domingo, 29 de noviembre de 2015

VIOLENCIA POLÍTICA Y TERRORISMO DE ESTADO

Ocultar su fracaso, el despotismo y la voraz corrupción detrás de una supuesta confrontación histórica entre pobres y ricos, ha sido una práctica constante de la autodenominada “revolución bolivariana”. En medio de su pasticho ideológico, muestran una tendencia a reivindicar que la lucha de clases y el materialismo histórico justifican la violencia política. Desconocen que la siempre manipulada frase de Karl Marx: “la violencia es la comadrona de la historia”, puede entenderse también desde la perspectiva de Santo Tomas de Aquino, una de las grandes figuras de la teología y cuyos aportes filosóficos a la doctrina católica son invaluables. Tomas de Aquino también autorizó la violencia política en el siglo XIII, al justificar el levantamiento popular contra gobiernos tiránicos. Lo medular es que tanto el católico y el ateo como el revolucionario y el conservador, en sus reflexiones políticas han condicionado la violencia a lo moral y a los Derechos Humanos, cualquier otra interpretación es una perversión política inaceptable y forma parte de la criminalidad. En Venezuela, el problema radica en la amplia coincidencia entre Nicolás Maduro y su tocayo Maquiavelo, quien sentara las bases teóricas del Terrorismo de Estado. Ciertamente, en el siglo XVI Nicolás Maquiavelo hablaba de la “razón de Estado” para justificar la violencia pues consideraba a la política como una realidad ajena a toda moral. Hoy Nicolás Maduro reafirma sus carencias morales al responder con indiferencia, excusas, mentiras o medias verdades a un hecho insoslayable que constituye un crimen deplorable: el asesinato de un venezolano. Suponer que la víctima tenía nexos con el hampa y que su muerte es un “ajuste de cuentas”, ni siendo cierto justifica el homicidio, más bien evidencia el fracaso del gobierno en su lucha contra la delincuencia, si es que alguna vez emprendió tal lucha. Debemos destacar que el asesinato se comete en un contexto electoral y eso le da connotación política al crimen. Algunos advertían que dar excesiva notoriedad al hecho, jugaba a favor de la estrategia del gobierno de aterrorizar a la sociedad pero es inaceptable guardar silencio o moderar posturas, cuando la muerte toca nuestros predios. Al contrario, se hace indispensable una condena enérgica y que los presuntos autores paguen el costo político, solo así es posible evitar una escalada de violencia. De hecho, la contundente reacción de la comunidad nacional e internacional sugiere que al gobierno “le salió el tiro por la culata” y debe pensarlo muy bien antes de insistir en la ruta del terrorismo. Si la cúpula cubano-militar pensó que el asesinato de un dirigente podría intimidar al liderazgo democrático y amedrentar a la ciudadanía, seguro recapacitará al ver las imágenes que tomó el SEBIN de la gira de Henrique Capriles por oriente, las cuales evidencian un marcado contraste con la patética visita de Maduro a Anzoátegui. El gobierno descubrirá ahora que en tiempos de cambio, la injusticia es un acicate para la lucha democrática. Con Capriles, el entusiasmo desbordó las calles, la gente salía emocionada, nadie estaba ahí bajo amenaza, no había autobuses, a nadie le pagaron, ni se repartieron bolsas de comida. Sin duda, la oscuridad de la muerte es superada por la luz de la esperanza. El cambio es indetenible…

