DALE TU MANO A LA DEMOCRACIA

DALE TU MANO A LA DEMOCRACIA
Por la ruta al progreso, la libertad y la justicia social

I. DE DONDE VENIMOS
Una larga historia de violencia, procesos bélicos con otras naciones, guerras civiles, caudillos y dictaduras militares signó de barbarie la vida de la nación desde los tiempos de la colonia hasta prácticamente la primera mitad del Siglo XX, esta es una realidad que no puede pasar inadvertida a la hora interpretar la cultura política del venezolano y comprender en su contexto global lo que está pasando hoy en nuestro país. A partir de la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez se abrió un período de relativa estabilidad política, alternabilidad en el poder y edificación de instituciones democráticas en Venezuela, lo cual abría la posibilidad de instaurar un régimen de libertades públicas e individuales que hiciera viable un desarrollo sostenible en lo político, lo económico y lo social, aspiración que se vio frustrada por el populismo y la corrupción de la élite gobernante. Sin embargo, ese período sirvió para sembrar en la sociedad venezolana una sólida cultura política democrática, la cual ha servido de muro de contención ante las pretensiones hegemónicas de quienes hoy ejercen el poder.
Durante la década de los 90 se evidenció un agotamiento del sistema político venezolano, cuya expresión más relevante fue la miopía del liderazgo nacional –no sólo político- para interpretar la realidad y generar alternativas, lo que evidenció la incapacidad del mismo para dar respuesta a las necesidades, expectativas y demandas colectivas. En este cuadro y bajo circunstancias muy particulares, surge la opción golpista con un discurso reivindicativo, con acento popular y espíritu vengativo que medraba en el resentimiento acumulado en una población que se sentía desatendida y marginada. Todo ello colocó al país en la difícil situación que hoy vive.

II. DONDE ESTAMOS
A finales de los años 90, una abrumadora mayoría del país sembró sus esperanzas en Hugo Chávez, quien generaba inmensas expectativas en los más diversos sectores de la vida nacional. Por sus dimensiones, tales expectativas sólo son comparables con la enorme frustración que ha desatado su gobierno, el cual lejos de superar los problemas ha profundizado una crisis política, social, económica y moral que amenaza con conducirnos al caos por los senderos de la violencia y el autoritarismo.
En lo social, son realmente alarmantes los altos niveles de Inseguridad y la manifiesta incompetencia del gobierno para enfrentar al hampa, hoy los venezolanos vivimos más inseguros que nunca, la criminalidad no tiene precedentes en nuestra historia.
Pese a los grandes esfuerzos por maquillar la realidad y manipular las cifras, se ha hecho inocultable el alto índice de desempleo y el desproporcionado incremento de la economía informal, situación que se ha agudizado –entre otras razones- por la discriminación política y exclusión laboral que se ha impuesto en Venezuela.
El déficit de vivienda es hoy superior a 1.800.000 Unidades y el gobierno ha demostrado su incapacidad para conciliar tecnología, capital privado e inversión pública a los fines de resolver el serio problema habitacional. Por otra parte, hay suficientes evidencias del colapso de los servicios públicos e infraestructura, particularmente en el área de vialidad, electricidad, acueductos y drenajes. Lo mismo podemos decir del deterioro de la infraestructura física del sistema de salud pública: es impresionante el abandono y desabastecimiento de hospitales y ambulatorios.
Un significativa parte de la opinión pública nacional e internacional considera que en Venezuela se han lesionado severamente los derechos y libertades públicas e individuales, particularmente la libertad de expresión, lo cual se ha puesto de manifiesto con los constantes acosos y persecuciones a periodistas, columnista y empresarios de medios de comunicación, siendo emblemático el cierre de un importante canal de TV por razones políticas y la incautación ilegal de sus equipos de transmisión. A esto hay que agregar las permanentes amenazas contra la independencia y autonomía de sindicatos, gremios, organizaciones civiles y universidades públicas, así como la creciente tendencia a estatizar empresas privadas por motivaciones eminentemente políticas.
Este cuadro ha propiciado un clima de enorme inseguridad jurídica, lo que a su vez ha generado la parcial paralización del aparato productivo y una drástica caída en las inversiones, con su consecuente impacto social. De manera que no causa extrañeza los elevados niveles de desempleo y subempleo que hoy acusamos, ni mucho menos puede extrañarnos que tengamos el índice de inflación más alto del continente o que comencemos a apreciar graves problemas de desabastecimiento de productos de la dieta básica, algo que lamentablemente pudiera agudizarse en el futuro. Como complemento, vale destacar que pese a los ingentes recursos recibidos ($ 500.000 MM aprox.), la Deuda Pública se ha incrementado en 326% y la economía registra un importante déficit en la Balanza de Pagos.
La imagen de Venezuela en el exterior se ha deteriorado notablemente. Además la política exterior de aislamiento y conflictividad, nos ha dejado fuera o muy debilitados en importantes escenarios internacionales como la Comunidad Andina de Naciones, Mercosur y la OEA. La diplomacia del insulto que práctica el Presidente y sus principales colaboradores, lesiona los procesos de integración y las relaciones con otros países. Mención particular merecen las preocupantes relaciones del Primer Mandatario con países que amenazan la paz mundial, con gobiernos autoritarios y líderes autocráticos.
Corolario de esta patética realidad lo constituyen las frecuentes violaciones a los Derechos Humanos por parte de funcionarios públicos o ciudadanos afectos al gobierno; el inmoral despilfarro del dinero de los venezolanos en el exterior, algo que supera la astronómica cifra de 35.000 MM de Dólares; el impúdico uso de recursos públicos con fines políticos, partidistas, electorales y para el financiamiento de una amplia campaña orientada al culto a la personalidad. En definitiva, hoy tenemos inocultables y muy elevados niveles de corrupción, impunidad y carencia absoluta de mecanismos de control institucional.
Sin embargo, vale destacar que hoy estamos donde estamos, no solo por la voracidad del régimen y la ambición desmedida de poder de un hombre de escaso talante democrático, sino también por la comisión de errores por parte de una oposición fragmentada y marcada por el inmediatismo y la ausencia de propuestas alternativas. El reconocimiento de tales errores no tiene otro propósito que la rectificación y la previsión.
En todo caso, queda claro que -hoy más que nunca- es imprescindible un cambio. Es impostergable detener el avance del autoritarismo y construir una salida democrática a esta crisis. A este propósito quiere el MAS dedicar sus esfuerzos. Como hacerlo es el epicentro de nuestros debates.



