domingo, 28 de noviembre de 2021

Un balance electoral: resultado, causas y perspectivas / Parte II

Publicado 26/11/21

En nuestra entrega anterior, intentamos analizar el resultado de las elecciones regionales y municipales del 21N.  Al final dejamos una pregunta al aire ¿De toda esta situación hay algo que rescatar como positivo o algo útil para el futuro inmediato?  Si y mucho, sin duda.  Procuremos entonces puntualizar algunos de estos aspectos positivos y qué debería hacer la oposición democrática de cara al futuro.

1) Se confirma la existencia de una fuerza democrática plantada firme contra el autoritarismo.  A pesar de la estrategia divisionista del gobierno y de los errores u omisiones del G4, la oposición logra la votación suficiente para disputarle los espacios al régimen, quien debe recurrir a artilugios y trampas para mantenerse en el poder. 

2) Gracias a la decisión de participar, no solo tenemos 4 gobernadores electos y otros en disputa, sino también a unos 117 alcaldes electos con los votos de la oposición, de esos al menos son 80 de la MUD y otros factores democráticos aliados. Si antes teníamos 26 alcaldes, este resultado es un avance sustancial.

3) Alguien dirá que algunos alcaldes electos son alacranes, tienen sospechosas fuentes de financiamiento o un dudoso compromiso con el cambio. Quizás, veremos su desempeño, pero lo que no está en duda es que fueron electos con votos que provienen del mundo opositor.  Es decir, gente de oposición molesta con su liderazgo formal, hastiada o confundida.  Algo está claro: la estrategia divisionista del régimen tiene sentido si los alacranes y candidatos paralelos le quitan votos a la oposición.  Si se los quitarán al chavismo, no los financiarían, ni sería “negocio” para ellos dividir. 

4) A partir del punto anterior, debemos concluir: la sumatoria de votos de la oposición es muy superior a la votación oficialista, imponente pese a la abstención. ¡Ahí están los números!  Se confirma que la oposición es una sólida mayoría que no tuvo los canales adecuados para expresarse electoralmente.  Por ejemplo, si se hubieran hecho primarias se habría unificado el voto opositor desde las bases y la estrategia divisionista hubiese sido infructuosa o poco eficiente, al menos.  Conclusión obvia, en el futuro será imprescindible hacer primarias para seleccionar a los candidatos opositores.

5) Además de gobernadores y alcaldes, ahora tenemos diputados regionales opositores y concejales en todos los municipios del país.  Se trata de un liderazgo de carne y hueso que da la cara, corre riesgos y enfrenta al chavismo en el plano real, mientras otros hacen política por Twitter y WhatsApp, o se esconden detrás de la abstención.   Ahora tenemos un contingente dispuesto a alzar la voz en defensa de la ciudadanía en cada rincón del país y será un muro de contención a las pretensiones hegemónicas del gobierno, por ejemplo: veremos ahora si podrán imponer la llamada "ciudad comunal".

6) Los resultados también muestran las contradicciones de un sector radical de oposición que solo crítica y cuya principal propuesta es abstenerse eternamente, no hacer nada.  Para justificar su desvarío, ahora argumentan que los espacios conquistados no sirven para nada, o sea ¿mejor que todas las gobernaciones y alcaldías estén en manos del chavismo? ¿ideal es que la oposición no tenga ni un concejal siquiera? Una lógica tan absurda reduce a esos sectores que poco aportan y solo paralizan, lo cual es positivo.

7) Así las cosas, pese a no obtenerse el mejor resultado, recuperamos la ruta electoral y se dan los primeros pasos para revitalizar y fortalecer el músculo democrático, advirtiendo que este fue solo un round, la lucha sigue y ya vendrá la pelea por el campeonato.

8) Registrados los avances, hay que decir que el resultado adverso obliga a reconfigurar la plataforma democrática. El G4 jugó su papel y no tenemos por qué dinamitar los más estructurado que tiene la oposición democrática, como muchos quisieran, pero es urgente "mover la mata", necesitamos superar las deficiencias y enmendar los errores para lo cual es imprescindible articular una organización más amplia, con reglas claras de participación, mecanismos transparentes de relación y de toma de decisiones.  Un G4 operando como lo hicieron ahora no le sirve al país, ni siquiera a ellos mismos. Reconfigurar la plataforma unitaria, ampliarla, darle orientación estratégica y conducción política, evitará que el ciudadano continúe alejándose de la política y pueda asumirla como la única forma civilizada de promover el cambio, involucrándose así en la construcción de una salida a la desgracia que vive el país.

