sábado, 21 de enero de 2017

CARNETIZAR A LAS VICTIMAS, FASCISMO PURO

Ante la profunda crisis social y económica que sufre el país, al gobierno no se le ocurre otra cosa que carnetizar a las víctimas. Es indignante que -según la propaganda oficial- el Carnet de la Patria sea para "conocer más de cerca las necesidades del pueblo". ¿Qué clase de idiota pasa 18 años en el poder y necesita hacer un censo para conocer las necesidades? ¿O es que piensan que los idiotas somos nosotros, los venezolanos?  Si de verdad quieren constatar la realidad, bastaría con que salieran de los predios palaciegos y de los lujosos restaurantes, que bajarán de sus ostentosas camionetas y caminaran por las calles dos minutos sin sus escoltas.  Bastaría con asumir el resultado de las encuestas, pues en todas se refleja el colosal fracaso de la "revolución".

La verdad es que estamos ante una nueva estafa a los más pobres, un vil intento de manipular políticamente a este pueblo que sufre grandes calamidades. El gobierno se sabe incapaz de ofrecer soluciones reales y opta por alimentarle expectativas a los más humildes. Así, quien tiene hambre es probable que se haga pasar por chavista y busque su carnet por aquello de "uno no sabe, a lo mejor me dan…". Esa práctica fascista es perversa pero no es novedosa. Lo mismo se hizo con la llamada "Gran Misión Vivienda": censaron a todo el que soñaba con un techo propio, luego hacen una cadena nacional para entregar 50 viviendas y dicen que han construido millones de ellas; le generan a la gente la falsa ilusión de que "en cualquier momento me toca a mí". Ese es el libreto y así hacen hasta con las medicinas. Juegan con las esperanzas de los más pobres, tal vez lo único que realmente ellos poseen hoy.  Esa es la receta cubana desde el principio. Sin embargo, el resultado ha sido el brutal incremento del déficit habitacional, una crisis social pavorosa y más recientemente, la monumental paliza en las elecciones parlamentarias.   El gobierno que llegó al poder con una retórica en defensa de los pobres, paradójicamente hoy -luego de transcurrir casi dos décadas- ha elevado a niveles dramáticos la pobreza y desarrolla políticas que condenan a la población a una eterna miseria, la cual contrasta con la obscena riqueza de las cúpulas podridas del régimen. El Carnet de la Patria no solo es un fraude sino una muestra de exclusión. No se carnetiza a todas las víctimas del gobierno, sino sólo a aquellas que estén dispuestas a mostrar lealtad a sus victimarios.  Si el objeto fuera brindar algún beneficio ¿No bastaría con la cédula de identidad? ¿Por qué condicionar políticamente los beneficios que el Estado está obligado a garantizar a la ciudadanía? ¡Fascismo puro!

Insisto esta práctica no es novedosa, incluso al insepulto le funcionó en su momento. Pero aquí cabe advertir que "Maduro no es Chávez". Además, la crisis es espantosa y puede desbordar al país.  Aunque la propaganda oficial es abrumadora, el rechazo crece día a día, pareciera que el proceso de deterioro del gobierno es irreversible. Claro, lejos de subestimar las truculencias del gobierno, es necesario advertir este fraude al pueblo que pretende aprovecharse de sus necesidades y manipular sus esperanzas. La denuncia procede aunque -a esta altura- el país sabe que con el modelo económico cubano y la incapacidad de la corrupta élite chavista, será imposible generar la confianza necesaria para reactivar el aparato productivo y superar la crisis. Todos saben que la incompetencia del gobierno solo se compara con su inmensa vocación delictiva.

Twitter: @richcasanova

viernes, 13 de enero de 2017

SOLO ASI DERROTAREMOS A LA DICTADURA

A nadie sorprende el cinismo de este gobierno de golpistas convictos y confesos, acusando de subversión a una oposición que sólo pide elecciones para superar la crisis. La idea de contarse les aterra y para evitar tal posibilidad, optan por la represión contra diputados y líderes opositores. Tampoco sorprende que el gobierno más corrupto del planeta, intente montarle una olla al Gobernador Henrique Capriles y pretendan inhabilitarlo políticamente. ¿Le tienen miedo? Ya decía Michel de Montaigne que "la cobardía es la madre de la crueldad".  En fin, nada sorprende de este gobierno mentiroso, inepto, inmoral y con una infinita vocación delictiva.  Lo que sorprende es que la decisión soberana de la Asamblea Nacional (AN) declarando que Nicolás Maduro abandonó del cargo, sea cuestionada por algunos opositores utilizando argumentos leguleyos en un país donde el régimen viola permanentemente la constitución y los DDHH, manipula el sistema judicial, amedrenta a la población y por si fuera poco, ha hecho todo por desconocer a ese parlamento que los venezolanos elegimos.  No se trata de justificar lo ilegal pues se han expuesto ampliamente los argumentos jurídicos para esta decisión. Sino de entender que ella ha sido tomada en base a los criterios legales del parlamento y debatir cualquier discrepancia, es legítimo pero solo tiene pertinencia en un país donde prevalezca el Estado de Derecho. Esa discusión no tiene sentido, a menos que usted crea que estamos en una democracia. En todo caso, nadie entiende el furor de esos grupos -minoritarios, por fortuna- al oponerse a la iniciativa. Lo único que les falta es acudir junto a Nicolás Maduro al TSJ.