Caracterización política del régimen.
Mas allá de la diatriba entre oposición y gobierno, cualquier observador objetivo podrá evidenciar un notable deterioro de las instituciones de la república, la ausencia de autonomía de los Poderes Públicos y la politización de las Fuerzas Armadas, todo lo cual coloca en tela de juicio a la democracia venezolana. La subordinación de los poderes públicos a los designios del Presidente ha alcanzado niveles aberrantes y sinceramente obscenos, pero quizás el más peligroso para la vida democrática del país sea la extrema parcialización política de la administración de justicia, lo cual ha generado una impunidad sin precedentes y una seria lesión al Estado de Derecho en Venezuela.
Es imposible omitir el marcado rasgo militarista, no tanto por la excesiva presencia de efectivos militares en la administración pública como por la permanente utilización de la institución castrense como brazo armado en beneficio de una parcialidad política y como mecanismo de intimidación de la sociedad civil y de la disidencia política, lo cual se expresa claramente en la idea de que “esta es una revolución armada” y en la imposición dentro de la FAN de consignas políticas de inspiración cubana que representan la voluntad política de quienes hoy ejercen el poder: “Patria, Socialismo o Muerte”. Esta manipulación es tan perversa y peligrosa como la reconocida pretensión de utilizar el sistema educativo para adoctrinamiento político e ideologización.
Lo otro que ha sido públicamente reconocido es la inclinación hacia la planificación centralizada, lo cual ha generado una excesiva concentración de poder en detrimento de la descentralización. Para imponer este fracasado modelo de planificación, el Presidente ha enmascarado su propuesta tras el llamado “Poder Popular” y ha utilizado al “socialismo” como excusa ideológica. Esta coartada generó en el pasado confusión y algunas solidaridades automáticas de países gobernados por socialistas democráticos. En la actualidad, para algunos se trata de un régimen protocomunista, para otros filofascista. Sin embargo, el propio Presidente ha demostrado que puede ser cualquier cosa dependiendo del auditórium y que su visión del mundo pertenece a un pasado lamentable, es atrasada, tradicional, conservadora, autocrática, militarista y opuesta al cambio social. Asume las peores cosas y reivindica explícitamente para sí la condición despótica y excluyente del comunismo muerto en el siglo XX. Para el MAS, ni Chávez es socialista, ni su gobierno es de izquierda. Esta afirmación tiene una especial significación, pues salir de la crisis a partir de la equivocada tesis de que este gobierno es de izquierda, puede conducir a un error mas grave aún. La salida no puede ser un salto a la extrema derecha, tampoco un salto atrás o una vuelta al pasado, mucho menos un salto al vacío, buscando atajos u opciones “fast track”. Lo que aspiramos es construir una nueva mayoría inspirada en la democracia, la solidaridad y la justicia social, que supere la pobreza y demás calamidades que padece el pueblo venezolano.

El comunismo del siglo XXI
En su proyecto hegemónico de poder, Chávez ha terminado asumiendo las peores cosas del socialismo burocrático, mostrando un renovado autoritarismo y reivindicando la condición autocrática y excluyente del proyecto político que encarna. De manera que el “Comunismo del Siglo XXI”, no es otra cosa que el resumen de las mas infames aberraciones cometidas por regímenes dictatoriales que la historia dejó atrás.
Para el Comunismo del Siglo XXI la democracia es accesoria e instrumental, solo un recurso que puede ser manipulable. La dependencia y subordinación de los Poderes Públicos al Presidente son rasgos determinantes de un modelo autocrático, lo que incluye la utilización de la FAN como instrumento político al servicio de quienes ejercen el poder. Por cierto, este tratamiento hacia la institución castrense, entre otras cosas, otorga al régimen una marcada fisonomía y vocación militarista que lo distancia de cualquier propuesta auténticamente socialista. En la propuesta oficialista el Estado es centralizado con una alta concentración de poder en la primera magistratura, una tendencia a la exclusión del sector privado y una inclinación desproporcionada a intervenir en todas las esferas de la vida nacional. El objetivo de la política es consolidar un poder hegemónico, su prioridad es la revolución, exportarla a otros países, derrotar al “imperialismo yanqui” o “la oligarquía”. La solidaridad y la inclusión son recursos retóricos, la práctica está signada por el populismo y nuevas formas de exclusión, principalmente por razones políticas.
En el Comunismo del Siglo XXI los Derechos Humanos están condicionados a intereses políticos subalternos o partidistas, la igualdad es un concepto que se aborda desde la perspectiva colectivista que promueve una sociedad homogénea, donde la pluralidad es restringida por la pretensión de un pensamiento único.
En el Comunismo del Siglo XXI la economía está al servicio del Estado, invirtiendo básicamente en la promoción del proyecto político, la adquisición de armas y la implementación de programas de corte populista que le permitan preservar e incrementar el poder. Considera a la globalización como un invento del “imperialismo”, sataniza al mercado y ejerce el control de precios de manera coercitiva. La economía es estatizada en nombre de la justicia social, restringiendo la iniciativa privada, alejando las inversiones y asumiendo competencias que tradicionalmente son ejercidas con mayor eficacia por sectores empresariales. Amenaza de manera permanente a la propiedad privada y concibe otras formas de propiedad –las cooperativas, por ejemplo- como instrumentos políticos de control social y mecanismos clientelares para conquistar voluntades. Su prioridad no es derrotar la pobreza, convive con ella, prefiere mantenerla como un mercado electoral cautivo (”Con hambre y desempleo, con Chávez me resteo”), para lo cual manipula a los sectores de escasos recursos, evadiendo su responsabilidad y culpabilizando de su situación a factores externos al gobierno, Se incorpora a “los pobres” en la retórica oficialista, pero la ejecutoria gubernamental tiende a incrementar los niveles de pobreza, sin embargo se intenta sacar provecho electoral de los desposeídos, sembrando odios y explotando resentimientos. La política se impone sobre la economía, la hegemonía se impone sobre el bienestar colectivo.
El Comunismo del Siglo XXI expresa de manera permanente su desprecio por las normas de convivencia, mecanismos e instancias internacionales, ejerce la diplomacia de la confrontación y el insulto. A partir de esta política, entiende la integración como un proyecto político sectario que responde a intereses facciosos, lo que justifica el reparto impúdico del erario público nacional a otros países, cosa que hace amparado en una falsa solidaridad con otros pueblos en detrimento del nuestro. La arenga “revolucionaria” manipula el concepto de Soberanía Nacional en procura de alentar la polarización política y mantiene un doble discurso con respecto al imperialismo, asume por ejemplo, una actitud pendenciera con USA que contrasta con la complacencia y subordinación frente a Cuba u otras naciones. Esta manera de entender la política exterior ha derivado en una absurda carrera armamentista que ha costado miles de millones de Dólares y abona muy poco –por decir lo menos- a la convivencia democrática, la paz y el desarrollo.