9) El gobierno persistirá en su estrategia divisionista, la cual se ampara en la penumbra y las carencias institucionales presentes en el campo opositor. Por tanto, si tenemos una renovada plataforma unitaria bajo los criterios antes expuestos, tendremos "delimitada la cancha" y podremos tener a un elector bien informado, con parámetros claros que le permitan distinguir entre la auténtica oposición democrática y estos mercenarios seudo-opositores al servicio del régimen. 

10) Motivar y movilizar es una función esencial del liderazgo.  La abstención es producto de un correcto manejo estratégico del gobierno, pero también del pésimo desempeño del G4 y la ausencia de una visión estratégica compartida.  Por ejemplo, una política eminentemente electoral distante de la agenda social del venezolano, una agenda política desconectada de sus reales problemas, de su cotidianidad, es una fuente de abstención.  Para ilustrar, basta decir que la tragedia de los servicios públicos es un componente esencial de la crisis, pero no es un vector de la estrategia de cambio, desafortunadamente. 

11) Hay que retomar la pedagogía política.  El populismo y la demagogia tienen asidero en una frágil cultura política y ciudadana.  El reparto de bolsas de comida y otras prebendas tiene efecto político en un país empobrecido económica y culturalmente.  Revertir esa realidad requiere de un plan político, comunicacional y de fortalecimiento institucional, el cual tampoco está en la agenda de la oposición, al menos no como una prioridad.

12) Recomponer a la oposición pasa por legitimar también los liderazgos. Los principales partidos tienen más de 20 años con las mismas cúpulas y los partidos supuestamente alternativos o emergentes, nacen con el virus del autoritarismo: desde su origen tienen dueños y no existe democracia interna ¿Cómo podemos ofrecer al país lo que no somos capaces de hacer puertas adentro?

13) El informe de la misión de Observación Electoral de la Unión Europea debe servir para mejorar las condiciones electorales en general.  Pero además de los abusos y ventajismo, vimos campañas opulentas con recursos del estado o fondos de dudosa factura en un contexto de severas restricciones a la libertad de expresión, éstos son problemas que requieren especial observación: debe colocarse el foco en el financiamiento de campañas electorales, la libertad de expresión y el derecho a la información.

Ojalá estás reflexiones puedan ser una modesta contribución al impostergable debate que debemos dar con transparencia y honestidad, sin ingenuidad, con solidaridad y espíritu unitario. Un debate que debe darse con respeto y mesura, con la cabeza fría y el corazón puesto en Venezuela.  ¡Sigamos adelante!

Twitter: @richcasanova


Un balance electoral: resultado, causas y perspectivas / Parte I

Publicado 23/11/21

Es claro que los resultados de estas elecciones regionales y municipales no satisfacen las expectativas. Partamos de un principio, estos resultados son producto de lo que hizo el gobierno pero también de los desaciertos u omisiones de la oposición.  Intentemos una muy resumida interpretación de la coyuntura, a los fines de promover una reflexión e inspirar un debate mesurado y solidario:

1) El primer gran error que debe asumir el liderazgo del G4 es no realizar elecciones primarias para escoger a los candidatos a gobernadores y alcaldes, ello hubiera facilitado la cohesión opositora y reducido a los divisionistas a su mínima expresión.  Si se hubieran hecho primarias con tiempo, tengan la certeza que se hubieran ganado estados como Miranda y Anzoátegui, entre otras.  No se hicieron para privilegiar una política basada en el reparto de cuotas y no en la construcción de consensos reales, esta es una percepción generalizada en el electorado que expuso a los candidatos como una impostura, la cual -como suele hacerse con cualquier arbitrariedad- es legítimo enfrentar. Al menos esto les dio un discurso a los divisionistas.  

