sábado, 21 de julio de 2018

¿Qué nos pasa como país y que hacer como ciudadanos?

Hablando sobre la coyuntura política, la semana pasada concluimos en que no basta con preguntarnos ¿Dónde está la oposición? En efecto, el asunto nos involucra a todos y tenemos que preguntarnos ¿Qué nos pasa como país? ¿Y cuál es mi rol como ciudadano?  Para enfocarnos en las causas del problema, debemos considerar varios aspectos que explican el estado de parálisis actual. Desde hace tiempo, la estrategia del gobierno ha sido sembrar desaliento y frustración, que usted sienta que no hay alternativa, más que resignarse o irse del país, que perciba como poderosa a una dictadura que no lo es.  Y esa estrategia ha avanzado porque existe una fractura de las fuerzas democráticas, en parte inducida por el régimen que pretende construir su propia oposición, ilegalizando partidos, inhabilitando líderes, comprando aliados o promoviendo falsos opositores. Pero en parte también es consecuencia de un absurdo torneo de egos en el mundo opositor, del cual nos ocuparemos en otra entrega. Por ahora veamos ¿qué podemos hacer como ciudadanos? 

1) No contaminarse con el odio y la intolerancia chavista inoculada por el alto gobierno mediante una sofisticada estrategia comunicacional diseñada en La Habana.  Es urgente abandonar posturas radicales ¿Qué gana un opositor insultando a Capriles, Ramos Allup, Leopoldo o a cualquiera de los nuestros?  Sólo ayudará al régimen opinando exactamente igual que Diosdado o Nicolás Maduro. Le hará comparsa al G2 cubano en su plan de dividirnos y destruir los liderazgos opositores que todavía existen, aun con sus errores y omisiones.   2) Rechazar abierta y explícitamente cualquier actitud no unitaria.  Cuando llegue un dirigente a hablarle de su propio plan o a anunciar su nuevo partido, sencillamente mándelo “a la porra”, como diría mi abuela.  Igual si vienen a hablarle mal de algún otro dirigente opositor.  Los ciudadanos debemos ser protagonistas de una campaña a favor de la sensatez y la unidad como paso esencial para producir el cambio, indistintamente de la vía que se considere. Cada uno de nosotros debe ejercer presión, exigir unidad desde su propio espacio y en todos los escenarios.   3) La campaña del régimen para sembrar desaliento e inducir resignación, hay que advertirla  para tomar conciencia de ella y no caer en el juego. Hay que decirlo a nuestros amigos, vecinos y compañeros de trabajo.  Convertirnos cada uno de nosotros en portadores de esperanza. Comunicar que ciertamente hay dificultades en la oposición pero el gobierno está absolutamente arrinconado, no tiene futuro, ni posibilidad de revertir inmensa y asfixiante crisis económica y social. A pesar de las apariencias, el régimen es muy frágil, tiene conflictos internos y carece de respaldo dentro y fuera del país.  Literalmente se está derrumbando, así que no permitamos que su precario accionar, la manipulación mediática y la división opositora nos derrumbe a nosotros.  ¡Animo!  

Honestamente, la situación es complicada pero aun así, veo el futuro con optimismo.  Más allá, de sus carencias, hay una parte muy importante de la oposición firme en su postura, arriesgando mucho mientras otros critican. Comparto a diario con dirigentes medios y de base en los barrios que mantienen su espíritu de lucha a pesar de esta parálisis opositora.  No hay espacio para el desencanto cuando vemos miles y miles de protestas que protagonizan los vecinos a lo largo y ancho del país en reclamo por los servicios públicos o la falta de comida. O cuando vemos el coraje del gremio de la enfermería y otros sectores del ámbito laboral que no se quiebran ante el régimen y luchan por sus reivindicaciones. Sin dudas, hay una Venezuela que no se rinde: lucha día a día, enfrenta con éxito pequeñas batallas y no sabe doblar las rodillas.  Entonces ¿por qué no compartir con la gente que nos rodea una actitud solidaria, optimista y proactiva? ¡Dile no al pesimismo y la indiferencia!