Otros esgrimen que la medida es "ineficaz e inejecutable". Tener dudas sobre el resultado de esta ruta que ha asumido la unidad democrática es comprensible pues la incertidumbre es el signo de estos tiempos. ¿Acaso en dictadura puede alguien predecir el resultado de algo? Cualquier iniciativa que plantee la oposición será declarada inconstitucional por el inmoral TSJ, por eso el valor de esta resolución de la AN es político, no jurídico.  En dictadura no hay iniciativa eficaz sin respaldo popular y ninguna medida es ejecutable sin presión social e internacional.

Si el gobierno ha insistido en desconocer a la oposición y a la AN, obviamente el país terminará desconociendo al gobierno. ¡Hacia allá vamos! ¿O hay otra alternativa? Ya agotamos la vía del diálogo, pagando un alto costo pero reafirmando nuestro talante democrático y desnudando al régimen ante el mundo. Luchamos por el Revocatorio pero nos robaron ese derecho constitucional y amenazan con no hacer más elecciones. Es el gobierno quien ha frustrado la ruta electoral.  En este contexto, el abandono del cargo es sobre todo es un recurso político de las fuerzas democráticas para exigir unas elecciones generales, estos comicios son en definitiva el objetivo. Ese dictamen del parlamento -antes de la mitad del periodo- es un punto para apalancar la movilización popular pero también es la base constitucional para declarar la vacante absoluta que activa la convocatoria de elecciones.  La conclusión es obvia: a los demócratas nos corresponde acompañar en las calles –sin violencia pero con firmeza- la decisión del único poder legítimo que queda en Venezuela.  Solo así derrotaremos a la dictadura.

viernes, 6 de enero de 2017

LA LUZ DEL CALLEJON

Un nuevo presidente de la Asamblea Nacional al día siguiente que Nicolás Maduro cambia su gabinete: dos eventos conexos que hay que analizar por separado. El nuevo gabinete es un intento de minimizar un acontecimiento que no pudieron impedir: la instalación de la nueva directiva del parlamento. También es la expresión de una voraz crisis interna en el PSUV: la designación de Tareck El Aissame como Vicepresidente, no es una decisión autónoma de Maduro sino el resultado de una negociación en debilidad para buscar el equilibrio mínimo y sobrevivir. ¿O alguien cree que Maduro quería designar a un vicepresidente tan desprestigiado y cuestionado?  El conflicto pica y se extiende: así lo indica la cara larga de Aristóbulo Isturiz, al pasar de ser "el segundo a bordo" a un folclórico Ministro de las Comunas.  Elías Jaua y Adán Chávez también aspiraban el cargo y para desgracia del país, ese par de trogloditas terminaron como Ministros de Educación y de Cultura, algo digno de “aunque usted no lo crea”.  Diosdado, Padrino López y demás dinosaurios del militarismo tienen las garras sobre Maduro, quien está contra las cuerdas mientras el país sigue cuesta abajo en su rodada. 

En efecto, la crisis ya hoy es pavorosa y todo indica que se agudizará: no existe una sola razón para suponer una reactivación económica con este hamponato en el poder. Y no basta con sacar al presidente, como ahora apuestan –según dicen- el llamado Cartel de los Soles y otros grupos internos.  Para completar el cuadro, sume usted el ascenso de Trump a la presidencia de EEUU, el descrédito internacional de la narco-revolución chavista y la burla al Vaticano, cuya primera consecuencia es el endurecimiento de la postura de la iglesia, un factor de poder que tiene más de 2000 años de experiencia en estas lides. En otras palabras, el gobierno está aislado y en una debilidad extrema, aunque algunos no puedan verlo, quizás porque solo ven la superficialidad de una realidad muy compleja.

En este contexto, asume Julio Borges la presidencia de la AN. Su discurso tuvo dos vectores principales: un mensaje a nuestra FAN y una jugada de avance en el tablero: anunciar la declaratoria del "abandono del cargo".  El gobierno apelará al TSJ para desactivar esa bomba pero es un conflicto en desarrollo, cuya deriva está por verse y donde unas elecciones generales son una opción, incluso para Nicolás Maduro, si quiere preservar el liderazgo interno.  En principio, este paso puede lucir como "un callejón sin salida" y aquí cobra sentido el mensaje de Julio Borges a la institucionalidad castrense. Lógicamente, hay algo que debemos asumir: el “diálogo” fue el último y muy necesario intento de alcanzar una salida democrática convencional.  Su fracaso colocó -no a la oposición, ni al gobierno- sino al país en un callejón sin salida. ¿Que nos queda? ¿Insistir en el diálogo? ¿Esperar al 2018 mientras el país se desangra? ¿Apostar a unas elecciones regionales que no sabemos si se realicen? ¿O que la AN se limite a legislar como si fuera un país normal? Digo, si es que antes la satrapía no disuelve el parlamento.  Es decir, “llegamos al llegadero”, la única opción es luchar y hay una luz en el callejón. ¡Somos mayoría!  Razones hay muchas para salir a la calle a exigir la convocatoria a elecciones generales: el abandono del cargo y la presumible respuesta del régimen, será una más y la motivación para organizar la movilización del pueblo.