2) La imagen de una oposición dividida e incapaz de ponerse de acuerdo genera desaliento y estimula la abstención. En descargo digamos que -en gran medida- la falta de unidad es inducida por el gobierno, apoyando y financiando a supuestos opositores. Algunos de ellos, los llamados "los alacranes" pero otros operan camuflados, son más disimulados y cuidan las formas.

3) No todos los que están fuera de la Unidad Democrática (MUD) son "alacranes".  Algunos son aventureros movidos por su elevado ego y hay también algunas fuerzas que se autodenominan alternativas o emergentes, pero no terminan de entender el valor de la unidad en esta hora oscura de la democracia.  Se trata de grupos minoritarios que creen que su mejor estrategia de crecimiento es confrontar y deslegitimar a otra parte de la oposición, así entran al molino del régimen y terminan sirviendo a sus intereses divisionistas. En general, hacen bulla, no aportan votos y carecen de liderazgo pero lesionan el espíritu unitario y enrarecen el clima electoral. Al final son tan irresponsables como los cogollos que denuncian.

4) La errática escogencia de candidaturas, estimuló la idea de que había que "pasarle factura" al G4 por su irrespeto al electorado opositor, cuando lo prioritario era castigar con el voto a este régimen inepto y corrupto, responsable directo de la tragedia que vivimos los venezolanos.  Es decir, una parte del electorado perdió el foco asumiendo que el enemigo es el G4 y no lo es. 

5) El gobierno es el gran promotor de la abstención. Su retórica lo confirma: siempre declaran para generar una reacción adversa a la participación y una parte de la oposición le pisa el peine.  Ergo, una responsabilidad esencial del liderazgo opositor es motivar y movilizar: si la participación hubiese llegado al 60% se habrían ganado entre 6 y 8 gobernaciones más, mínimo.

6) ¿Por qué la abstención es primordial para el oficialismo? La diáspora de casi 6 millones de venezolanos redujo el universo electoral a 15 millones de votantes, más o menos. En este cuadro, estimulando la abstención, el oficialismo puede ganar la contienda teniendo apenas 15 ó 20% del electorado.  Son una precaria minoría que se moviliza, mientras la mayoritaria fuerza democrática es desmovilizada y fragmentada como consecuencia de la acción del gobierno y los desatinos de la dirección opositora.

7) La abstención -siendo determinante- no es suficiente.  Por eso, el otro componente fundamental de su estrategia es la división del voto opositor.  A tales fines, literalmente se robaron las tarjetas de los principales partidos opositores, las utilizaron para postular al chavismo enmascarado y generar una gran confusión, haciendo propaganda engañosa y utilizando el nombre de candidatos opositores. Toda una acción delictiva. 

8) Otro de los errores garrafales del G4 fue asumir que los alcaldes y gobernadores en ejercicio eran indiscutiblemente los candidatos de la Unidad Democrática en esta jornada del 21N (con la excepción de la gobernadora del Táchira), indistintamente de lo que decían las encuestas.  El resultado fue elocuente: todos los gobernadores en ejercicio perdieron las elecciones.

9) Irresponsablemente se extendió hasta última hora el anuncio de los supuestos consensos, así no hubo tiempo de hacer primarias pero tampoco para reducir el impacto por la imposición de candidatos, estimular la participación y "salvar el juego".  Por si fuera poco, el discurso ambiguo de un factor del G4, tenía candidatos pero mantuvo una retórica contraria a la participación. ¿Cómo se ganan elecciones así? No vimos una declaración o acción decidida de su principal líder, Juan Guaidó llamando a votar. Al contrario, desde Washington una figura emblemática de ese sector recomendaba a los candidatos que se retiraran. Ni siquiera los abanderados de su partido lo hicieron, pero la declaración resultó desalentadora. Respetuosamente exigimos coherencia, solo eso.

10) Otra percepción generalizada es la existencia de partidos incapaces de renovarse; con las mismas cúpulas de hace 20 años y al margen de sus muchos méritos, hoy parecieran aferrarse más, lucen arrogantes y poco dispuestos a asumir su indiscutible responsabilidad en este desastre electoral. Ojalá fuera una apreciación equivocada.