La reforma constitucional.
En medio del cuadro de calamidades que sufre el país, el gobierno evade permanentemente su responsabilidad y lejos de abocarse a solucionar los ingentes problemas que padece la sociedad venezolana, plantea un nuevo escenario de confrontación al proponer una reforma constitucional que concentra mas poder en manos del Presidente, amenaza seriamente a la propiedad privada y atenta contra la descentralización lesionando contundentemente la autonomía municipal y regional, abriendo incluso la posibilidad de eliminar ejecutivamente alcaldías y gobernaciones. Se trata de una reforma que le quita poder al ciudadano, colocando el centro de decisiones en la Presidencia de la República. Sin embargo, paradójicamente, se presenta enmascarada bajo una retórica sobre el poder popular y la participación.
La propuesta de reforma afecta igualmente la institucionalidad de la Fuerza Armada Nacional, subordinándola al Poder Ejecutivo, colocándola abiertamente al servicio de un proyecto político sectario e incorporando con fines proselitistas a unas supuestas milicias populares, acentuando así el rasgo militarista del régimen. En general, la nueva constitución –de aprobarse- le otorgaría un carácter autocrático, autoritario y personalista que haría imposible ocultar por más tiempo la verdadera naturaleza de la mal llamada revolución bolivariana. En este punto es importante destacar que el principal objetivo del Presidente con esta intentona constitucional es perpetuarse en el poder, por ello incorporó la reelección indefinida en el texto, la cual le permitiría postularse a la primera magistratura todas las veces que su insaciable ego y su ilimitada sed de poder así lo sugiera. Algo particularmente grave en un país donde está seriamente cuestionada la autonomía de los poderes públicos, el árbitro electoral está integrado por subordinados del Presidente y se han hecho cotidianos los obscenos abusos de poder y el uso impúdico de los dineros públicos por parte del sector oficialista.
Hasta ahora el Jefe de Estado ha vulnerado de manera reiterada el derecho constitucional a la propiedad privada, expropiando bienes, cerrando canales de TV, incautando equipos a las televisoras, estatizando empresas, forzando a sus propietarios a vender, revocando ilegalmente concesiones o utilizando cualquier subterfugio para justificar las arbitrariedades que hemos visto en los últimos años. Igualmente, en la práctica el Presidente ha acabado con la descentralización, asfixiando financieramente a gobernaciones y alcaldías; invadiendo sus competencias; imponiendo políticas; coaccionando, chantajeando o insultando a mandatarios locales y regionales; etc. Con respecto a la FAN, podemos decir algo similar, llegando incluso al extremo de imponer en su seno consignas políticas de inspiración cubana que promueven la violencia, aluden a la muerte y están identificadas con el sector oficialista, formando parte del arsenal –o mas bien, la cháchara- del llamado chavismo. Con ciertas dificultades y mucho rechazo, el Presidente –violando el orden constitucional- ha logrado cometer estas y otras arbitrariedades. Ahora, lo que si le es imposible hacer -sin pagar un elevadísimo costo político- es postularse nuevamente a la Presidencia de la República. Esta claro, entonces, que el principal objetivo de Hugo Chávez con esta reforma es la reelección indefinida, solo para él, vale aclarar.
Consciente del rechazo que genera la subyacente idea de un Presidente Vitalicio al estilo cubano, el Primer Mandatario ha intentado edulcorar su propuesta de reforma con planteamientos como la reducción de la jornada laboral y la incorporación de los trabajadores independientes a la seguridad social. Se subestima de esta manera la inteligencia y el nivel de información del electorado, pues ambos planteamientos son viables con la constitución vigente. Más aún, no han sido implementados por desidia, omisión e irresponsabilidad de la Asamblea Nacional y del propio Presidente, a quien ésta habilitó para que legislara por un período de 18 meses. Así las cosas, podemos decir que la reforma constitucional es un tema donde Hugo Chávez no las tiene todas consigo.
Finalmente, es bueno recordar que el MAS es una fuerza corredactora del texto constitucional vigente y respaldó su aprobación en el referéndum consultivo de 1999. Por tal motivo, nos sentimos con autoridad moral y política para exigir su cumplimiento, incluyendo garantías fundamentales como el Derecho a la Vida, actualmente amenazado por el hampa desbordada y por el abandono del sistema asistencial de salud. Aspiramos que se garantice el Derecho a la Vivienda en un país que exhibe un alarmante déficit habitacional. Nos preocupa que se vulnere frecuentemente el derecho a la Propiedad Privada, se hagan cotidianas las amenazas a la Libertad de Expresión o se convierta en letra muerta el Derecho al Trabajo consagrado en la Carta Magna vigente. Lamentablemente estos temas que inquietan a buena parte de la población venezolana, no están en la agenda de trabajo del Presidente, apenas están en su inagotable retórica populista.

