lunes, 25 de septiembre de 2017

DE LA BURLA Y LA ÉTICA EN LA POLÍTICA

Como siempre, los humoristas encuentran en el poder una fantástica fuente de inspiración y muchas veces pagan las consecuencias: Leoncio Martínez estuvo preso por sus caricaturas y Chávez tuvo la osadía de preguntar a Zapata cuanto le pagaban por las suyas, a diferencia del Presidente Carlos Andrés Pérez quien lo condecoró pese a su mordaz humor o del General Carlos Soublette, a quien se le atribuye una frase que expresa tolerancia y respeto por el ejercicio intelectual: “La república no se perderá porque el pueblo se ría de su gobernante. La república podrá perderse cuando el gobernante se ría de su pueblo”.  El tema tiene pertinencia hoy en Venezuela, cuando el presidente y su camarilla corrupta no pierden oportunidad para burlarse del pueblo.

El humor exige creatividad e inteligencia. Al contrario, la burla es un signo de mediocridad y evidencia profundas carencias éticas. Detrás de la burla se esconde la humillación, subyace la inmoralidad.  Es inaceptable que Nicolás Maduro aparezca bailando salsa mientras el pueblo pasa hambre, hurga la basura para comer, no consigue medicinas y muere de mengua en los hospitales públicos. Es una burla decir que no hay alimentos porque ahora los venezolanos comen mucho, que ello es producto de la "guerra económica", culpa de la derecha o del imperio.  Que un funcionario público tenga un programa en el canal del Estado para “darle con el mazo” a quien se le antoje y hacerse el gracioso con expresiones que pretenden vejar, excluir, someter o exponer al escarnio a una parte del país, demuestra la pequeña estatura política y carencias éticas de Diosdado Cabello. 

Lo mismo pudiéramos afirmar del sociópata Jorge Rodríguez o de cualquiera de los miserables que ejercen como voceros de la dictadura: Si no hay luz es porque los venezolanos consumen mucha energía, es consecuencia del sabotaje, es una conspiración de la oligarquía o culpa de una iguana. Decir que Venezuela es una gran potencia cuando no hay ni papel tualé sería sólo un chiste malo si no fuera trágico. Es una insolencia hablar de soberanía mientras entregan el país al poder cubano y venden nuestro futuro al capitalismo chino.  Afirmar que en Venezuela los derechos humanos están garantizados, que vivimos en democracia y no hay corrupción, es suponer que todos somos estúpidos.

La burla jamás es ingenua y es la expresión de una ideología dominante, es muestra de una pretensión hegemónica que usualmente encierra alguna funesta paradoja: en Venezuela quienes se mofan del pueblo son los que dicen defenderlo, es la narco-burguesía corrupta que se ha enriquecido de manera obscena en nombre de los pobres. Y es que la burla se abraza con la mentira y el cinismo para transitar su camino de perversión y ruina.  En este contexto, ahora Nicolás Maduro pretende ocultar que un eventual diálogo o la convocatoria a las elecciones regionales son producto de una descomunal presión nacional e internacional.  Así que nos corresponde el próximo 15 de octubre no sólo derrotar a un gobierno corrupto, fracasado y mentiroso sino a una dictadura inmoral y vende patria.  ¡Venezuela no se rinde!

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domingo, 3 de septiembre de 2017

EL VENENO DE LOS CANCERBEROS

Ya advertimos que la fraudulenta constituyente solo sirve para desmoralizar al país, sembrar frustración y desmovilizar a las fuerzas democráticas, si le caemos en el juego. Como nadie reconoce sus decisiones, la ilegal constituyente cubana arremete salvajemente contra lo poco que queda de institucionalidad en Venezuela como para “hacerse respetar”. Es el drama de un gobierno débil, sin pueblo, obligado a usar la fuerza bruta para imponerse y a pensar en un diálogo “por las malas”. Incluso suponiendo que esa constituyente fuera legítima, su función sería redactar una nueva constitución y someterla a referéndum para que el pueblo decida, mientras tanto está en plena vigencia la CRBV, según decía Hugo Chávez “la mejor constitución del mundo”, la cual otorga la faculta legislativa exclusivamente al parlamento. De manera que cualquier ley o reglamento que emane de otra instancia es inconstitucional, lamentablemente en Venezuela la justicia está secuestrada y la Republica ha sido destruida.

Esta introducción era necesaria para hablar de esta “Ley contra Delitos de Odio” que promueve un régimen cultor del resentimiento, la maldad y la intolerancia. Es un acto de cinismo, un misil sin pólvora en esta guerra sicológica que adelanta la dictadura cubano-militar: parte del arsenal retórico que no resuelve nuestros problemas sino que busca amedrentar a la sociedad democrática. ¡Será inútil! Es difícil amilanar a un país que no se rinde pese a la brutal represión del gobierno, al asesinato de estudiantes, el encarcelamiento de líderes y demás opositores, los insultos a la iglesia, la agresión contra mujeres y toda clase de tropelías, sin que medie ley alguna.  Si los delitos contra el odio están asociados a la violación de DDHH mediante acciones de carácter segregacionista o cualquier otra que atente contra la condición humana, el respeto y la dignidad, es justo alertar sobre el inocultable prontuario que exhiben los promotores de esta ley, por lo que –lejos de intimidar al valiente pueblo venezolano- ésta debe preocuparle a quienes han ejercido el poder con despotismo. Si esa ley se aplicara habría que darle cadena perpetua a toda la cúpula putrefacta del PSUV y del gobierno, incluyendo al Poder Judicial, al CNE y hasta al “Defensor del Pueblo”, quien dijo no “tener de tripas” para ser esbirro y hoy lo vemos como el principal inquisidor.

En La Haya –adonde irán a parar- hablan de “hate speech” o “discurso de odio” para referirse a aquel destinado a promover y alimentar un dogma, ideologías fundamentalistas o mensajes cargados de expresiones discriminatorias, segregatorias, vejatorias y en general que lesionen la dignidad humana. Bastará con sintonizar “Con el mazo dando” o cualquier programa en el otrora “canal de todos los venezolanos” para confirmar que esa es la práctica normal en esta falsa revolución.  Será suficiente con escuchar a Nicolás Maduro en una de sus habituales y siempre latosas cadenas de radio y TV; o escuchar los “debates” en esa constituyente cubana y las ruedas de prensa de cualquier burócrata. Ni hablar de la actuación criminal de los llamados “colectivos” y otros grupos irregulares armados. En fin, los mismos vende-patria que hablan de soberanía, los corruptos insaciables que en nombre de los pobres nos llevaron a la miseria, ahora vienen a hablar de delitos contra el odio mientras sus colmillos destilan el veneno de los cancerberos, el cual infringía dolor por igual a los vivos y a los muertos.

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