viernes, 30 de octubre de 2015

LA DIMENSION CULTURAL DEL CAMBIO (I)

Cualquiera que lea millones y "millonas" de libros y "libras" quizás logre la sensibilidad literaria suficiente para distinguir a Tarek William Saab como "uno de los grandes poetas de América Latina", tal como lo hiciera hace poco Nicolás Maduro. No descalificamos la prosa del otrora Gobernador de Anzoátegui, basta con recordar que fue él quien le quitó el nombre del maestro Andrés Bello a la Av. Intercomunal y la rebautizó como Av. Jorge Rodríguez, justo cuando en la Vicepresidencia de la República estaba el inefable “Jorgito”, hijo resentido de aquel mártir de los años 70. Las preferencias literarias de Maduro son problema suyo hasta que las comparte en Cadena Nacional y aun así, está en su derecho de escoger entre Tarek y Andrés Eloy Blanco o Mario Benedetti. Lo indignante es que no se haga la mínima mención al Poeta Rafael Cadenas, quien por esos días recibía el Premio García Lorca. Esta mezquindad y obscena manipulación política los ha conducido a idolatrar a Robert Serra o Eliezer Otaiza -decesos que también lamentamos- mientras se desestima la muerte de ilustres venezolanos como Simón Díaz, Zapata o Manuel Caballero, entre muchos otros. Es la misma miseria que demuestran al recibir en Miraflores a Timochenko y a cualquier otro sátrapa, mientras hostigan a la disidencia y niegan cualquier espacio para el diálogo democrático. Hablamos del mismo gobierno que erige una estatua a "Tiro fijo" y persigue implacablemente a Lorenzo Mendoza. Y así, podríamos citar decenas de disparates que caracterizan al régimen y su demencial carrera hacia el abismo, lo que explica al país desolado que vemos en cada esquina y como la cultura ha sido arrasada por el despotismo. Y el problema no es que al presidente se le funda “el poco cerebro” que le queda cuando usa casco, según confesó en una de sus peroratas. El problema es más complejo: es un modelo político devastador del pensamiento crítico, sin el cual lo cultural pierde su esencia para limitarse a la adulancia y al show. En estos días hice una parada en lo que fue el Ateneo de Caracas, expropiado y convertido hoy en un espacio ruinoso y agreste para el manejo sectario del hecho cultural, pretendiendo –con fines políticos- reducir el arte exclusivamente a la artesanía y la cultura sólo al ámbito de lo popular, cuestionamiento que hacemos justamente quienes protegemos a la cultura popular de la politiquería y del populismo. Lo hacemos desde la tristeza de ver perdidos espacios como el Complejo Cultural Teresa Carreño, los museos, el Teatro Municipal y hasta El Poliedro. Desde la indignación de ver la apropiación indebida de iniciativas como el Sistema Nacional de Orquestas y el saqueo de obras de arte que antes pertenecían al patrimonio nacional. Es una preocupación de quienes sabemos que la poesía no es un territorio exclusivo de los afectos al gobierno y que la política oficialista no podrá invisibilizar a Rafael Cadenas, ni consagrar a capricho a “los grandes poetas de América Latina”. En fin, estas líneas son un modesto tributo al maestro Rafael Cadenas de este humilde lector de poesía pero es también la forma de expresar nuestro pesar por la degeneración cultural impuesta por el militarismo y de advertir la permanente pérdida de identidad sustentada en el populismo y la demagogia, dejando claro que el cambio que anhela el país tiene un componente cultural esencial, sin el cual no es posible el progreso.