11) Para preservar nuestros liderazgos conviene aclarar que el sistema electoral aplicado, dícese "entubado", condiciona el resultado municipal a la votación regional.  En efecto, muchos candidatos a alcalde que -en base a su liderazgo y según las encuestas- claramente tenían la primera opción, tuvieron un resultado adverso pues el "voto tubo" funcionó como un ancla y el candidato a gobernador, en vez de ser un portaviones, fue un submarino.

12) Finalmente, hagamos mención al abuso, el ventajismo siempre y el uso indiscriminado de recursos del Estado para fines proselitistas, nada nuevo. Lo novedoso es el despliegue de campañas multimillonarias por parte de "opositores" que solo aspiran dividir, no ganar. ¿Quién financia esas obscenas y opulentas campañas? Vale hacer un llamado a los rectores del CNE, especialmente a Márquez y Picón.   

Ahora bien, ¿De toda esta situación hay algo que rescatar como positivo o algo útil para el futuro inmediato?  La buena noticia es que si y mucho, en nuestra próxima entrega abordamos el tema.

Twitter: @richcasanova


El drama de los terceros

Publicado 19/11/21

El objetivo de la oposición es producir un cambio político en Venezuela y para ello estas elecciones regionales y municipales son solo un paso en la ruta.  En consecuencia, el número de gobernaciones y alcaldías no es el único indicador de éxito, siendo muy importante ver la sumatoria de votos de las distintas alianzas y hacer una radiografía del país.  Eso nos dará una perspectiva del avance real,  delimitará el terreno ganado y la estrategia a seguir.   Esa evaluación será una tarea de las próximas semanas pero hoy se hace necesario anticipar -antes de las elecciones- el drama de los terceros.   

Nos referimos a los que llegarán el próximo domingo 21 en tercer lugar y se autodenominan oposición, sea quien sea.  En principio, debemos suponer que todos los candidatos saben a estas alturas dónde están parados y salvo que las diferencias sean mínimas y estén dentro del margen de error de las encuestas, unos y otros tendrán que asumir su responsabilidad frente al país en un momento en que la sociedad democrática exigía (y seguirá exigiendo) unidad.  

A ese liderazgo que sabiendo que están de terceros y no tienen chance, permanecieron hasta el final y dividieron la votación opositora, el país democrático debe cobrarle la factura, pues no podemos asumir los desafíos futuros con un liderazgo irresponsable, ególatra, faccioso y quizás "alacraneado" o manipulado por el régimen.   Los terceros no tendrán excusa y por eso lo advertimos con tiempo, estaremos ante estas opciones:

1) Que el candidato diga que "es que yo no sabía que iba a llegar de tercero", en cuyo caso es un improvisado que no hace encuestas, ni lee las que otros hacen y por lo tanto estamos ante un político desinformado, que no escucha, ni está consciente de la realidad.  Alguien así no es apto para futuras batallas contra la dictadura y menos, considerando el cerco mediático, pese a vivir en tiempos de globalización.

2) Que el candidato si sabía que llegaría de tercero, en cuyo caso es un mentiroso y el daño infligido a la lucha democrática y a la unidad opositora fue un acto deliberado.  Tendremos entonces el derecho a dudar de su honestidad y presumir que fue pagado por el régimen para hacer el papel de esquirol o quinta columna. Obviamente, alguien así no puede ser parte de las fuerzas opositoras. 

3) Que el candidato diga que le hicieron fraude y por eso apareció de tercero.  ¿No tenía miembros y testigos en las mesas? Si usted va a enfrentar a una dictadura truculenta y no está preparado para ello, no debió ser candidato.  Al opositor que ganó o llegó de segundo seguramente también intentaron hacerle un fraude pero estuvo preparado para evitarlo o minimizarlo. Ergo, él y no usted debió ser el candidato de la unidad y a usted le correspondía retirarse.  

4) Finalmente, puede que no sea un ingenuo, ni desinformado, ni nada de eso, sino que sea una operación perversa que nos confirma -ya no sería una presunción- que se trata de un candidato o grupo político aliado del régimen, oxigenado y financiado desde Miraflores, en cuyo caso tampoco podemos contar con estos mercaderes de la política para dar la pelea que tenemos que librar en Venezuela para lograr el anhelado cambio.

