viernes, 17 de noviembre de 2023

Votar o no en el referéndum / Parte II

En Venezuela nadie duda que el Esequibo es nuestro y para reafirmarlo no hace falta un referéndum. La defensa de nuestro territorio no puede depender de una consulta popular, sino que es una obligación constitucional del Estado, en todas sus instancias.  A eso se refiere María Corina Machado cuando dice que "la soberanía no se consulta, se ejerce".  Si a esto sumamos que el resultado de ese referéndum no es vinculante a los fines jurídicos, ni se traduce en una solución efectiva y real al problema, termina uno preguntándose ¿Y para qué sirve esta consulta? ¿Qué estoy avalando? Preguntas a las que daremos respuesta en el camino...

Se le quiere consultar al pueblo sobre una materia que -salvo los expertos- todos desconocen. Para ejercer responsablemente el voto habría que conocer al detalle el Laudo Arbitral de París de 1899, el Acuerdo de Ginebra de 1966 y todo el proceso jurídico y diplomático.  Le he preguntado a varios oficialistas y están promoviendo una iniciativa que no pueden explicar. No parece un acto responsable y fácilmente se infiere que responde a una campaña política con objetivos subalternos. 

Hablando de expertos, Elías Pino Iturrieta recordaba que en la profunda investigación sobre el Esequibo encargada por las cancillerías de la democracia, "destacaron el tesón y la lucidez de tres historiadores jesuitas: Pablo Ojer, Hermann González Oropeza y José del Rey Fajardo, quienes hicieron un análisis irrebatible del asunto". Pero hay muchos más y uno se pregunta ¿Qué pasó? ¿Por qué la improvisación y los intereses electoreros van a lanzar por la borda un trabajo y una lucha histórica con genuino sentido patriótico? Más aún, entre los expertos y también entre gobierno y oposición, existe consenso en torno al Acuerdo de Ginebra de 1966 como la base para dirimir el diferendo y sin necesidad de referéndum, la obligación del gobierno es hacerlo valer, punto. Desde esta óptica, la consulta convocada es inútil y plantea un falso dilema.     


La pregunta tres es un acto inverosímil de demagogia: el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) es un órgano de las Naciones Unidas (ONU) y su jurisdicción, atribuciones y competencias están establecida en el estamento legal que rige a este organismo multilateral internacional, en ningún caso depende de la opinión de los ciudadanos de un país miembro.  Si hay objeciones sobre la jurisdicción del TIJ es el Estado venezolano -a través de su representante ante la ONU- quien debe ejercer los recursos correspondientes.  Pedirle al pueblo venezolano que desconozca de alguna manera a este alto tribunal, es como pedirle al pueblo de Anzoátegui que desconozca la jurisdicción de la TSJ, cosa que no depende de su opinión sino de lo establecido en la Constitución. 

La obligación del gobierno venezolano es clara: defender nuestra soberanía ante ese tribunal internacional y ante cualquier instancia, ello no debe estar sujeto al resultado de una consulta.  Sin embargo, pareciera que el gobierno quiere abandonar esa instancia y hacerlo amparado en un supuesto “mandato del pueblo”.  Juristas e internacionalistas han planteado que existen enormes riesgos si se abandona el caso que cursa en el TIJ ¿Con este referéndum el gobierno pretende responsabilizar al pueblo de futuros fracasos?  En efecto, si el gobierno abandona el ámbito del TIJ y perdemos ese territorio, seguramente dirán que ellos cumplieron con el mandato y que ese tribunal es un parapeto del capitalismo, la oligarquía, el imperio y bla, bla... Ya hemos oído ese disco rayado.  Algunos desde el campo democrático han propuesto votar NO a esta pregunta. Es una opción, aunque hay muchas reservas sobre la utilidad de ese voto negativo, pues así el SI obtenga 100 votos, vendrá una campaña mediática para decir que fueron millones y de nuevo estaremos ante un absurdo y estéril debate.  