viernes, 23 de octubre de 2015

MADURO ES BUCHE Y PLUMA NA´MAS

Los boleros y la música popular del excelso compositor Rafael Hernández se consideran un valioso legado en el pentagrama caribeño e hispanoamericano. Entre sus mas de 3000 composiciones figuran inolvidables temas románticos como “Capullito de Alelí”, “Preciosa” y “Ausencia” pero también la sabrosa guaracha “Buche y Pluma Na´mas”, la cual popularizara el legendario Trio Matamoros y más adelante –entre otros- Rolando Laserie, “El Gigante” Charlie Palmieri, Bebo Valdez y el monumental Tito Puente en la voz de “La Lupe”, nada mas y nada menos. Con sentido pedagógico, apelo a este recurso musical para ver si Nicolás Maduro entiende a que nos referimos los venezolanos cuando decimos que esta revolución de pacotilla, su gobierno y él mismo, son puro buche y pluma. La pintoresca expresión de esta canción se inspira en algunas aves de rapiña que inflan su buche y utilizan su abundante plumaje para aparentar una contextura y fortaleza que no poseen. Y en nuestros países, es común usar tal expresión para referirse al sujeto que promete y no cumple, que no hace más que hablar, amenazar y generar falsas expectativas. En fin, como anillo al dedo ¿Acaso la “revolución bolivariana” no tiene mas de 15 años burlándose del pueblo con su infinita demagogia y populismo? Por conocer al gobierno, el país estaba convencido de que las medidas económicas que supuestamente iban a anunciar serían otro fiasco. Cierto, el dinero no alcanza y es necesario aumentar el salario pero no hace falta ser economista para saber que el aumento se volverá sal y agua. No hay aumento que valga si no se toman otras medidas para elevar la productividad, lo cual supone propiciar la inversión, generar confianza y garantizar seguridad jurídica al sector privado. Contrario a esa premisa, el gobierno se pone la pistola en la sien y jala el gatillo al hostigar a Lorenzo Mendoza y a Empresas Polar. La guinda de esta torta es el folklórico anuncio de Jorge Arreaza, quien dijo –aunque usted no lo crea- que los precios los decidirá “única y exclusivamente el Presidente”. La China comunista entendió la lógica del mercado pero en Venezuela, la burocracia gubernamental exhibe una ignorancia francamente vergonzosa. La mejor muestra la ofreció otro payaso de este circo cuando en VTV se ufanaba de que los aumentos sumaban 137% en este año y remataba diciendo que tal cosa no lo había hecho nadie (en eso tiene razón) pues “en ningún momento de la historia de la humanidad, en ningún planeta, un régimen dictatorial le ha aumentado tanto el salario a los trabajadores”. Obviando el carácter dictatorial que el vocero oficialista le asignó al régimen, debo decir que no sabemos como será en otros planetas pero aquí –en la Tierra- los aumentos sucesivos del salario que se devora la inflación son un síntoma inequívoco de la grave enfermedad que padece la economía, cuyas principales víctimas son los trabajadores y en general, los pobres. Por fortuna, esa población dramáticamente empobrecida tiene hoy la certeza de que este gobierno es “buche y pluma na´mas” y que es impostergable un cambio para superar la crisis que sufre en carne propia. ¡Nos vemos el 6D!