Así que mejor advertirlo hoy: esto no es una olimpiada donde la medalla de bronce es aplaudida.  Aquí los terceros serán sepultados, Y no hablamos un "pase de factura" inspirado en el resentimiento o la mera exclusión.  Será la sanción moral de un pais ávido de cambio pero también se trata darle solidez política y ética a las fuerzas opositoras, darles todo la amplitud que sea posible pero con cohesión y coherencia. Para ello es imprescindible tener claro quienes somos y contra que luchamos.  

El drama de los terceros es que terminarán auto excluidos o expulsados por la indignación de la plataforma democrática, la cual -por cierto- debemos ampliar, democratizar y consolidar a partir del 21N.   Al margen de cuántas gobernaciones o alcaldías se ganen, la oposición ha dado un gran paso y será determinante asumir algunas decisiones para reconfigurar a esta plataforma y adecuarla a los nuevos escenarios de lucha.  Lo que viene es un debate duro, abordando los errores cometidos y superando los desaciertos con sentido constructivo.  Un debate que debe iniciar en el seno de los partidos, hilando fino, con mesura y espíritu unitario.  Hay razones para ser optimistas... Venezuela no se rinde!  

Twitter: @RichCasanova


viernes, 22 de octubre de 2021

El Ávila, Alex Saab y la crisis

Que el extraditado Alex Saab maneja información privilegiada que compromete a las cúpulas podridas del gobierno quedó evidenciado cuando desesperadamente se paran de una mesa de negociación orquestada por toda la comunidad internacional, incluyendo a sus aliados, quienes quedaron con los ojos claros y sin vista.  Ya antes habían dado un penoso espectáculo presentando como diplomático y delegado por Venezuela ante esa mesa de negociación al referido delincuente colombiano. Un triste episodio que mostró ante el mundo las carencias morales del régimen, algo que aquí todos sabemos. 

Por otra parte, la crisis avanza: tenemos hospitales que aterran, escuelas y universidades que dan lastima, los sueldos no alcanzan, el hambre gana terreno y se profundiza el drama de los Servicios Públicos. Ya ni Caracas se salva de los apagones y la escasez de gasolina.  El gobierno está en una situación muy precaria, angustiante.  Y para desviar la atención de los problemas reales de los venezolanos, inventan construir una ciudad comunal en El Ávila, un parque nacional protegido por la ley y que no solo es símbolo de la ciudad capital, sino que es un patrimonio de todos los venezolanos que ha inspirado a músicos, pintores, poetas y enamorados de todos los tiempos. 

Algunos sugieren que se trata de un "trapo rojo" y mejor no pisar el peine respondiendo al gobierno.  Otros pensamos que hay que denunciar ambas cosas: la pretención de utilizar a El Ávila para ocultar la tragedia que sufrimos y la intención de convertir a este monumento de la naturaleza en un territorio devastado como han hecho con la selva amazónica o en el asiento de lujosas residencias ilegalmente construidas, tal como han hecho en Los Roques. ¿Para que otra cosa puede servir una ciudad comunal en El Ávila?

También escuchamos que no hay que preocuparse pues la promesa de construir una ciudad comunal es hecha por los mismos que prometieron un segundo puente sobre el Lago de Maracaibo, el Metro de Guarenas, la Autopista de Oriente y un sinfín de obras que luego de dos décadas están inconclusas, si acaso arrancaron.  Es muy cierto, la corrupción e ineptitud para construir esta amplia e indiscutiblemente demostrada pero su capacidad destructiva parece infinita, eso también está demostrado.  No han construido nada pero han logrado destruir todo.   Es decir, no me preocupa que construyan una ciudad comunal sino que estemos ante el más grande ecocidio cometido a lo largo de nuestra historia, lo que ocurriría ante el silencio cómplice de nuestra FAN que siempre fue custodio de este patrimonio de la humanidad. ¿Quedará un ápice de dignidad en la otrora institución castrense o simplemente el honor no se divisa? 