III. EL PAIS QUE QUEREMOS

Los aportes del Socialismo Democrático
A lo largo de su historia el MAS ha realizado un intenso y fecundo debate en torno a la vigencia de la democracia y la necesidad de colocar los valores que la sustentan a la par de la lucha contra la pobreza y las desigualdades sociales. Umberto Cerroni, uno de los principales pensadores del PC italiano, sostuvo en plena crisis ideológica del comunismo a comienzo de los 80, que mas valía “una democracia sin socialismo que un socialismo sin democracia”. Hoy se ha logrado la síntesis. Cualquier proyecto futuro para nuestro país deberá contemplar de forma prioritaria los aportes políticos, económicos y sociales que el socialismo democrático ha hecho a la humanidad y que se han venido incorporando en países como Francia, Inglaterra, España, Alemania, Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda, Chile, Brasil, Uruguay y Australia, entre otros. No se propone una utopía, sino una forma de vida concreta.
En el MAS promovemos un Estado esencialmente democrático. Para nosotros la democracia es un elemento sustancial y la autonomía de los Poderes Públicos es un principio inquebrantable. El Estado es federal descentralizado, garantiza la producción de bienes y la prestación de servicios compartiendo responsabilidades con el sector privado, interviniendo solo para preservar la igualdad de oportunidades, restablecer equilibrios y corregir inequidades del sistema. En el MAS hablamos de un Estado que entiende a la Fuerza Armada como una institución no politizada, subordinada al poder civil, al servicio de la República y actuando como garante del orden constitucional.
El MAS coloca al ser humano como centro de la acción política, no con el carácter individualista que le asigna el liberalismo extremo, sino incorporando la solidaridad como un valor colectivo. No concebimos la exclusión, ni la discriminación por causa alguna; promovemos la inclusión social como un objetivo político del Estado, manteniendo como prioridad la solución de los problemas de la gente: Inseguridad, empleo, vivienda, salud, educación, servicios públicos, etc.
El MAS ha defendido y defenderá a ultranza los Derechos Humanos; luchamos por garantizar la igualdad y la administración de justicia con criterio independiente, apuntalando la existencia de un Estado de Derecho y de una sociedad diversa donde convivan múltiples visiones e intereses, sin menoscabo de la identidad nacional. Para el MAS la economía está al servicio de la sociedad y el Estado interviene solo para superar la incapacidad del mercado para administrar las variables sociales y redistribuir la riqueza, asumimos la globalización como una realidad y proponemos el diseño políticas para insertarse en ella, venciendo las limitaciones y desigualdades que impone. Los militantes del MAS podemos aceptar la existencia de una economía de mercado, pero jamás vivir en una sociedad de mercado. No creemos que “ser rico es malo”, prevalece la idea de que ser pobre es mucho peor, por ello apostamos a la generación de riqueza para todos como la vía idónea para superar la pobreza. Nuestra propuesta estimula la competitividad como mecanismo de regulación de precios, promueve la empresa privada como fuente primordial de generación de empleo y considera posible la justicia social preservando la propiedad privada como un derecho fundamental. No descartamos otras formas de propiedad, siempre que ellas no vulneren ese derecho y sean entendidas como formas de organización social para la producción.
En la propuesta del MAS, la política exterior se ejerce respetando a otros países, normas y convenios internacionales, organismos multilaterales y otras instancias que abogan por la democracia y la paz. La Soberanía Nacional no puede ser otro recurso retórico para la manipulación política, sino que debe ejercerse en el marco de lo establecido en la Carta Magna y de las disposiciones que establece el derecho internacional. Para nosotros, el Socialismo Democrático se concibe como un proyecto nacional, no copia modelos, ni acepta tutorías internacionales o imposiciones externas; de manera que el anti-imperialismo para el MAS es una postura de principios: rompimos con la ambición hegemónica soviética y cuestionamos por igual al imperialismo yanqui, al cubano o cualquier otra forma de dominación internacional. En este contexto, el apoyo a otros países debe tener fines institucionales, la solidaridad con otras naciones no puede tener motivaciones políticas, ni ser excusa para regalar los dineros del pueblo en el exterior. Así mismo, entendemos como necesaria la integración, la cual asumimos como un proceso político, económico y social que exige la construcción de consensos.

