corrupción y como terminaron en esta comparsa inmoral de hoy. Con nostalgia les recuerdo aquella noble izquierda, auténtica, emprendedora, irreverente ante el poder, solidaria con los más pobres y siempre soñadora, en un intento por develar su novel militancia en este militarismo ramplón, inepto e inmensamente corrupto. Algunos de estos personajes han sido arrastrados por la ambición y el pragmatismo, el tiempo ha molido su idealismo. Otros están atrapados en las contradicciones, los prejuicios e incluso, los resentimientos que han cultivado por años. En fin, la naturaleza humana es inexpugnable y algunas cosas jamás tendrán explicación ¿Acaso alguien puede explicar porque Martin Heidegger -uno de los pensadores más brillantes del siglo XX- apoyaba a Hitler? Casualmente, esta semana me encuentro con un alto funcionario del gobierno y un diputado oficialista. Cansado de conversaciones como las antes referidas, me limite a un amable saludo y compartí una expresión genérica que usamos para salir del paso: ¿Cómo están las cosas? La respuesta no mostró la prepotencia habitual de los jerarcas de la revolución: “muy mal, las cosas están muy mal, a nosotros nos salva es Obama ahora como jefe de campaña del gobierno y la falta de cohesión de la oposición, sino estuviéramos j….”. Al hablar de la falta de cohesión, agregan comentarios que evidencian la intención de utilizar a algunos “opositores” para promover la división y fracturar la unidad democrática, es tan obvio. En cambio, al explicar cómo Obama los estaba salvando, mostraron cuan desconectados están de la realidad del país. En un insólito caso de invidencia política y con estricto apego a la estrategia cubana, estos compatriotas aseguraban que “todo el país está pendiente” del decreto de Obama y “nadie está preocupado” por las colas o la inseguridad. Hay una realidad mediática y otra social, es cierto: el imperio mediático gubernamental invisibiliza los problemas reales de los venezolanos pero no por ello dejan de existir. Por eso, honestamente les advertí que quizás sea exactamente al contrario: “solo ustedes están pendientes de Obama y tienen ese llantén por todos lados”, el país está al borde del colapso y la angustia de la gente es la tragedia cotidiana que enfrenta, no es la invasión yanqui sino su propio futuro, nadie cree el cuento de la “guerra económica”. Según la última encuesta de Alfredo Keller, el 82% considera grave la crisis económica y el 65% piensa que Maduro es incapaz de enfrentarla. ¿Cómo es posible entonces que alguien crea que “todo el país” está pendiente del decreto de Obama? Al final, antes de que la conversación se tornara tensa, terminé diciendo que en algo podía coincidir con ellos, ciertamente “el país está muy mal” y justo por eso, el cambio es indetenible… De eso no se salvan, ni que pongan a Obama de jefe de campaña!

COMO ARISTOBULO EN BARCELONA - 20/03/15.