La verdad, no me hago ilusiones.  Quizás más de un general (minúsculas adrede) aspire tener su mansión en El Ávila, como estos jerarcas y enchufados que se han resignado a una dura realidad: "no podemos salir del país porque nos pasará como a Alex Saab y tampoco podemos sacar los reales por las sanciones pero si podemos vivir en El Ávila, beber whisky y jugar todos los días en el Casino del Hotel Humboldt. ¡Ahhh sabroso...!" 

En fin, aunque este insólito anuncio fuera solo un "trapo rojo", nuestra obligación ciudadana es alzar la voz y defender al cerro El Ávila ante cualquier amenaza presunta o real.  Los venezolanos tenemos que aprender a pelear en varios frentes simultáneamente para defender lo que nos pertenece, sin que estás estrategias distraccionistas nos saquen del foco de nuestras luchas.  El Ávila es un patrimonio natural de la humanidad pero tiene un significado cultural, social y espiritual para todos los venezolanos.  Ni hablar para Caracas, ciudad que aspira seguir siendo "la odalisca rendida a los pies del sultán enamorado”, como diría el poeta Pérez Bonalde.  Hoy no solo está prohibido olvidar sino también el silencio. ¡Venezuela no se rinde!

Twitter; @richcasanova

miércoles, 27 de enero de 2021

Cinco desafíos de la oposición democrática

Urge una reflexión del liderazgo político opositor. Y no me refiero a esa "oposición" fracasada que acudió al TSJ de Maduro a pedir que designe al "árbitro" electoral y apoyó el colosal fraude del 6D. Tampoco a esa otra que se prestó para que el régimen se robara las tarjetas de los principales partidos democráticos.  Me refiero a la verdadera oposición, aquella que exhibe un claro reconocimiento nacional e internacional.  Ella es quien debe colocar el tímpano en el palpitar angustioso del país y valorar los riesgos de no asumir los desafíos que el momento exige, entre otros: 1. Que el régimen prolongue indefinidamente su permanencia en medio de una aterradora profundización de la crisis. 2. Inimaginables escenarios de violencia con una alta incertidumbre. 3. Desplazamiento del actual liderazgo opositor por una fuerza militar o por algún otro demagogo contumaz, tal como sucedió en 1998 como consecuencia de un vacío de liderazgo.  En fin, sentados en un polvorín nadie puede tener certeza absoluta sobre el camino a seguir, en estas líneas solo intento reflexionar en torno a retos que lucen impostergables, incluso por razones de supervivencia.

El primer desafío

Resulta insólito que en un país azotado por una brutal dictadura y una crisis devastadora, la oposición no sea capaz de ponerse de acuerdo en torno a una hoja de ruta para enfrentar al régimen.  La tarea no es nada fácil: hay distintas visiones e incluso intereses diversos pero nada justifica la insensatez de no centrarse en ese objetivo. ¿Qué hacer?

Hace años participe en una reunión con el dirigente del Partido Socialista Chileno, ex Ministro de Estado de los gobierno de Allende, Ricardo Lagos y Bachelet –el senador Sergio Bitar- quien valoraba con gratitud la mediación de Venezuela para consolidar la unidad opositora y dar al traste con el régimen de Pinochet. Visto en perspectiva, consideró inexplicable que frente a esa cruenta dictadura militar, ellos estuviera centrados en sus diferencias y atacándose mutuamente de manera despiadada, un cuadro que le sonará familiar a mis admirados lectores.  Para superar aquella absurda discordia, en junio de 1975 -con la anuencia de los principales partidos venezolanos- el presidente Carlos Andrés Pérez invitó a figuras prominentes del mundo opositor chileno a un encierro en la Colonia Tovar, el cual se prolongó hasta que se logró un acuerdo mínimo para enfrentar al tirano. 

Regresando a nuestra realidad actual, hasta ahora en Venezuela se han promovido iniciativas internacionales de mediación ante el régimen para negociar una transición democrática.  Pero ¿Hará falta una mediación internacional para lograr la unidad interna indispensable para emprender cualquier iniciativa de cambio? ¿O está el liderazgo a la altura de las circunstancias y es capaz de demostrar madurez política, sentido de responsabilidad y capacidad para enfrentar la coyuntura?   Estas son las preguntas que se hacen los venezolanos y en la medida que no encuentran respuesta, se distancian de la política, crece la frustración y se alejan las esperanzas de superar la crisis. Estas preguntas también deben hacérsela los observadores internacionales con consecuencias similares. Unos y otros deben recordar a Einstein y sus reflexiones sobre la estupidez humana.