Reconciliar al país
Chávez ha tenido un relativo éxito en su empeño de dividir a los venezolanos, al menos le ha resultado útil como estrategia política y electoral, no podemos decir lo mismo desde la perspectiva de la paz ciudadana y la convivencia democrática. El Presidente ha levantado falsas barreras entre los venezolanos, invocando una inexistente lucha de clases, dividiéndonos artificialmente entre ricos y pobres, patriotas y traidores, revolucionarios y oligarcas, todo ello para generar un clima de polarización y mantener una amenaza de violencia. A tales fines se utilizan los mas variados recursos retóricos y simbólicos, siendo en muchas oportunidades realmente difícil entender los múltiples y muy frecuentes excesos del Presidente en esta materia, salvo asumiendo que desea generar una situación extrema en Venezuela. Lamentablemente no se trata solamente del discurso delirante de un hombre que tiene una insaciable ambición de poder y una marcada inclinación a la violencia, sino que hay un entorno que alienta ese camino, además de una maquinaria publicitaria y financiera al servicio de esta retorcida forma de entender la política y la vida misma.
Frente a esta constante instigación a la violencia hay que actuar, pues nadie puede predecir el desenlace si continuamos por este camino. De manera que la reconciliación del país no es una postura frente a la coyuntura, sino que constituye un objetivo político fundamental para quien se proponga construir una alternativa. Es sobre todo, un acto de justicia social y de reivindicación con un pueblo que inmerecidamente ha sido sometido a una gigantesca manipulación política.
La reconciliación del país supone diálogo. De lo que se trata es de reconocer al chavismo en sus bases, a ese pueblo que no ha cometido mas delito que tener esperanza y que no puede ser ahora el responsable de su propia frustración. Con ellos estamos obligados a dar un debate constructivo e incorporarlos a la vida democrática del país. Quebrar la polarización que prevalece hoy en Venezuela supone también un ejercicio de tolerancia y respeto por quienes opinan distinto. Reconocer al chavismo y comunicarnos con esa parte del país es indispensable para estructurar un acuerdo político y social que saque al país de este atolladero. El Debate que el país necesita no puede nacer bajo el signo de la exclusión, mas bien debe apostar a que la reserva democrática que existe en el campo chavista pueda expresarse e incorporarse en la construcción de una alternativa para la paz y el progreso. Eso es absolutamente posible, la realidad así lo sugiere. No es casual que una inmensa mayoría del país –incluyendo buena parte del “pueblo chavista”- rechace el cierre de RCTV y se oponga a la reelección indefinida. Respetando las diferencias, podemos encontrar coincidencias.
Tenemos que dar una demostración de tolerancia y respeto por quienes opinan distinto, precisamente lo que muchas veces le hemos exigido al Presidente. Se trata de reconocer “al otro” aunque piense distinto, solo así es posible construir una sociedad donde la diversidad sea fuente de riqueza, creatividad e innovación, donde el pluralismo sea el signo dominante. En definitiva, aspiramos promover una democracia sin exclusiones, inspirada en la paz y la convivencia, donde prevalezca la voluntad de las mayorías pero con respeto absoluto por la opinión de las minorías, donde se procure el consenso, se valore el disenso y podamos -unos y otros- sentir que Venezuela es verdaderamente de todos.

Reivindicar la política
Una alternativa democrática y progresista para Venezuela, pasa ciertamente por reconciliar al país, lo que supone un ejercicio de liderazgo y ciudadanía, es decir, es un acto eminentemente político. Por lo tanto, creemos necesario reivindicar la política como oficio, así como el rol de los partidos en la democracia, lo cual no debe entenderse como un desconocimiento de los errores cometidos, al contrario es imprescindible reconocerlos, aprender de ellos y rectificar cuando sea posible.
El MAS transitó la mayor parte de su historia confrontando las perversiones y desviaciones del bipartidismo, denunciando sus abusos y errores, e incluso fuimos los primeros en derrotarlo cuando impulsamos la descentralización y ganamos gobernaciones de importantes estados del país como Aragua, Zulia, Portuguesa, Sucre y Delta Amacuro. De manera que nos sentimos con autoridad política para acompañar los reclamos y exigencias a aquel liderazgo, incluso no tenemos problema en asumir la cuota de responsabilidad que nos corresponda en lo errores que pudieron haberse cometido, pero estos justos reclamos se convirtieron en una campaña contra “los políticos” y “los partidos”, la cual estaba inspirada en intereses particulares, algunos legítimos, otros inconfesables. Esta inclemente campaña se amparaba en una absurda tesis que denominaban la “antipolítica” y cuyo resultado más ostensible es precisamente la realidad que hoy vivimos.
De lo que se trata es de entender la política como parte esencial del ser humano. El hombre vive en comunidad, en consecuencia la conducción de la sociedad y la administración de los asuntos públicos –es decir, la política- constituyen una función primordial para la civilización. Igualmente resulta de sumo interés valorar a los partidos como pilares fundamentales de la democracia, algo que pareciera un lugar común pero que tiene una enorme trascendencia a la hora de pensar en el futuro de la nación.
No se trata de desconocer errores, evadir responsabilidad o encubrir culpables. Cada político, empresario, militar o ciudadano común en funciones públicas debe estar dispuesto al escrutinio por parte del colectivo y está obligado a rendirle cuentas. Si bien es cierto que necesitamos adecuar el liderazgo político y los partidos a las exigencias actuales de la sociedad, no hay duda que también necesitamos un ciudadano que pueda distinguir entre el político comprometido con causas colectivas y los oportunistas que se disfrazan de políticos en busca de prebendas o beneficios personales. Nos referimos a un ciudadano que sea capaz de establecer responsabilidades y castigar con su voto. La diferencia entre los “grandes países” y aquellos del llamado “tercer mundo”, radica no tanto en sus líderes, sino en la cultura política de sus pueblos, incluida su alta competencia en el ejercicio de la ciudadanía, no solo en defensa de sus derechos sino en lo que se refiere al cumplimiento de sus deberes. Por ello, para nosotros la responsabilidad ciudadana es un valor político de la sociedad y en ese contexto entendemos lo que hemos definido como un objetivo clave: reivindicar la política.
Y vamos más allá: sobre la base de la participación ciudadana como ejercicio de la política sustentamos una parte muy importante de nuestras propuestas. Estas ideas han inspirado nuestras luchas a favor de la descentralización y la profundización de la democracia, sobre ellas fundamos las esperanzas de que irrumpa un liderazgo alternativo y exploramos nuevas relaciones entre el MAS y la sociedad venezolana, entre los partidos políticos y el país. Reivindicar la política es un paso importante en esa tarea de renovar los partidos, pues para el MAS ello no está referido a cambios aparentes, sino a nuevas formas de hacer política para que la organización pueda ser realmente útil al país, sea capaz reinsertarse en la sociedad y de colocarse en sintonía con sus aspiraciones.
En otras palabras, consideramos imprescindible reivindicar la política, pero ello no debe asumirse como una excusa para postergar la necesaria renovación de las instituciones partidistas, al contrario, debe impulsarla. Reivindicar la política debe ser entendida como parte del proceso de reconciliación y como un acto de madurez política de la sociedad venezolana. En este sentido, para nosotros la renovación del MAS es un proceso que va mas allá del discurso, que no esta referido a cambio generacional alguno, ni puede entenderse como cambios cosméticos, sino que lo asumimos como un aspecto vital que apunta a un cambio de actitud, a nuevas forma de hacer política y de relacionarnos con la sociedad. No es un simple remozamiento de las estructuras, sino una renovación de nuestro compromiso con el país y el resurgimiento de un liderazgo alternativo.