viernes, 16 de octubre de 2015

FATALISMO LATINOAMERICANO Y CAMBIO

Este gobierno irresponsable acusa a la oposición de lanzar granadas que solo puede adquirir el Estado venezolano y que deberían estar en poder de la FAN. Es una actitud cínica por parte de esta "revolución armada" que mantiene una permanente instigación a la violencia. Este episodio me recordó el asesinato de ocho personas –incluyendo cinco sacerdotes- por un pelotón de la Fuerza Armada de El Salvador. Los fusilaron un 16 de noviembre de 1989 en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) y siguiendo el modus operandi, el gobierno sembró pruebas falsas para incriminar a las fuerzas insurgentes. Uno de los "Mártires de la UCA" –como se conoce a esa trágica historia- fue un brillante sacerdote jesuita, sicólogo, académico y principal referente de la sicología social latinoamericana: Ignacio Martín Baró, un intelectual cuya lectura es fascinante. Y hablando de sicología social, una reciente investigación constata que la tristeza es el principal sentimiento hoy en la sociedad venezolana. Lógico, es inmensamente triste ver como se desangra la patria. A pesar del populismo y la demagogia, los regímenes autoritarios dejan un saldo rojo en el espíritu. Por eso, en aquella consulta electoral donde el pueblo chileno derrotó a la férrea dictadura militar de Pinochet, el slogan utilizado por la unidad opositora fue "La alegría ya viene". Era una forma de anunciar el cambio por venir. Es inevitable que el totalitarismo apele a la represión y al abuso para preservar el poder, lo que nos sumerge en una realidad de despojo e impotencia que intentan presentar como una situación límite imposible de superar. En su teoría del Fatalismo Latinoamericano, el eminente sicólogo social identifica rasgos de nuestra cultura política que las dictaduras utilizan para afianzar su poder. En su desarrollo teórico, frente a ese destino fatal que marca la vida y la historia de nuestros pueblos, el oprimido interpreta su impotencia como una prueba de sus propias debilidades, lo que contrasta con la imagen del opresor poderoso aparentando que todo le es posible; "de ahí que el oprimido experimente una atracción irresistible hacia el opresor, quien se convierte en su modelo de identificación y ante cuyos imperativos muestra una casi total docilidad", precisa Martín Baró. Ello explica la idolatría por Chávez que parte del país sintió y quizás sienta aún, justamente la parte más oprimida, aquella que más sufre las consecuencias de su incompetencia, corrupción y autoritarismo. Lamentablemente, todo indica que Hugo Chávez permanecerá por un buen tiempo sin el descanso eterno de la cristiana sepultura pues -por sus carencias de liderazgo- las cúpulas podridas que hoy encabezan la "revolución" están obligadas a colgar en cada poste al insepulto y a ocultar sus rostros de fracaso, lo cual solo demuestra la extrema debilidad de los candidatos de Maduro. Obvio, aunque el pueblo chavista mantenga su amor por el insepulto, quienes dilapidaron su legado no podrán enterrar la dramática realidad de escasez, inflación e inseguridad. Los venezolanos no somos tan pendejos como cree el gobierno y lo reflejan todas las encuestas: el sentimiento de cambio se hace presente para superar la tristeza. Sin duda, en Venezuela también podemos decir que ya viene la alegría.

sábado, 10 de octubre de 2015

UNA PERSECUCION INUTIL

Muy pocos reconocen al Teniente Diosdado Cabello como Capitán, una condición mal habida e ilegalmente adquirida luego de ser dado de baja por su participación en un sangriento Golpe de Estado. Esa condición truculenta de Capitán -mal habida, insisto- habla mucho de la contextura moral de este oscuro personaje que se ha dedicado a hostigar medios y perseguir a sus editores, en vez de promover y facilitar una investigación transparente sobre su presunta participación en el llamado Cartel de los Soles. No tenemos que creer esa supuesta vinculación pero tenemos derecho a exigir al presidente del parlamento –nuestro empleado- lo conducente para despejar toda duda, las cuales no se disipan con sus bravuconadas y constantes amenazas, al contrario. Para “enfrentar” los señalamientos, al Teniente golpista no se le ocurrió mejor idea que perseguir a Alberto Federico Ravell, Miguel Henrique Otero y Teodoro Petkoff. A propósito de esta cacería, Alberto Federico recordaba que a su padre "lo persiguieron y encarcelaron Gómez, Pérez Jiménez y Pedro Estrada. Pasó 15 años preso con grillos en el Castillo de Puerto Cabello y 10 años exiliado en Cuba y Trinidad. Nunca bajo la cabeza". Y termina este mensaje a sus amigos advirtiendo que "La Patilla no está en venta, ni cambiará su línea editorial". Sin duda, heredó la valentía de su padre. El otro perseguido es hijo de Miguel Otero Silva, ilustre escritor, humorista, periodista, ingeniero y político de izquierda -de la verdadera izquierda- no de ésta ultrajada por el poder cubano. Fue militante del PCV, de aquel viejo partido que sentía repugnancia por el militarismo y la corrupción, no de éste que traicionó el legado de Gustavo Machado. Y como miembro de la Generación del 28, Miguel Otero Silva desafió valientemente a la dictadura del General Gómez. De manera que hoy El Nacional es más que un periódico, es parte de nuestra historia democrática, es un activo de la sociedad venezolana que la intolerancia pretende demoler. La otra víctima es Teodoro Petkoff, un ícono de la izquierda democrática que se convirtió en una referencia internacional cuando cuestionó la invasión a Checoslovaquia y al modelo soviético, abandonó la lucha armada, alzó su voz contra el autoritarismo y la represión, rompió con los dogmas del comunismo y abrazó con pasión la causa democrática. El país valora la fortaleza moral y la honestidad personal e intelectual de Teodoro, algo que su acosador jamás podrá mostrar. Sus amigos, los que militamos muchos años con él, sabemos bien que tampoco bajará la cabeza, jamás le doblarán las rodillas. Así las cosas, este acoso judicial será inútil: no cambiará la línea editorial de los medios, ni logrará quebrar el espíritu democrático del país. Esta persecución contra Alberto Federico, Miguel Henrique y Teodoro sólo evidencia la cobardía y el talante autocrático de un régimen decadente; muestra al mundo la ausencia de autonomía de los Poderes Públicos y las carencias de la democracia; el abuso de poder y el inocultable rasgo militarista de la "revolución bolivariana". Y lo mejor, las tropelías del Teniente Cabello despiertan la conciencia y reafirman la imperiosa necesidad de un cambio en Venezuela.