Respeto y tolerancia

Insisto, cualquiera sea la ruta adoptada -electoral o no- estará condenada al fracaso si no existe cohesión interna entre las fuerzas democráticas. La dictadura lo sabe y juega siempre a dividirnos, le dan volumen a nuestras diferencias e invisibilizan nuestros logros, que son muchos, por cierto.  Cuando vemos a un opositor descalificando a otro, o nos hacemos ecos de tales agresiones, simplemente se le hace el juego al régimen.  Comencemos entonces por respetar las opiniones diversas y ser tolerantes con las posturas contrarias para garantizar la convivencia.  Increíble pero esta práctica que debería ser habitual entre demócratas, ha sido arrollada por el canibalismo que impera hoy en el mundo opositor.  Y no me refiero solo al liderazgo político, desafortunadamente recuperar el respeto y la tolerancia como valores esenciales de la cultura del venezolano, termina siendo una tarea primordial.  

¿Cómo construir una propuesta unitaria, si cada vez que alguien promueva una reflexión sobre la ruta a seguir y sugiera revisar la estrategia, se le descalifica e insulta, es lanzado al mismo saco de los “opositores” que abiertamente colaboran con el régimen?  Si vemos una conspiración malévola cada vez que alguien exprese sus diferencias –que podemos compartir o no, eso es otro asunto- será imposible recomponer la unidad.  Quienes piensan que todos están equivocados, son traidores, vendidos o conspiradores, “excepto mi líder y yo”, en nada se diferencian del chavismo.   ¿Cuál es el futuro del país por ese camino?   Ha llegado la hora que cada ciudadano demuestre su condición de demócrata y quienes aspiren conducir, muestren sus capacidades políticas en la construcción de una alternativa unitaria, integradora.  La crisis son desafíos para los verdaderos liderazgos y la historia no perdona.

Cerrar la brecha

Se ha producido un distanciamiento entre el ciudadano común y la política, muchos sienten que los políticos están centrados en sus problemas de partido, sus rivalidades y que la acción política nada tiene que ver con las penurias que padecen a diario.   Una prolongada y muy dura lucha contra el régimen -sin lograr el cambio anhelado- puede haber minado las esperanzas de la población y abrir esta brecha pero además de la falta de unidad, lo más lesivo para el ánimo opositor ha sido una agenda política tan distante de las expectativas reales de un país agobiado por esta pavorosa crisis.  Una Venezuela que sufre el colapso de los servicios públicos, donde el desempleo galopa, el salario de los trabajadores lo han pulverizado y el alto costo de la vida tiene pasando hambre a amplias capas de la población, debe ser la prioridad política en la agenda opositora.  Hoy es vital recomponer y consolidar la relación entre el liderazgo político y la gente.  Cerrar la brecha para organizar y movilizar a la sociedad, ello nos sugiere el desafío de innovar y rediseñar la agenda para hacer política enfocados en los necesidades y demandas de la población.

El valor del voto

La abstención en la coyuntura no puede interpretarse jamás como una renuncia al voto como instrumento de cambio.  Esa equivocada lectura ha llevado a algunos dirigentes a plantear que es necesario "recuperar la ruta electoral", como si alguna vez la oposición democrática ha estado fuera de ella.  En la ruta electoral hemos estado siempre: toda la presión internacional, incluyendo las sanciones, apuntaban y apuntan a forzar al régimen a unas elecciones libres ¿O acaso esa no ha sido una exigencia constante?  Por eso no hablo de recuperar la ruta electoral sino de "rescatar el valor del voto", tanto en el ámbito de la opinión pública como en la praxis político-electoral.   Recuperar el valor del voto no supone participar en futuras elecciones porque si, a todo evento y en las condiciones que sean. ¡No! Pero abrir cauces a la participación debe ser un objetivo, de manera que el desafío es como replantear la acción política en el plano nacional e internacional para torcerle el brazo al gobierno y arrancarle las condiciones mínimas que efectivamente permitan rescatar el valor del voto.  

