viernes, 22 de abril de 2016

LA RESPONSABILIDAD COLECTIVA DEL CAMBIO

Hace poco un amigo honestamente preocupado por el país, compartió un texto -ignoro su autoría- que develaba con crudeza la insostenible realidad económica y social que sufre hoy la población y planteaba la posibilidad de un colapso general de los servicios en Venezuela, escenario que hemos explorado desde este espacio en otras oportunidades pues con un gobierno tan inepto e irresponsable tal cosa es probable. El punto es que ese texto que en principio compartimos, al final se limita a la crítica y termina con algunas preguntas que evidencian un serio problema como sociedad y una cultura política con pesados lastres. La primera pregunta era: ¿ante este cuadro dramático, que va a hacer la oposición? La interrogante está planteada en tercera persona, por lo que se infiere que quien la fórmula no se siente parte de la oposición. Este hecho aparentemente irrelevante, nos recuerda la teoría del Fatalismo Latinoamericano de Ignacio Martín Baró, según la cual nuestros pueblos asumen que el destino (fatúm) es determinante y que la solución de nuestros problemas depende de factores externos, incluyendo a Dios, la brujería o la suerte. Nos referimos a la eterna esperanza de que "alguien" vendrá a solucionar nuestros problemas: la oposición, un nuevo mesías, el gobierno o la benevolente providencia cuando toque a mi puerta. Así se explica desde la perspectiva de la sicología social, como el gobierno siempre culpa a otros de sus fracasos y por varios años, buena parte del país le creía ciegamente. Ante esta pregunta, pensé responder con una larga lista de cosas que hacemos en la oposición desde los partidos, la MUD, el parlamento, los consejos municipales e infinidad de movimientos y organizaciones... Para después devolver la pregunta: ¿Y usted que está haciendo? 

Luego abandoné la idea pues la preocupación crecía con la segunda pregunta: ¿Creen en la MUD y en la AN que el país resiste hasta noviembre o diciembre a la espera de un incierto revocatorio, que el TSJ y el CNE impedirán? No sé hasta cuando aguante el país, nadie lo sabe y la sensación de que estamos sentados en un polvorín es algo que podemos compartir. La discrepancia está con ese pesimismo crónico de una parte del país que nunca es capaz de creer en nuestras propias capacidades como país y no pierde tiempo para atribuirle al gobierno un poder que no posee. La misma actitud de quienes pronosticaban perdidas las elecciones parlamentarias, si es que las convocaban. El autor del texto califica como incierto el revocatorio y anuncia con certeza que el gobierno lo impedirá. Al contrario, ni Chávez -con un liderazgo más sólido que Maduro y en un país menos deteriorado- pudo impedir que se convocara. ¿Por qué entonces esa insistencia ahora en subestimar nuestras propias fuerzas? ¿Acaso algún éxito ha tenido la campaña de desaliento del G2 cubano para desmovilizar a los sectores democráticos? Impedir el éxito de esas oscuras fuerzas, evitar que "gente buena" difunda estos mensajes y levantar el ánimo es el objeto de esta reflexión. La pregunta que hoy deberíamos plantearnos es ¿Qué podemos hacer desde la oposición? Y en vez de ayudar al gobierno criticando desde un teclado a los que hacen algo y arriesgan su pellejo, mejor preguntarse ¿Qué estoy haciendo yo por el cambio? Es hora de hablar menos y hacer más, de asumir la responsabilidad colectiva del cambio; de ser proactivo, optimista y confiar en la capacidad e inmensa fortaleza de un pueblo unido que busca construir su propio futuro. ¡El cambio es indetenible! 

 -- 
Twitter: @richcasanova

viernes, 8 de abril de 2016

¿CUAL ES LA REALIDAD DE NICOLAS MADURO?