viernes, 20 de noviembre de 2015

EL SILENCIO DEL GOBIERNO

"Los narco-sobrinos" es un escándalo que tiene un costo político muy alto para el gobierno. El pueblo chavista que alguna vez -con razón o no- colocó sus esperanzas en la "revolución bonita", hoy se siente avergonzado. Para ellos debe ser repugnante aparecer asociado a este inmenso charco de corrupción y narcotráfico, lo mismo deben pensar sus aliados internacionales: ¡Maduro y Diosdado son una raya! Ni siquiera el cocalero Evo o el pervertido Daniel Ortega dan la cara hoy por sus benefactores. Un principio fundamental del derecho establece que se es inocente hasta que se demuestre lo contrario y en efecto: no prejuzgamos a nadie pero los ciudadanos tenemos derecho a la verdad y el gobierno debería garantizarlo, salvo que tenga algo que ocultar. Por otra parte, resulta inútil e insultante que respondan con el cuento de la conspiración, la oligarquía, el imperio, la derecha y demás necedades que han repetido por 15 años. La línea es el silencio. Para el aparato comunicacional del gobierno, Haití no existe y hasta intentaron desconocer el parentesco entre los narco-sobrinos y su tía. Algunos procuraron desestimar el caso advirtiendo que Cília Flores no es culpable de lo que hagan sus sobrinos y eso es cierto. El punto es que ella es Primera Dama y el gobierno debe explicar por qué sus sobrinos tenían pasaporte diplomático o por qué el piloto del avión en que viajaban era un oficial de nuestra FAN. Si cualquier ciudadano tiene problemas con su equipaje cuando supera los 25 kg ¿Cómo hicieron los narco-sobrinos para pasar 800 kg por el aeropuerto y la aduana, todas a cargo del hermano del Presidente de la AN y con custodia militar? La gente abriga sospechas porque ya antes pasaron una tonelada de cocaína por el principal aeropuerto del país, fue incautada en París y nadie investigó, ni hubo responsables. Existen dudas porque la gente sabe lo que pasa en la frontera y vio el operativo del gobierno para "rescatar" a un General acusado de narcotráfico, jamás se hizo investigación alguna y ahora es candidato oficialista al parlamento, el cual es presidido -por ahora y hasta diciembre- por un Teniente presuntamente involucrado. Tampoco es novedad que aparezca el nombre del gobernador de Aragua pues ya fue mencionado por el narcotraficante Walid Makled, entre otros. Tristemente, en Venezuela nada nos sorprende y todo queda en tinieblas. En ninguno de los casos mencionados se hizo un esfuerzo por determinar la verdad. Ahora, según el diario ABC de España, "la Casa Militar de Maduro custodió el traslado de la droga de sus sobrinos", algo que también quedará en las sombras. En Venezuela, no tenemos derecho a la verdad, todo está en penumbra. Hasta la nacionalidad del presidente es una presunción y nada que el tercio presente su partida de nacimiento. Tarde o temprano, ante la cadena de graves acusaciones, será inevitable una investigación sería e imparcial por parte del parlamento, la Fiscalía, incluso de la FAN, hoy empantanada hasta la gorra. Facilitar esa investigación es una obligación para cualquier gobierno honesto y responsable pero incluso para uno como éste resulta ineludible. Mentir ya no les funciona y el silencio dice mucho pues como advierte un refrán popular, "el que calla, otorga"… Nos vemos el 6D.

Patriotas Cooperantes, Narcotráfico y Revolución - 13/11/15

El “imperio” tiene vasta experiencia recibiendo a “patriotas cooperantes” y Leamsi Salazar –ex escolta de Diosdado Cabello- no es el primero y mucho menos será el último, lo cual debe quitarle el sueño a más de uno. En 1986 el Mayor Rodríguez Menier, abandonó su centro de espionaje en Hungría y desertó del servicio de inteligencia cubano para vivir bajo protección federal en EEUU y proveer información sobre las operaciones de narcotráfico en Cuba, incluso testificó en cortes francesas en el caso del terrorista Carlos “El Chacal”, agente de origen venezolano al servicio de La Habana y pariente de algunos facinerosos rojos, por cierto. Para Rodríguez Menier, la revolución comenzó a involucrarse en el narcotráfico durante la década del 70 y en algunas de las publicaciones del intelectual Marcelo Fernandez-Zayas, se certifica que fue a principio de los años 80, por lo menos. Hay testimonios de que el colombiano Fabio Vázquez Castaño, representando a movimientos insurgentes de su país, contactó a Manuel Piñeiro Losada –el famoso “Barba Roja” de la Sección de Inteligencia del Partido Comunista Cubano- para proponer la adquisición de armas vía Cuba para la lucha armada en Colombia y el pago en cocaína. Al comunicar la propuesta, Barba Roja argumentó que las drogas irían finalmente a EEUU, siendo un elemento desestabilizador del gobierno y de la sociedad de ese país. Además, la cocaína era una suerte de moneda convertible que ayudaría a las finanzas cubanas y con esta operación se apoyaba a los rebeldes colombianos. El negocio fue aprobado por la más alta jerarquía la revolución: Fidel Castro, su hermano Raúl y el general José “Pepe” Abrahantes, a la sazón Ministro del Interior. De las confidencias de Leamsi Salazar a las autoridades norteamericanas –según relata en su libro el periodista Emili J. Blasco- uno puede concluir que aquellos argumentos se mantienen vigentes para la casta revolucionaria criolla. Pero antes y ahora, este negocio terminó alimentado la insaciable voracidad de una cúpula tremendamente corrupta, supeditando el objetivo político al capitalista interés mercantil. ¿Le suena familiar a mis amables lectores? Lógicamente pues la “revolución bolivariana” está bajo la tutoría del poder cubano. En estas oscuras operaciones siempre se involucra a familia o gente del entorno más íntimo, quienes muchas veces son después sacrificados para salvar a la revolución. Tal fue el caso del propio “Pepe” Abrahantes, sospechosamente muerto en prisión. O el fusilamiento del General Arnaldo Ochoa –héroe de la revolución cubana - y tres oficiales más acusados de narcotráfico, incluido Tony De la Guardia, hombre con mucho poder que manejaba asuntos personales de Fidel y hasta permanecía en su habitación cuando éste se bañaba y se vestía. Abrahantes no sólo era Ministro del Interior, sino jefe de la guardia personal de Castro, desayunaban juntos y llevaba consigo las medicinas de Fidel. Como si fueran sus hijos o sus sobrinos más queridos, De La Guardia y “Pepe” Abrahantes tenían una relación muy íntima con Fidel pero ella no impidió que luego fueran sacrificados en nombre de la revolución o quizás anticipándose a la traición. En algunas esferas de poder en Venezuela se preguntan hoy ¿quién sacrifica a quien? Les angustia que cualquiera puede convertirse de pronto en “patriota cooperante” de la DEA… ¡Así ha sido siempre!