Un nuevo liderazgo
Este es un tema crucial para la democracia, lamentablemente ha sido abordado con ligereza y a veces, con la intención de descalificar. Desde el MAS, reconociendo la complejidad del asunto, intentamos hacer una reflexión objetiva, honesta y edificante. Comenzamos por decir que el liderazgo político está obligado a enmendar los errores y generarle confianza a un país que hoy luce escéptico. A tales fines, deberá empinarse por encima de las circunstancias, abandonar el inmediatismo, renunciar a intereses subalternos, correr riesgos y asumir sus propias responsabilidades. Es fácil decirlo, no tan sencillo lograrlo, así que necesitamos un liderazgo que demuestre su estatura política y su valentía, que no tenga miedo de nadar contra la corriente, que prefiera decir lo que debe decir y no lo que “las mayorías” quieren oír, algo que requiere –sin duda- un coraje que francamente escasea en estos tiempos de demagogia y populismo.
Necesitamos un liderazgo, no un Mesías. Por eso, el cambio no es de hombres, ni de nombres, sino que tiene una dimensión cultural que frecuentemente es desestimada. Por eso insistimos que “los cambios” son una responsabilidad de la sociedad en su conjunto, pues el liderazgo del futuro –igual que el actual y el pasado- será siempre un producto del contexto social en el cual se desempeña; haciendo un símil entre un espejo y la sociedad, pudiéramos decir que el liderazgo es apenas un reflejo. El tema del liderazgo nos remite ineludiblemente a reflexionar en torno a las organizaciones políticas como plataformas de lucha y de participación que permitan impulsar el cambio social que las actuales circunstancias exigen. En tal sentido, una primera apreciación apunta a reconocer que estructuras rígidas y verticales en su jerarquía son políticamente ineficientes para actuar en sociedades altamente complejas y dinámicas.
El MAS entiende que el camino hacia la renovación está plagado de dificultades, pero estamos dispuestos a enfrentarlas. El punto es como abordar este proceso: hemos dicho que la renovación no es un problema generacional, tampoco bastan nuevos rostros o meros discursos, la clave está en la voluntad política, el cambio de actitudes y el restablecimiento de compromisos. Un buen comienzo es tomar iniciativas, procurando innovar en las formas de comunicarnos y relacionarnos con la sociedad venezolana. Sin embargo, lo más importante son los logros alcanzados, por ello es necesario previamente definir con claridad objetivos políticos de carácter colectivo y de profundo contenido social.
Definir estos objetivos no es una acción unilateral, debe ser el producto de un intercambio de ideas que pueda derivar en una visión compartida de la realidad y del futuro, base fundamental para estructurar posteriormente una agenda de trabajo conjunto. Por eso decimos que la renovación del MAS es un proceso dinámico signado por el debate productivo y la construcción de consensos. Del éxito de esta fase del proceso depende el restablecimiento de nuestras relaciones con el país y la reinserción social de la organización.
Este esfuerzo no brinda resultados inmediatos, es lento, pues supone discutir estas y otras ideas con los diversos sectores de la vida nacional, así como promover el debate en las bases de la sociedad, abrir espacios para el diálogo que antes referíamos, identificar coincidencias y edificar propuestas alternativas, organizar el trabajo para impulsarlas, etc. En fin, se trata de recorrer el país y generar encuentros en los barrios, los campos y las fábricas, identificar aliados y promover alianzas. Todo ello requiere de planteamientos coherentes, dedicación y mucha constancia, pues la credibilidad no es instantánea sino que es resultado del esfuerzo consecuente de un liderazgo que ratifica su prédica con acciones. En definitiva, un nuevo liderazgo no se decreta, se levanta con ideas, disciplina, esfuerzo y tenacidad a partir de claras definiciones políticas y propuestas formuladas bajo el signo de la participación popular, el diálogo y el consenso.
Este dinámico proceso de intercambie es fundamental para comprender la realidad e interpretar cabalmente el sentimiento colectivo, elementos indispensables para diseñar políticas exitosas de intervención social. Impulsar los cambios que aspiramos para el país, exige asumir con firmeza un compromiso social y construir una alternativa, sin perder de vista que nuestro objetivo primordial es –en definitiva- impulsar en Venezuela un amplio acuerdo nacional que nos permita superar la crisis y avanzar por la senda del progreso, la libertad y la justicia social.