Mucha gente sintió que no es posible un cambio pacífico y democrático en Venezuela al ver las agresiones contra la oposición a las puertas del CNE ante la mirada cómplice de la GN o cuando vio a Maduro enloquecido en una arenga contra la Ley de Amnistía y amenazando con liquidar a la Asamblea Nacional, utilizando al Poder Judicial. Que sintamos desaliento es justamente lo que quiere el gobierno y en alguna medida han logrado su objetivo: con tristeza, buscando futuro, más de un millón de venezolanos se han ido del país. Y ahora, ante la posibilidad de ser revocado, el régimen aspira que se vayan más, que menos gente vote y todos se resignen a esta larga pesadilla. Pero ahora hay otra realidad, esa fue la misma estrategia usada para evitar las elecciones parlamentarias, amilanar al país opositor y promover la abstención. Sin embargo, el resultado fue una votación masiva y una paliza monumental. Entonces ¿Cómo interpretar el momento para superar la crisis? ¿Cuál es la realidad de Nicolás Maduro? La violencia verbal y física de Maduro y sus cómplices callejeros, son signos de desesperación, evidencian la inmensa debilidad del régimen y la cobardía de una cúpula podrida incapaz de dar respuesta al país. Lejos de desalentar, estas tropelías nos confirman que vamos en la ruta correcta y que ciertamente es urgente revocar al irresponsable en cuestión. No vimos a un Jefe de Estado seguro de su liderazgo sino a un hombre asustado, enloquecido, pegando gritos y abrazando la disparatada propuesta del adulante y sinvergüenza Herman Escarrá, el mismo que los insultaba meses atrás, que proponía una "marcha sin retorno” contra ellos y amenazó al insepulto con ponerlo tras las rejas por los crímenes cometidos. Si ahora ese es el asesor de Maduro, saque usted sus propias conclusiones. Más aún, que el TSJ reduzca el mandato de la Asamblea Nacional no sólo es una propuesta descabellada e inaplicable sino que muestra la vocación golpista de Maduro y su pandilla, debilita al gobierno en los escenarios internacionales y abre la posibilidad cierta de activar la Carta Democrática Interamericana. Es decir, esa propuesta del voluminoso zángano solo le complica el panorama al régimen. Un observador agudo también notaría que se trata de un gobierno sin pueblo. En efecto, la concentración convocada para oír el llantén de Maduro era en realidad una mini asamblea presentada -gracias a los efectos de cámara- como una multitud. Un detalle adicional: los aplaudidores portaban unos carteles con un "NO" inmenso y otras palabras en letras pequeñas ¿Era NO a la Ley de Amnistía o saben que es inevitable el revocatorio y ya están en campaña? Sin duda, todo es parte de un show electorero. Finalmente, aunque ahora tenemos certeza sobre la ruta para cambiar el gobierno, también tenemos claro que el parlamento se desgasta y que objetivo requiere presión social e internacional. Y nos referimos a una acción de calle vigorosa pero pacífica, sin pisar el peine de la violencia que invoca y promueve el gobierno. En fin, no es cruzados de brazos como saldremos de esta oscurana… #RevocatorioYA

domingo, 3 de abril de 2016

LA VENTANA ROTA Y LA VIOLENCIA EN VENEZUELA

En tiempos de revolución, la muerte y la violencia no toman vacaciones, ni conocen días santos. El Domingo de Ramos apareció una noticia que luce espantosa, si la vemos en perspectiva. Decía la reseña: ¡Se impone el hampa! Ofrecen dólares por cada policía que asesinen. “El Lucifer” el nuevo líder de "Los Sin Techo", logró unir a las bandas de El Cementerio y está ofreciendo pagos en dólares por cada funcionario de seguridad que caiga...". Obviemos el pago en divisas, moneda a la que sólo tiene acceso el gobierno y el narcotráfico -cuyas fronteras son muy difusas, por cierto- y destaquemos que ya no solo es la ciudadanía en riesgo, ahora quienes deben garantizar la seguridad están en la mira y hay recompensa por su cabeza. Este es un signo inequívoco de carencia de autoridad: un país sin ley, donde la capacidad del gobierno para poner orden es tan precaria que bordeamos los límites de la anarquía. Son cotidianos los linchamientos y la violencia extrema. "Ese país no es nuestra Venezuela", decía Henrique Capriles a propósito de un ser humano que era quemado en las calles. La espeluznante escena de los jóvenes policías asesinados en Táchira por otros muchachos que los arrollan sin tocar el freno, es motivo de reflexión. ¿Qué nos está pasando? Vivir en un país donde reina la injusticia y la impunidad, donde la vida pende de un hilo y no hay gobierno, es como un abismo sin fondo, cada vez más oscuro. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Viene a nuestra memoria la célebre Teoría de la Ventana Rota (Philip Zimbardo, Stanford University) para explicar el contagio de conductas incivilizadas en la sociedad. La indiferencia ante detalles como una ventana rota nos dice "nadie cuida esto, puedes romper ventanas". Y si quien las rompe es el encargado del orden, no existe razón alguna para que cualquiera lo haga. La trágica realidad de hoy puede tener muchas explicaciones pero una es determinante: la impunidad propiciada por un gobierno con vocación delictiva que irrespeta permanentemente las leyes, abusa del poder y es el principal promotor de la violencia. Nada podemos esperar si quienes deberían dar ejemplo de orden y respeto, son los corruptos y violadores de DDHH que mantienen una íntima relación con colectivos armados o grupos irregulares como las FARC y hasta son señalados como presuntos narcotraficantes, sin que exista el menor indicio de justicia pues los responsables de impartirla son cómplices de la barbarie. Delinquir sin temor al castigo es el ejemplo. Pero cuando se quiebran las referencias morales, la ética y las normas que garantizan la convivencia; entonces se deteriora aceleradamente el tejido social, se pierde el orden y la propia comunidad. En fin ¿Alguien cree que con este gobierno es posible frenar al hampa y recuperar la tranquilidad, seguridad y calidad de vida que nos merecemos? En esta hora angustiante y tenebrosa, donde el futuro se nos deshilacha, la patria se desangra y vive un luto permanente, solo puedo pedir a cada quien que responda desde el fondo de su corazón y actúe en consecuencia. Mi conclusión es que la primera tarea que tenemos como ciudadanos y como hijos de esta hermosa tierra, es cambiar a este gobierno... Y ojalá no insistan en cerrar los cauces democráticos y termine siendo la calle el único escenario para la supervivencia y la esperanza. Dios bendiga a Venezuela