Se trata también de elevar la conciencia colectiva sobre nuestro poder en el terreno electoral, generar confianza y ampliar nuestras capacidades para movilizar a la sociedad en condiciones adversas y defender la voluntad expresada. Hay que borrar del imaginario popular pendejadas como "dictadura no sale con votos" y otros slogans necios que se han convertido en credos para una parte de la oposición y sólo han servido para fortalecer al régimen. Los dogmas tienen validez en la iglesia, no en la política.  Este debate hay que abrirlo sin prejuicios ni complejos ¿O nos encadenamos a una única estrategia?  ¿Nos quedamos eternamente en la abstención, así el gobierno tenga 95% de rechazo y logremos observación internacional o algunas condiciones mínimas que permitan la derrota del régimen?  Participar o abstenerse, ambas son posiciones válidas en un determinado contexto estratégico, en una coyuntura, pero ninguna de ellas puede ser permanente o incondicional.

La negociación viable

¿Realmente será posible una negociación con la dictadura?  ¿Negociar con delincuentes es un problema ético?  Veamos... La situación de la oposición no es fácil pero la del gobierno es mucho peor.  Repudiado por una inmensa mayoría, aislado, bajo sanciones, con juicios penales en puerta y sus cabezas con precio.  Además, tiene conflictos internos ocultos bajo el manto de la corrupción.  Ha engañado tanto que no tiene capacidad para generar confianza y así, no hay posibilidad alguna de revertir la crisis, cuya profundización conduce a un colapso que amenaza su permanencia en el poder. 

Pudiéramos decir que tal permanencia depende del financiamiento y del apoyo de China y Rusia.  Pero ¿Hasta cuándo estos países lanzarán dinero en ese saco roto? ¿Cuánto tiempo financiarán la corrupción de la élite boliburguesa?  Un país en ruinas amenaza sus inversiones y lanza a fondo perdido una cuantiosa deuda.  ¿O este gobierno fracasado y corrupto tendrá capacidad de pagar esa deuda mil millonaria?    En la política -sobre todo en la internacional- no hay amigos o enemigos, solo intereses. Por eso, supuestos aliados -como España- ya le exigen a Maduro elecciones libres y justas.  O sea, desconocen la farsa del 6D, un duro golpe para la dictadura, tratándose del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Claro, ninguna dictadura quiere negociar y mucho menos entregar el poder pero todas terminan haciéndolo en determinadas circunstancias.  En este cuadro, el gobierno debe pensar en negociar, necesita una salida que le permita preservar un espacio político y debe hacerlo antes que la bomba le estalle en la cara, lo cual sucederá cuando los pocos aliados que quedan le saquen la alfombra.  Con relación al dilema ético de negociar con malandros, hay que decir que si no fueran delincuentes, cumplirían con las leyes y no fuese necesario negociar.  Repetir esa falacia solo demuestra ignorancia, basta revisar la historia. Si ese dilema ético existiera, Churchill, Roosevelt y luego Truman, no se hubieran sentado a negociar con Stalin -uno de los más grandes genocidas de la historia- para garantizar la paz mundial. 

El desafío entonces es como forzar al régimen a una negociación y como evitar que la utilice nuevamente para ganar tiempo o para burlarse de los venezolanos: como garantizar que la negociación derive efectivamente en una salida electoral. Asumir el reto supone redefinir la estrategia en ese terreno, entendiendo que desde hace tiempo el caso venezolano está en el tablero de la geopolítica mundial y que es necesario involucrar a China y Rusia en el proceso, a partir de sus propios intereses. En este momento es cuando no podemos olvidar que se trata de un régimen con amplia e inocultable vocación delictiva.   

Optimismo, como punto final

Si el liderazgo opositor está o no en capacidad de asumir estos desafíos lo sabremos en poco tiempo, la exigencia de unidad es un clamor en la calle y el país espera....  Una cosa mantiene el optimismo encendido: luego de más de dos décadas, con todo el poder imaginable, el régimen no ha podido doblegar el espíritu democrático de los venezolanos.  No hay razones para pensar que puedan lograrlo ahora, en esta hora menguada.  ¡Venezuela no se rinde!  

Twitter: @RichCasanova