lunes, 6 de noviembre de 2017

LA NUEVA REALIDAD Y LA RUTA A SEGUIR - PARTE II

La semana pasada analizamos la realidad actual y dejamos claro que nuestra lucha no es por unos cargos sino por un cambio. Urge un liderazgo que demuestre su compromiso al país y sea capaz de empinarse por encima de intereses personales o partidistas, por muy legítimos que sean.  La gente evalúa en silencio.  Lo cierto es que el gobierno pretende destruir definitivamente al voto como herramienta democrática y nosotros estamos obligados a restablecer las condiciones electorales para cambiar al régimen en unas elecciones presidenciales el próximo año, ese debe ser el único y verdadero objetivo, debe ser el punto de encuentro de la oposición democrática. Quien tenga otro objetivo, que se vaya a las montañas o se inscriba en el PSUV. Para construir una ruta en esta nueva realidad debemos valorar -entre otras muchas cosas- lo siguiente: 

1) La unidad no depende de un grupo, ni debe responder a coyuntura alguna. Y las elecciones municipales es una de ellas, su resultado no cambiará la realidad: la oposición seguirá siendo mayoría aunque no se exprese y el gobierno una minoría corrupta, fracasada y sin futuro. De manera que la unidad debe sustentarse en un plan con visión estratégica que se traduzca en una ruta compartida por todos, más allá de las diferencias. Lograr eso exige responsabilidad y madurez política. 2)  El respaldo internacional debe tener una expresión concreta, trascender de la retórica diplomática.  No hablamos de una invasión gringa, ni de ninguna de las pendejadas que cacarea la dictadura. Nos referimos a activar mecanismos establecidos en la ONU y desplegar acciones multilaterales de orden institucional, contundentes y efectivas, orientadas a forzar al gobierno a unas elecciones libres con observación internacional, realizadas en estricto apego a lo que establecen las leyes vigentes y la Constitución. Es claro que voluntariamente la dictadura no restablecerá las condiciones electorales, ya ha demostrado que prefiere la total destrucción del país.  3) La lucha política debe tener lo social como componente fundamental. El régimen es incapaz de superar la inmensa crisis, todo lo contrario: la tendencia es aterradora, el fantasma del default aparece mientras el hambre recorre las calles, la escasez y la inflación tienen al país en el hueso. Así las cosas, hay que exigir condiciones electorales pero es indispensable acompañar al pueblo en su angustia, darle mayor contenido social a nuestras luchas.  4) El régimen es inescrupuloso; miente, manipula y utiliza al Estado como arma es esta guerra sicológica contra el pueblo.  También tenemos un país susceptible al populismo, dispuesto a votar por quien lo oprime, tentado por las prebendas cuando la esperanza se quiebra.  Frente a esta realidad, hay que tener una estrategia comunicacional renovada, un mensaje claro, honesto y moralizante.  5) Todos tenemos que aportar, es hora de reivindicar el rol político del ciudadano y a la política misma. La anti-política nos trajo hasta aquí, el discurso contra "los políticos" es el aliento del militarismo y de todas las dictaduras. Los opositores que soñaban con destruir a la MUD, deberían constatar cuán inútil -incluso pernicioso- era su objetivo.  Es hora de la sensatez. Ante la guerra sicológica del gobierno, debemos derrotar al pesimismo, recordar a cada instante que somos mayoría y tener confianza en nuestras propias capacidades como país. ¡Venezuela no se rinde!

Twitter: @richcasanova

LA NUEVA REALIDAD Y LA RUTA A SEGUIR - PARTE I

Hasta quienes tenemos un optimismo a prueba de balas, por un momento nos sentimos heridos. Por fortuna, en un país de guerreros pronto tomamos conciencia de la realidad.  Ciertamente, el país está en una depresión colectiva, el gobierno ha ganado una batalla en esta guerra sicológica contra el pueblo al mostrar una fortaleza ficticia y una inexistente victoria. Veamos los hechos: en las peores condiciones y ante un régimen inmoral, la oposición ganó 6 gobernaciones incluyendo Zulia y Bolívar. Sin mencionar el obsceno asalto en Miranda y otros estados. Pero luego de tantas tropelías, aún tienen menos gobernaciones que antes. Entonces ¿Que realmente ganó el gobierno?  O vamos a revisar nuestros conceptos porque llamar victoria a esta inmundicia es como calificar de triunfador a un ladrón.

Hasta las parlamentarias del 2015, el CNE abusó y permitió el ventajismo pero guardó las formas democráticas, pese a ello la mayoría venció los obstáculos y se expresó. Hoy la dictadura tomó la decisión de asumir su condición, se propuso destruir el valor del voto como instrumento de cambio y dinamitar la ruta democrática. Sin dudas, estamos ante una nueva realidad, pero ¿ella hace más fuerte al gobierno? ¿Acaso dejó de ser una minoría y ahora tiene apoyo popular? ¿Desapareció el severo cuestionamiento al gobierno en el plano internacional? ¿Podrán mostrar su fortaleza -ahora si- con una gestión exitosa, resolviendo los problemas de los venezolanos y superando la crisis? ¿Podrán reactivar la industria petrolera y en general, el aparato productivo? ¿Controlarán la pavorosa inflación y pondrán fin a la escasez? ¿Quién va prestarle más dinero o de donde sacarán recursos para atender la demanda social? ¿Dejarán de pagar deuda? ¿Cómo pagarán a la hipertrofiada burocracia estatal? En fin, no hablemos del colapso eléctrico que amenaza al país, de la crisis hospitalaria o del caos de los servicios. En Caracas ya es "normal" 3 días sin agua potable. Pregunte por el gobierno a una madre cuando sus hijos pasan hambre, cuando va al mercado o a la farmacia ¿Qué dirá el transportista que busca repuestos o cauchos? Y podemos hacer mil preguntas más cuya respuesta es muy obvia: el país se hace inviable. Entonces ¿cuál es la fortaleza?  No es fuerte la cúpula cubano-militar que "gobierna" utilizando el poder de las armas para imponerse y robarle la esperanza a un pueblo; como tampoco es fuerte el ladrón que usa su pistola para quitarle a usted la cartera. En ambos casos se trata simplemente de un delincuente.

Aprovechando el enrarecido ambiente del país, el hamponato gubernamental convoca a elecciones municipales con la truculenta intención de mostrar al país una nueva "victoria" y desmoralizar definitivamente a la sociedad democrática.  La decisión de no participar en esos comicios no fue fácil. Pero ante una dictadura que se quitó la careta, no se trata de "ganar" unas alcaldías sino de lograr el restablecimiento de condiciones electorales en Venezuela. Nuestro objetivo es cambiar al régimen en unas elecciones presidenciales el próximo año y para ello, no podemos aceptar las condiciones impuestas por la ilegítima constituyente cubana para impedir una expresión auténtica y libre de la soberanía popular. Nuestra exigencia al mundo es clara: elecciones libres realizadas en estricto apego a lo que establecen las leyes vigentes y la Constitución.  Esa es la lucha que hoy está planteada para lo cual es imprescindible mantener clara conciencia de la debilidad del gobierno y la plena convicción de que somos mayoría. ¡Venezuela no se rinde!