Un principio táctico de "El Arte de la Guerra" dice: "cuando un enemigo alejado nos provoca a una batalla, quiere que nuestros hombres avancen". El milenario libro de Sun Tzu aun hoy es lectura obligada en las Ciencias Políticas y en todas las academias militares del mundo; de manera que -siendo su contenido ampliamente conocido- la diferencia entre la victoria y la derrota estará entonces en la comprensión del contexto estratégico. Así las cosas, no le arriendo ganancias a Nicolás Maduro, si está buscando que los gringos avancen para ocultar el desastre nacional. No habrá invasiones y el desembarco de los marines quedará como una cursilería más de un régimen fantasioso que no solo ha perdido popularidad sino también el sentido del ridículo. Tampoco es cierto que USA con su decreto sancionando a los funcionarios corruptos que tienen bienes y cuentas en el imperio, le esté lanzando un salvavidas al moribundo régimen cubano-militar. Aquellos que dicen que Obama es prácticamente el jefe de campaña de Maduro, igualmente subestiman al imperio sin ver que el hamponato gubernamental avanza por una ruta sin retorno que lo aleja del sentimiento popular, de las necesidades y expectativas de la población, justamente en la antesala de una contienda electoral. En efecto, cuando uno pregunta en los barrios y caseríos sobre la amenaza de los gringos, la conspiración del imperio o la inminente invasión yanqui, la respuesta muestra indignación ante un gobierno irresponsable que no se ocupa de sus problemas y está distante de la dura realidad que hoy golpea el estómago de los venezolanos. La victoria de las fuerzas democráticas está garantizada, si el gobierno sigue convocando a marchas antiimperialistas mientras la escasez y la inflación hacen estragos. La oscuridad dentro del túnel explica la caída brutal en la popularidad de la dupla Maduro-Diosdado y su calamitoso gobierno, cuya patética expresión es la insistencia en cadena nacional de las mismas pendejadas contra los gringos, mientras la inseguridad y la crisis hospitalaria enlutan a la nación. La mejor demostración del fracaso e ineptitud oficialista fue el "ejercicio militar defensivo nacional": una payasada que solo sirvió para mostrar unos misiles amarrados con mecate, tanques hundidos y demás debilidades del otrora ejército forjador de libertades, además de una lamentable baja y varios heridos, sin que los gringos disparen un tiro. ¡Todo esto mientras las madres no consiguen leche para sus hijos! Es inmoral que en medio de esta honda crisis social, publiquen en el New York Times un comunicado contra el imperio, cuyo costo es tres veces superior al monto destinado por el Ejecutivo Nacional para las personas discapacitadas. El gobierno -más perdido que Aristóbulo en Barcelona- atrapado en sus contradicciones, víctima de su propia incompetencia y corrupción, hoy enfrenta una crisis de liderazgo y legitimidad, sin comprender la angustia de un pueblo que no encuentra respuesta a sus demandas. Ante esta realidad, nuestro compromiso con el cambio pasa por consolidar la unidad, darle prioridad a la agenda social y ganar las elecciones parlamentarias. La ruta está clara…

viernes, 13 de marzo de 2015

PRIMARIAS O CONSENSOS

En estos días hemos visto una polémica sobre la escogencia de los candidatos de las fuerzas democráticas para las próximas elecciones parlamentarias. Unos consideran insólito que no tengamos elecciones primarias en todos los circuitos del país y así demostrar nuestra vocación democrática. Al contrario, otros consideramos una muestra de insensatez que no tengamos más consensos y que en medio de tantas penurias que sufre la población, el liderazgo democrático sea incapaz de ponerse de acuerdo. La crisis es descomunal, vivimos una tragedia cotidiana y mientras tanto, algunos pelean por su puesto en la plancha y otros insultan con encono a la MUD por acordar consenso en algunos circuitos. Semejante falta de madurez política resulta imperdonable. Los dirigentes que descalifican el consenso, casi siempre es gente incapaz de ganar unas elecciones primarias que esconde tras ese llantén una desmedida ambición personal: la protesta desaparecería si el consenso fuera en torno a él. A veces esta alharaca tiene el propósito de manipular a la opinión pública y dividir a las fuerzas democráticas, son francotiradores al servicio del gobierno intentando dinamitar a la unidad. Hablemos con honestidad: las primarias no son la única vía democrática, ni garantizan amplitud, más bien pueden ser excluyentes pues si se convocaran en todo el país, la representación parlamentaria quedaría en manos de los dos o tres partidos que tienen mayor capacidad de movilización. Solo el consenso permite incorporar a pequeños partidos, movimientos regionales y sectores independientes, cuya presencia brinda pluralidad a la propuesta. Por cierto, en la MUD coexisten todos los partidos comprometidos con el cambio y arribar a un consenso es un complejo proceso que exige conciliar diversas visiones e intereses, es un ejercicio democrático de alta factura. Así las cosas, el consenso es también una muestra de amplitud de las mayorías en beneficio de grupos minoritarios que serían arrasados en elecciones de base. Tampoco las primarias son garantía de eficacia política. En el pasado reciente, candidatos escogidos en primarias perdieron las elecciones y otros seleccionados por consenso resultaron ganadores. O sea, el resultado no depende necesariamente del método de escogencia del abanderado sino que existen múltiples factores condicionantes. La unidad tampoco depende de ello sino de la real voluntad política y madurez de los protagonistas. Un buen ejemplo son las recientes elecciones en el Colegio de Ingenieros de Venezuela, el gobierno por fin autorizó al CNE a convocarlas cuando tenía “la certeza” de ganar, pero la Unidad Gremial -es decir, la MUD- obtuvo una resonante victoria presentando una propuesta electoral construida por consenso. De haber invertido esfuerzos en una confrontación interna y desgastarnos en unas primarias, el oficialismo habría logrado sus objetivos. Finalmente, en medio de las dificultades económicas del país, no se justifica que la oposición destine millones de Bolívares en unos comicios, pudiendo resolver la controversia ejerciendo un liderazgo responsable, con madurez política y espíritu unitario. Tales recursos harán falta para enfrentar a ese inescrupuloso y real adversario que es el gobierno. En fin, no perdamos el foco en esa absurda y mezquina diatriba, lo verdaderamente relevante es la unidad para impulsar el cambio.