domingo, 8 de noviembre de 2015

LA DIMENSION CULTURAL DEL CAMBIO (II)

La degeneración cultural impuesta por el militarismo y la permanente pérdida de identidad sustentada en el populismo y la demagogia "revolucionaria", no sólo está referida al arte y el espectáculo, a la gestión de lo cultural o de los espacios destinados a tal uso. Esta tragedia también tiene una nítida expresión en el ámbito de la cultura ciudadana. En efecto, durante estos años se ha exacerbado la "viveza criolla", ha habido una sensible pérdida de valores, un marcado deterioro del sistema educativo y un desprecio por el trabajo honesto y productivo. El gobierno aspira tener un país de mendigos con la mano estirada a “papá Estado”. En este país dramáticamente empobrecido y culturalmente castrado, el nivel de vida de la burocracia del PSUV muestra sin rubor una opulencia que resulta francamente obscena y constituye un mensaje inmoral que legitima el facilismo y la corrupción en la sociedad. Mientras proclamaban que "ser rico es malo", en la práctica reafirman la idea de que para ser millonario, no es indispensable estudiar, ni el trabajo tesonero sino que basta con estar enchufado. La honestidad y la constancia no son virtudes revolucionarias, lo que realmente es admirable en el chavismo es el servilismo y la adulancia. La meritocracia como mecanismo de reconocimiento y superación fue devastada por "el proceso" desde sus inicios. Sin duda, una sociedad desolada cívica y culturalmente fue la lógica aspiración del “comandante eterno”, quizás una consecuencia del odio y resentimiento social que albergó en vida el insepulto. Evidencia del deterioro de la cultura política del venezolano es la vulnerabilidad de nuestra sociedad a la demagogia y al populismo, lo que explica que aún 20% de la población –que no es poca cosa- respalde al gobierno más inepto y corrupto de la historia. Entre el militarismo y la anti-política que subyace en el alma de este régimen fascistoide, durante estos años se ha atentado contra la Política como servicio público. Con una retórica "socialista", paradójicamente han relegado lo social a un segundo plano y la mística se ha vuelto tan escasa como la leche, la harina o el papel tualé, para solo mencionar algunos de los muchos artículos que brillan por su ausencia. Naturalmente, la política sin mística y sin referencias éticas es una perversión. Por otra parte, el irrespeto permanente a quienes piensan distinto, promueve también un clima de intolerancia con visos de violencia. De pronto, uno siente que en ésta Venezuela "revolucionaria", el abuso se ha impuesto como norma, la impunidad campea y la injusticia amenaza con eternizarse. Por fortuna, no es así. El 6D daremos el primer paso para recuperar a esa Venezuela honesta y de trabajo, respetuosa y solidaria. El cambio supone un país donde prevalezca la justicia y para eso necesitamos un liderazgo que promueva con su ejemplo el rescate de los valores y una cultura ciudadana signada por la responsabilidad y el compromiso. Obvio, el desafío que nos planteamos va mucho más allá de ganar una elección, se trata de rescatar a un país.