Twitter: @richcasanova

jueves, 12 de julio de 2018

¿Dónde está la oposición?

Sin exageración, lo que se vive hoy en Venezuela es una verdadera tragedia. Cualquier esfuerzo por describirla es insuficiente y lo angustiante es la inmensa incertidumbre que se cierne sobre el país. El gobierno sin respaldo popular, ni apoyo internacional, está acorralado, sin posibilidad de superar la crisis. Al contrario, los pronósticos son aterradores, vamos por inercia hacia un oscuro abismo, el país colapsa mientras la gente se pregunta ¿dónde está la oposición?  Hay una sensación de que la irresponsabilidad del liderazgo se ha convertido en pandemia. No hay explicación racional a la dispersión opositora, a la proliferación de partidos o grupos, mientras el régimen mantiene una única línea de acción a pesar de las inocultables diferencias internas. A ellos los cohesiona la desmedida ambición de poder, la corrupción y el narcotráfico pero ¿por qué a la oposición no la cohesiona la imperiosa necesidad de cambio que clama a gritos el país? 

"Solo el universo y la estupidez humana son infinitas aunque de la primera no estoy seguro": una frase atribuida a Albert Einstein y que hoy parece confirmar nuestra realidad política. ¿O hay otra manera de explicar que una parte de la oposición tenga la obsesión de atacar con encono a la MUD, sin entender que ese es el objetivo del régimen? No soy defensor de la MUD sino un militante de la unidad y como quiera que se llame, creo indispensable una instancia unitaria. Aun con sus errores u omisiones, dinamitarla es estúpido. ‎ Son comprensibles las críticas a la MUD, lo insensato es el fanatismo al exponerlas y la suicida decisión de clavarle el puñal como si ella -y no esté nefasto régimen- fuera la causa de nuestras desgracias.  Sorprende que esta actitud se extienda a organizaciones como AD: asumamos sin discutir sus reclamos con relación a la MUD pero la decisión de abandonar la única instancia unitaria que existe, en nada contribuye a una solución sino todo lo contrario. "Einstein tenía razón", es lo que uno piensa cuando percibe inexplicables posturas irresponsables, siente el sepulcral silencio de otros líderes o en el mejor de los casos, los vemos reducidos a las redes sociales. Por ahora, la calle no existe…

Quizás amparados en la infinitud de la estupidez humana o pensando que todos lo somos, quienes recientemente lanzaron candidato en contra de la mayoría del país y fracturando la unidad, ahora pretendan liderar esfuerzos de “concertación”, sin asumir que –pese al 80% de rechazo de Maduro- fueron incapaces inspirar confianza y movilizar al país, resultando aplastados por una descomunal abstención que exigía unidad.  Lo mismo podemos decir de un nuevo partido, conducido por un personaje de dudosa trayectoria con fondos de desconocida procedencia, que pretende construir su liderazgo destruyendo lo que existe y agrediendo por igual a la oposición y al gobierno, lo cual siempre beneficiará al régimen. En efecto, al gobierno le conviene igualarnos por abajo, que la resignación sea la única alternativa en vista a que “todos son culpables”, nadie sirve, todos somos vendidos y la oposición es igual al gobierno... Nada más lejos de la verdad.  En fin, la estupidez se convierte en un tema cada vez que nos dicen que otro partido “está a punto de salir” y seguramente aparecerá legalizado entre gallos y medianoche, mientras los principales partidos y líderes del país siguen inhabilitados.  

Como me siento opositor -al igual que la inmensa mayoría del país- no me basta con preguntarme dónde está la oposición, como si no estuviéramos involucrados todos en el asunto. Más bien me pregunto ¿Qué nos pasa como país? ¿Cómo podemos contribuir a salir de esta pesadilla? A este tema dedicaré unas líneas la próxima semana. ¡Dios bendiga a Venezuela!

Twitter: @richcasanova