sábado, 7 de marzo de 2015

¿QUIEN GANA?

Cada vez que vemos a un opositor agrediendo a la MUD, a algún líder o partido de la oposición, tenemos que preguntarnos ¿Por qué le hacen el trabajo al gobierno? ¿No es suficiente con los insultos, las amenazas y el perenne hostigamiento que desata el régimen contra quienes asumen el rol de enfrentarlo y de hacer política en Venezuela? Para responder la primera pregunta, identificamos a los agresores en tres grupos según sus motivaciones. El primero son los Francotiradores: mercenarios con antifaz opositor al servicio del régimen. Ocultan sus miserias tras un discurso oposicionista, hablan de reconciliación y manipulan el tema de la polarización, son traidores a la patria financiados por el gobierno para dividir a las fuerzas democráticas, sembrar desaliento y frustración. El segundo grupo, los Irresponsables: opositores que actúan según sus propios intereses y no en función del interés colectivo. Atacan al gobierno pero otros liderazgos o grupos en el campo democrático son un obstáculo para sus ambiciones personales, piensan que hay que salir del gobierno pero mas les preocupa destruir a quienes le compiten. No les importa la unidad, usualmente son ególatras y esconden sus debilidades detrás de una retórica patriotera. Tanto los primeros como los segundos se apoyan con frecuencia en el anonimato, abrigan resentimiento y no poca cobardía. El tercer grupo son los Ignorantes, no en sentido peyorativo. Nos referimos a gente que ignora las complejidades de la política real y de la unidad, desconocen las inmensas dificultades, riesgos y sacrificios. Ni siquiera imaginan lo que es conciliar tantas visiones y construir consensos. Sueñan con una lluvia de piedras que ponga fin al gobierno, honestamente creen que basta con “llamar a la calle” y sin medir las trágicas consecuencias, afirman que falta coraje para hacerlo. Es gente buena, con un genuino interés por el país y angustiada por la desventura que vivimos, pero terminan atacando a la oposición al ser víctimas de la campaña del gobierno y del G2 cubano para desmovilizar a la sociedad democrática o empujarla al radicalismo, según la conveniencia. Inconscientemente, difunden mensajes de los Francotiradores e Irresponsables, cuyo contenido pretende dividirnos, desalentar al país, promover el conformismo y la abstención, anular la ruta electoral para superar la crisis, sembrar la idea de que es imposible derrotar al gobierno y en definitiva, quebrar el espíritu de lucha. Así las cosas, tome conciencia de los objetivos del gobierno y no permita que le roben la esperanza. Sospeche de todo aquel que promueva salidas violentas pues esa es la vía preferida de esta “revolución armada”. Desconfíe de quien dice estar contra el régimen pero descalifica al liderazgo opositor, no aporta a la unidad e insulta con saña a nuestra propia gente. No difunda todo lo que le llegue, verifique la fuente y pregúntese siempre: ¿Qué hay detrás de esos comentarios que nos dividen? ¿Provienen de un Francotirador, de un Irresponsable o de un Ignorante? Si alguien está contra el gobierno ¿Para qué destinar energías denigrando de la MUD o de algún dirigente opositor? ¿Quién gana con eso?