viernes, 21 de octubre de 2016

¿CÓMO PUEDE SOSTENERSE LA DICTADURA DE MADURO?

Durante todos estos años de confrontación con la mal llamada revolución bolivariana, le consta a mis amables lectores que me abstuve de calificar al régimen como "dictadura".  Estando claro que no era una democracia, aun exhibiendo un talante autoritario y un inocultable rasgo militarista, había límites que el gobierno no se atrevía a traspasar.  Ahora, lamentablemente Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, administradores del "legado", decidieron cruzar la raya amarilla.  Ya no se viola la constitución a hurtadillas, con disimulo o bajo las sombras, sino a plena luz del día y sin recato alguno. Hoy existen sobradas razones para decir que estamos en una dictadura. Ahora sí...!  Chávez hubiera llevado el presupuesto al parlamento, tal como exige de manera taxativa la CRBV. No hacerlo fue el punto de quiebre. Recordemos también que el insepulto intentó postergar el revocatorio en su contra y luego lo ganó a punta de chantaje y populismo pero no se atrevió a negar la consulta, mucho menos a desconocer su rango constitucional. En cambio, mientras escribía estas líneas, unos tribunales regionales le daban una patada a la mesa y el CNE cohonestaba la truculenta jugada: un ultraje obsceno a nuestra Carta Magna.   

Por cierto, cuando Chávez perdió aquel referéndum consultivo para perpetuarse en el poder, dijo que la nuestra era “una victoria de m…” pero reconoció los resultados, no porque era un demócrata sino para cuidar las apariencias.  La dupla Maduro-Diosdado hubiese deseado continuar la ruta seudo-democrática del difunto pero la estrategia de lucha pacífica y democrática de la Unidad los ha obligado a tomar decisiones desesperadas que profundizan la crisis y los ha reducido a una ínfima minoría.  Así las cosas, la prevista suspensión del proceso revocatorio no es una victoria del régimen, ni un signo de fortaleza sino una muestra de sus carencias y consecuencia de los éxitos de la Unidad.  Además sus efectos son relativos: suspender la recolección de firmas no posterga la crisis, ni cambia la realidad política y social del país, mucho menos frena el cambio, el cual es indetenible porque es una decisión del 80% del país. Luego de la tropelía de “sus” tribunales y “su” CNE, el chavismo sigue siendo minoría y nuestra lucha por el revocatorio mantiene su fortaleza, su esencia cívica y democrática: es un movimiento político y social con trascendencia.

Chávez logró preservar con cierta holgura el poder por tres razones: 1) Cuidaba las formas democráticas y eso le permitía tener reconocimiento internacional. 2) El país tenía ingresos suficientes y capacidad de endeudarse, lo que le permitió sostener el modelo clientelar.  Y 3) Tenía un liderazgo real entre sus huestes, lo que ayudaba a mantener un mínimo de cohesión interna, incluso dentro de la FAN.  Cierto que hay mucha incertidumbre pero a partir de esta reflexión, más bien hay que preguntarse ¿Cómo puede sostenerse la dictadura de Maduro? El gobierno se sabe agonizante, saben que somos mayoría, que es la hora del cambio y eso no pueden suspenderlo con una sentencia.  Vienen tiempos difíciles pero -hoy más que nunca-  el optimismo, la unidad y los valores democráticos son esenciales para superar esta hora oscura de nuestra historia.  ¡Pa'lante!


Twitter: @richcasanova

viernes, 7 de octubre de 2016

LOS JALABOLAS Y LA CULTURA DE LA ADULANCIA


En el pasado los ricos financiaban al burócrata del partido a cambio de prebendas, incluso hasta ponían ministros y compraban puestos en las planchas, sin tener liderazgo real, ni méritos. Lastimosamente algunas cosas nunca cambian pero antes guardaban las formas, ahora los "empresarios" pagan los abogados a presuntos narcotraficantes vinculados a altas esferas de poder y reciben millonarios contratos en Dólares sin que medie licitación alguna. Todo ello es público y notorio, nadie en el gobierno abre la boca, la complicidad se vuelve un modus vivendi.  Y todo sucede porque la cultura de la adulancia invade el quehacer político.  Hay una casta que escala posiciones aplaudiendo y haciéndose la vista gorda oportunamente, practicando frenéticamente la adulancia y especialmente cuando se trata de la esposa, la amiga, la amante, los padres, el hermano, los sobrinos y hasta un primo lejano del "jefe".  Claro, esto ocurre porque existen dos: un jalabola contumaz y un líder que se deleita con la adulancia, poco le importan los méritos o el trabajo, y tiene una visión distorsionada de la lealtad y la solidaridad. 

Esta cultura de la adulancia existe desde los inicios de la civilización, no es nueva, ni es un invento del chavismo pero con ellos la impudicia se ha hecho cotidiana y la vergüenza brilla por su ausencia. Un cambio sugiere enfrentar esa forma de “hacer política” y a propósito es justo comentar las declaraciones del diputado Juan Guidó, cuando señaló que lo expresado por Lilian Tintori sobre la MUD no era la opinión de Voluntad Popular.  Con el contexto antes expuesto, uno podría calificar de "valientes" tales declaraciones. La Sra Tintori no es un activista más, se trata de la esposa de Leopoldo López, líder indiscutible de esa organización.  La pregunta es ¿La condición de esposa le confiere automáticamente atribuciones de líder o ella tan sólo expresa las opiniones de su marido? ¿Ser su esposa le da una condición privilegiada frente a los líderes reales de ese partido?  Quizás mis amables lectores tengan la respuesta. En todo caso, las declaraciones de Guaidó -a quien no conozco- requieren cierto coraje en un país donde el nepotismo tiene historia y la política se ha pervertido: nadie dentro del PSUV ha cuestionado el clan familiar de la "primera combatiente", ni siquiera se atreven a hablar de los sobrinos forzosamente hospedados en New York.  Tampoco en su momento, el partido de gobierno cuestionó a Blanca Ibáñez o a Cecilia Matos. Al contrario, hasta la oposición las cortejaba y los militares se le paraban firme.  Con estos comentarios no irrespeto a ninguna de las damas mencionadas, pues me refiero al ejercicio del poder entendiendo que el nepotismo no es sólo un problema político sino fundamentalmente ético.  Así que esas declaraciones deben apreciarse en su contexto: se producen en esta cultura política que castiga la irreverencia y premia la sumisión. Lo usual es encontrar gente que aplauda cualquier cosa que diga la esposa y así congraciarse con el marido, "uno no sabe" es lo que dicen.  Lo frecuente en los partidos es que exista temor a expresar opiniones libremente, cuando ellas contrarían o pueden incomodar al líder.  En fin, lo que nunca ha sido fácil es hacer política sin jalarbola.  No meto la mano en la candela por quien no conozco y ésta no será la excepción pero por simple sanidad, saludo las declaraciones de Juan Guaidó: es mi forma de aplaudir la irreverencia, de reconocer la honestidad de la palabra y sobre todo, de reivindicar el valor de la ética en la política. El cambio que necesitamos no es sólo de gobierno!