Luego, la pregunta N° 4 es una perogrullada. ¿quién en Venezuela puede estar en contra de “oponerse, por todos los medios conforme al derecho, a la pretensión de Guyana…”? ¡Nadie!

Y finalmente, tenemos la pregunta N° 5: una burla y un acto de cinismo. Sugieren darle cédula venezolana a los guyaneses pero no funcionan los consulados para que los venezolanos en el exterior puedan cedularse y menos inscribirse en el registro electoral.  Hablan de darle "atención integral a la población" que ocupa ese territorio, pero los venezolanos estamos viviendo una pavorosa crisis social y sufrimos la desatención del gobierno. Ni hablar de la propuesta de anexar ese territorio como un estado en el mapa venezolano: si no se resuelve el diferendo fronterizo, más allá de la satisfacción personal ¿Qué sentido tiene esa medida y cuál es su valor jurídico? Es sólo un efecto propagandístico.  Por cierto, antes en los libros de primaria, el mapa traía demarcado ese territorio como “Zona en Reclamación” y casualmente con esta “revolución” desapareció de los textos esta distinción. ¿Ahora proponen anexarlo como un estado?   

Es muy importante destacar que hay una parte significativa de la oposición democrática que -conscientes de la situación descrita- han optado por llamar a votar, haciendo oportuna la campaña para develar la farsa.  Otros hablan de “no dejar libre la cancha” al chavismo y también están quienes afirman que ese referéndum es una estrategia para sacar a la oposición de la ruta electoral o generar confusión al devolvernos al discurso abstencionista, justo antes de las elecciones presidenciales del 2024.  Estas y otras consideraciones son argumentos válidos para ejercer el voto, pero la decisión es suya. Estas líneas tan sólo pretenden dejar claro que no es una iniciativa responsable, ni aporta a una solución real, está claramente está inspirada por intereses facciosos o subalternos del gobierno, y no es jurídicamente vinculante, aunque tenga efectos políticos.

A propósito, es una pena que el gobierno lance esta iniciativa unilateral, en vez de aprovechar el Acuerdo de Barbados –donde se incluyó el tema- para construir una agenda consensual, con genuino sentido nacionalista y capaz de unir efectivamente a los venezolanos en la defensa de nuestro territorio.  En fin, solo queda expresar nuestro respeto a los venezolanos que decidan votar y a quienes decidan no hacerlo: no podemos generalizar diciendo que quien vote le hace el juego al régimen o quien se abstenga es traidor a la patria.  Este episodio no puede servir para dividir más a la fragmentada sociedad venezolana y tampoco puede ser una excusa para la coacción y la represión.  El gobierno debe entender que más allá de su angustia y desesperación, el sufragio es un derecho y cada quien decide si lo ejerce o no.  Por tanto, es ilegal e inmoral obligar a los trabajadores públicos a votar o amenazar a nuestro pueblo con quitarles supuestos beneficios, si no participan en la consulta. ¡Dios bendiga a Venezuela!

Twitter / X: @RichCasanova


lunes, 13 de noviembre de 2023

Votar o no en el referéndum / Parte I

El gobierno ha convocado un referéndum para consultar al pueblo sobre el diferendo fronterizo con Guyana, al respecto hay varios aspectos que abordar: obviamente, la pertinencia y validez de esa consulta. Pero antes es necesario inferir la lógica detrás de ella, es decir ¿Por qué hacer esa consulta luego de más de dos décadas de revolución? ¿Acaso no es un claro reconocimiento del fracaso de su política internacional? ¿Por qué convocarlo justo ahora en la antesala de unas elecciones presidenciales? ¿Qué tiene que ver está convocatoria con la realidad política de Maduro y la dinámica interna del PSUV?  Veamos...

Algunas encuestas revelan que el nivel de respaldo a Nicolás Maduro está en torno al 9%, mientras el PSUV tiene entre 15 y 20%.  O sea, un considerable sector del partido también quiere un cambio o al menos, tiene reservas con relación a la reelección de Maduro. Así que su candidatura no solo tiene a más del 80% del país en contra, sino que la exigencia de cambio comienza a tomar cuerpo también dentro de su propio partido. Una situación compleja e inédita en el campo oficialista.  