El MAS y sus relaciones con la sociedad
Si concebimos al MAS como un espacio para la concertación, un punto de encuentro para construir una visión compartida y propiciar soluciones, entonces el tema de las relaciones de la organización con la sociedad venezolana es crucial, máxime en un país donde prevalece la intolerancia, que ha sido fracturado por la polarización y cuyas partes mantienen altos niveles de incomunicación. De ahí, que restablecer estas relaciones pasa por derrotar al sectarismo, identificar interlocutores y reconocer nuevas formas de comunicarnos.
No podemos comprender la política sin relaciones francas, fluidas y productivas entre los partidos y los gremios, sindicatos, asociaciones de vecinos, consejos comunales y demás organizaciones no gubernamentales. Ahora bien, durante muchos años hemos combatido la propensión de los partidos a colonizar estos espacios de la sociedad civil, subordinándolos a la voluntad política de quienes circunstancialmente ejercen el poder, lo que mediatiza sus intereses y deslegitima sus luchas. Esta propensión fue un vicio profusamente difundido en tiempos del bipartidismo e incrementado exponencialmente en esta V República.
Creemos que es una perversión la colonización de estos espacios, pero igualmente creemos que las organizaciones de la sociedad civil no pueden ser espacios vedados para quienes militan en una u otra organización partidista, pues todos somos ciudadanos. Eso si, los partidos deben tener claro el respeto a la autonomía e independencia de dichas organizaciones, evitando interferir sus procesos o influir en sus decisiones, liberando de disciplina partidista a los militantes que participen en ellas y mas bien, definiendo políticas orientadas a consolidar estas instancias de participación.
Los Concejos Comunales, por ejemplo, pudieran considerarse una propuesta positiva, lo pernicioso es la manipulación que se pretende desde el gobierno, lo inaceptable es la exclusión en esos organismos de aquellos ciudadanos que no están dispuestos a uniformarse, que no aceptan que sus ideas sean confiscadas en nombre de un pensamiento único. Hasta ahora, el llamado “Poder Popular” es un simple slogan gubernamental que no se corresponde con el espíritu de la democracia “participativa y protagónica” que tanto pregonan y que está consagrada en la Constitución Bolivariana. Al contrario, la aprobación de proyectos y recursos para estas instancias se pretende trasladar a una “comisión presidencial”, alejando al ciudadano de la toma de decisiones y propinando un duro golpe contra la descentralización, dejando –nuevamente- como letra muerta las disposiciones constitucionales que sobre la materia están claramente establecidas en nuestra Carta Magna.
Los sindicatos y gremios no pueden ser un apéndice de los partidos, ni oficialistas, ni opositores. Tienen que ser instancias de lucha en defensa de sus legítimos intereses y en procura de las reivindicaciones de cada sector. Desde nuestra perspectiva, los partidos deben auspiciar, promover y apoyar Organizaciones No Gubernamentales que puedan ser útiles para canalizar las expectativas, necesidades y demandas de una sociedad cada vez más compleja y exigente. El MAS no pretende dirigir o arbitrar estos movimientos, nos proponemos si, acompañar sus luchas entendiendo que la mayor fortaleza de estas organizaciones radica en su autonomía e independencia.
Asumimos a las ONG´s como representantes de un sector de la sociedad que tiene que ser reconocido, sin exclusiones o sectarismos, que tiene intereses específicos y ejerce el derecho a defenderlos. Eventualmente podemos discrepar con alguna de ellas, otras veces seremos aliados, pero nunca enemigos. Si algo le ha hecho daño a la democracia venezolana es esa falsa confrontación que algunos han estimulado –a veces deliberadamente- entre la sociedad civil y los partidos, craso error, ambas son instancias legítimas de participación ciudadana. Consideramos estéril y hasta perversa, la intención de dividir a la sociedad venezolana entre ciudadanos y políticos. Para dividirnos ya es suficiente con la instigación del gobierno.
Propiciar el ejercicio de la ciudadanía y fortalecer los espacios para la sociedad civil, constituye un objetivo fundamental de la política del MAS. Quizás lo fue desde hace mucho tiempo, cuando hablábamos de “movimiento de movimientos”, pero hoy debemos retomarlo con mucho más ímpetu ante las amenazas a la libertad que están planteadas en Venezuela.

IV. UNA ALTERNATIVA PARA VENEZUELA

Encuentro de las fuerzas democráticas
Las relaciones entre los partidos y la sociedad, la angustiante situación del país, los retos de un nuevo liderazgo y muchos otros temas, han formado parte de la agenda de debate entre diversas organizaciones que nos sentimos afines, compartimos visiones y formas de interpretar la realidad, así como la necesidad de concertar esfuerzos en procura de una alternativa. De estos intercambios ha surgido la idea de construir escenarios de encuentro no solo de organizaciones que militan en el socialismo democrático, movimientos de centro izquierda, partidos laboristas y otras organizaciones que se inscriben en esa vasta corriente del pensamiento progresista, sino de todas las fuerzas democráticas, pues entendemos que salir de la crisis que hoy vive Venezuela, no es tarea de un partido o un sector en particular. Nuestro objetivo fundamental es, entonces, contribuir a sentar las bases para un amplio acuerdo nacional que permita recuperar la institucionalidad democrática y devolver la esperanza al pueblo venezolano.
Este escenario de encuentro lo concebimos como una plataforma flexible que preserva autonomía de cada fuerza, donde se respetan las diferencias y concentramos nuestros esfuerzos en las coincidencias, definiendo objetivos comunes de carácter colectivo y con marcado contenido social. No puede ser una alianza electoral carente de contenidos, sensibilidad social y vocación de servicio, sino un espacio para promover iniciativas unitarias en torno a propósitos.
Resulta impostergable avanzar en esta dirección. La dinámica irá marcando la pauta, sin embargo la pluralidad de esa instancia y la diversidad de visiones, sugiere mantener una agenda abierta en permanente construcción, la cual se va estructurando a partir del intercambio entre las organizaciones y del debate con otros actores políticos, sociales y económicos.

Bases de una propuesta democrática para Venezuela
En atención a lo expuesto en el punto anterior y como una modesta contribución al debate constructivo que debe darse entre todas las fuerzas democráticas, tanto políticas como económicas y sociales, intentamos definir algunos lineamientos generales que pudieran servir de base para la estructuración de una propuesta progresista que tenga como objetivo central la superación de la pobreza y el restablecimiento del orden democrático en Venezuela.
A. CONSOLIDACIÓN JURÍDICA, INSTITUCIONAL Y CULTURAL DEL NUEVO ESTADO DEMOCRÁTICO Y SOCIAL DE DERECHO
1. Viejos y Nuevos Valores Estructurantes de la Democracia Política y Social
• Libertad ciudadana y de organización política
• Justicia Social, Solidaridad e Igualdad de Oportunidades
• La Familia como núcleo de la política social del Estado
• Garantía al Derecho de Propiedad Privada
• Respeto a los Derechos Humanos y No Discriminación por motivo alguno
• Igualdad de Género
• Protección al Ambiente
• Desarrollo Territorial Equilibrado
• Respeto a la soberanía de los pueblos y naciones
• Cultura para la paz y resolución pacífica de los conflictos entre las naciones
• Libertad de expresión e información