viernes, 2 de octubre de 2015

PUEBLO SOMOS TODOS

Europa antes de la II Guerra Mundial era un mar de calamidades. La "Gran Depresión" que tuvo lugar en EEUU a comienzo de los años 30, tuvo un severo impacto en la economía del mundo. Varios países europeos se vieron afectados por la suspensión de los créditos que recibían de Norteamérica, la crisis bursátil en Wall Street significó la quiebra de bancos en países como Alemania y Austria. Otros países que se sustentaban en la exportación de alimentos y materia prima, entraron en una inmensa crisis económica y social. El desempleo en EEUU alcanzó el 30% en 1932, mientras un 45% de la población alemana no tenía trabajo, ni esperanzas de conseguirlo. Había hambre y largas colas de gente buscando comida se hacían cotidianas. Ver a los pobres durmiendo en las calles arropados con cartones y periódicos se hizo dolorosamente frecuente. Esa fue la Alemania que buscó un mesías y en una victoria popular sin precedentes, le entregó el poder a Adolfo Hitler. Pero terminó siendo peor el remedio que la enfermedad pues el Führer condujo a Europa al holocausto. En nuestro país, el liderazgo de finales del siglo XX cometió muchos errores, se distanció tremendamente del sentimiento popular y generó un deterioro moral que se tradujo en descontento y frustración, lo cual a su vez condujo a los venezolanos a buscar un mesías con vocación de vengador. Tristemente, de nuevo el remedio fue peor que la enfermedad: el redentor terminó hundiendo al país en la miseria, hoy la corrupción del pasado palidece ante la voracidad del hamponato que “gobierna” y ahora la violencia política, el narcotráfico y la delincuencia amenazan la convivencia pacífica de todos por igual. Gracias a la revolución hay hacinamiento en la morgue, las neveras están vacías y nos han robado hasta el futuro. La Segunda Guerra Mundial fue una tragedia, consecuencia del liderazgo demencial y las ambiciones napoleónicas. Europa –que ya vivía una situación calamitosa- con esa guerra "toco fondo", a partir de ella se sembró la conciencia colectiva que le asignó un valor especial al trabajo y a la vida misma, lo que a la postre permitió un vertiginoso y sorprendente avance por la ruta de la paz y el progreso. La guerra es algo terrible pero hasta de las peores cosas queda algo bueno. La pregunta que surge de esta reflexión es ¿Venezuela ha tocado fondo? ¿Esta honda crisis social y económica ha movido los cimientos culturales de la sociedad venezolana? ¿Necesitaremos que la crisis se profundice más aún para asumir nuestro rol ciudadano? ¿Para entender la desgracia que ha sido esta "revolución", necesitaremos que conduzcan al país a un conflicto interno o a una guerra con otro país? ¿No son ya suficientes muertos? Dejo a mis amables lectores la tarea de responder para sí mismo esas interrogantes. Lo cierto es que necesitamos renovar la esperanza para movilizar al país, votar y defender la voluntad expresada. Pero no se trata sólo de un cambio de gobierno, también necesitamos despertar conciencia cívica e involucrarnos en la solución pues superar la crisis en Venezuela no sólo exige un liderazgo responsable sino un pueblo a la altura de las circunstancias. Y por cierto, pueblo somos todos...