También otros factores entran en juego: además de toda la presión internacional que se ejerce vía Mesa de Negociación, tenemos el triunfo contundente e incuestionable de María Corina Machado en las primarias y lo que este proceso significó en términos de revitalización del mundo opositor, vista la masiva participación, la movilización espontánea y el resurgimiento de una esperanza de cambio.  En efecto, la fuerza que ha tomado la dinámica opositora amenaza con convertirse en una indetenible ola de cambio, un tsunami electoral en el 2024.  Así las cosas, Nicolás Maduro se ha visto obligado a "hacer algo" antes que el 9% que hoy le respalda, aceleradamente se convierta en 3% y en un irresoluble problema de gobernabilidad interna.  

Con una lógica electoral impecable, Maduro concluyó que el primer paso es reunificar sus fuerzas. En otras palabras, requiere con urgencia que el 15 o 20% que –por ahora- tiene el PSUV, se cohesione alrededor de su candidatura.  Luego en la campaña, cree posible llegar a un 25 o 30% con lo cual pudiera ganar las elecciones, siempre que logré estimular nuevamente la abstención y dividir a las fuerzas democráticas con candidatos seudo opositores, ambas cosas poco probables en el momento actual.  Para recuperar el terreno que internamente ha perdido, Maduro inició un brutal ataque contra las primarias.  Mientras no cruce la línea y se mantenga en el plano de la retórica, no pondrá realmente en riesgo los Acuerdos de Barbados.  Para el mundo opositor ese ataque a las primarias es una muestra de debilidad y desesperación por parte del régimen. Y efectivamente lo es, pero no le importa pues esos ataques pretenden generar una reacción en sus huestes y evitar que se sientan perdidos.  La idea es que los suyos sientan que "ahí está el mío, peleando". En fin, una reacción esperada luego que la oposición le zampó más de 2.5 millones de votos en las primarias y le plantó la candidatura de María Corina con una fuerza arrolladora.

Inútilmente insistirá en descalificar a las primarias y a María Corina Machado, sabiendo que ello no tendrá efecto en el mundo opositor. Lo hará siempre pensando en el segmento que aún lo respalda, tratando de frenar la "brincadera de talanquera" que siempre se produce -y ya empezamos a verla aguas abajo- cuando la gente intuye que el cambio es indetenible y hay una candidatura unitaria, con opción real de victoria. ¡Nadie se anota a perdedor!  

Pero ahora Maduro ha entrado en otra etapa y lanza una propuesta electoral encapuchada con la retórica nacionalista y utilizando al Esequibo -ésta vez no para lograr votos en Caricom- sino para recoger a las ovejas descarriadas, pescar incautos y generar confusión, más de uno pensará que la verdadera motivación de esa iniciativa es la patria y la recuperación de ese territorio, el cual –por cierto- los venezolanos siempre hemos considerado como nuestro. De eso no hay dudas, ni hace falta un referéndum para constatarlo.    Hay quienes especulan al afirmar que el chavismo lanza un globo de ensayo para ver si puede conducir al país a un clima de pre guerra que le permita declarar un Estado de Excepción y por esa vía suspender las elecciones para salvarse de una paliza en el 2024.  Quizás "in pectore" algunos abracen esa fantasía, pero para Maduro esa es una opción que le genera más amenazas que certidumbre. Es muy probable que el tiro le salga por la culata. 

Aunque este referéndum sea una vulgar maniobra política con espíritu patriotero, muchos han afirmado la conveniencia de concurrir a las urnas.  Respetando a quienes ya decidieron por una opción u otra, queda clara la real motivación del gobierno y antes de decidir si votar o no, lo conveniente es analizar objetivamente la pertinencia, validez y consecuencias de la consulta, algo que dejaremos para la próxima entrega.  ¡Dios bendiga a Venezuela!

Twitter: @RichCasanova