2. Nuevo Acuerdo Político Plural para profundizar y consolidar el modelo democrático de sociedad.
• Nuevo Consenso Constitucional por la democracia y la libertad
• La separación y autonomía de los Poderes Públicos
• Parlamento bicameral para fortalecer al Estado federal y descentralizado
• Mecanismos institucionales para garantizar la pluralidad en el Parlamento
• Subordinación del estamento militar al fuero civil
• Compromiso para el crecimiento económico con redistribución social para superar la pobreza
• Respeto a las minorías étnicas, culturales y políticas

3. Los actores políticos y el socialismo democrático. Derechos y responsabilidad de:
• Partidos políticos
• Sindicatos
• Gremios y asociaciones de intereses
• Movimientos sociales comunitarios, Consejos Comunales y otros
• Organizaciones no gubernamentales
• Otras instituciones.

4. Rediseño y modernización del Aparato Público
• Reingeniería de métodos y procesos en la Administración Pública
• Regulación del Ingreso y Ascenso del Funcionario Público por concurso de oposición
• Apoyo tecno-político a las gobernaciones y alcaldías para profundizar la descentralización
• Alianzas con las universidades para conformar Escuelas de Gobierno

B. EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO PRODUCTIVO
1. Mercado y Estado: Equilibrio entre libertad económica y regulación con fines de interés social y preservación del ambiente
2. El Estado y la reorientación de la Política Energética con fines geoestratégicos
3. Del Estado Petrolero y Propietario Económico al Estado Promotor del Desarrollo Económico y Social.
4. Liberar los programas del clientelismo para redimensionar la Economía Social y los mecanismos estadales para la asociatividad productiva
5. Impulso a la inversión privada, la competitividad y la innovación empresarial. Consolidar un nuevo modelo de gerencia de los negocios.
6. Desarrollo de un ambicioso programa de inversión en materia de vivienda, infraestructura y servicios
7. Planificación Territorial. Descentralización Política y Desarrollo Económico
8. Fondos de Desarrollo Territorial para aprovechar las potencialidades de las regiones y localidades (Más allá del FIDES y LAEE).
9. Política Fiscal y programas de aprovechamiento de las potencialidades de los Estados y Municipios
10. Las políticas de formación y desarrollo del Capital Humano y las responsabilidades de los centros académicos y universitarios. Articulación de la formación profesional con las demandas y potencialidades del mercado de trabajo.
11. Las transformaciones en el mundo del trabajo y el papel de los sindicatos: Tripartismo, competitividad y beneficios compartidos.
12. Las políticas sectoriales para el desarrollo de cadenas productivas en:
• Petroquímica
• Industria manufacturera
• Agricultura
• Agroindustria
• Acuicultura
• Turismo
• Metalmecánica
• Ingeniería de Software
• Biotecnología
• Otros sectores

C. LA POLÍTICA SOCIAL DEL ESTADO
1. Los Derechos sociales y su correspondencia con los deberes del Ciudadano
2. Tres ejes claves para la actuación del Estado: Educación, Salud y Vivienda, articulados en torno a la Familia
3. La generación y promoción de empleo estable y bien remunerado como fundamento de la política de lucha contra la pobreza
4. Programas eficientes para combatir la delincuencia y reducir los niveles de inseguridad pública.
5. Educación Ciudadana para la vida democrática y la participación social. Fuerte inversión en materia de Deporte y Cultura.
6. Los medios de comunicación y las nuevas tecnologías como apoyo del proceso educativo y de formación de ciudadanía
7. Promoción y apoyo de modalidades productivas asociativas
8. Sistemas de información social basados en nuevas tecnologías para la toma de decisiones a nivel de gobiernos locales y de comunidades organizadas
9. La responsabilidad social empresarial y la creación de nuevas oportunidades de empleo productivo articulados con las estrategias de desarrollo local y regional.

D. EL CONTEXTO INTERNACIONAL Y LA POLÍTICA EXTERIOR
1. Una política Exterior comprometida con la Paz Mundial y Regional
2. El respeto de la Soberanía de los pueblos y naciones
3. Defensa del medio ambiente planetario
4. Lucha por la superación de la desigualdad y la injusticia a nivel mundial
5. Apoyo a los procesos de integración cultural y religioso para consolidar la paz
6. Apoyo a los tratados de control y rechazo de las armas nucleares, el narcotráfico y la delincuencia organizada.
7. Re-institucionalizar la política exterior del país sobre la base del respeto a la meritocracia
8. Alinear la política exterior con las políticas de desarrollo económico y comercio internacional
9. Lineamientos generales y específicos para las relaciones internacionales con:
• Estados Unidos de Norteamérica (Más allá del petróleo y el ALCA)
• Colombia
• Unión Europea
• Comunidad Andina de Naciones
• Mercado Común del Sur
• América Latina y El Caribe
• Otras naciones.

Estas ideas y muchas más, constituyen la base de una propuesta que debe ser construida conjuntamente con la gente. En consecuencia debe ser producto de un intercambio en la calle; un debate –sin exclusiones- con otras fuerzas políticas, gremios, sindicatos y demás actores políticos, económicos y sociales. En este punto reafirmamos lo que consideramos nuestro primordial objetivo: promover un amplio acuerdo nacional que restablezca la institucionalidad democrática y conduzca a Venezuela por la senda del progreso, la libertad y la justicia social. Este es nuestro compromiso con el país y a ello aspiramos destinar nuestros mayores esfuerzos.

DALE TU MANO A LA DEMOCRACIA
Por la ruta al progreso, la libertad y la justicia social

Documento para la Convención Nacional MAS
Caracas, Venezuela. Septiembre, 2007