viernes, 18 de diciembre de 2015

LOS FANTASMAS DE LA REVOLUCION

La poderosa dictadura militar chilena -pese a mostrar una gestión relativamente exitosa y exhibir un absoluto control de la FAN, de los medios y del organismo electoral- se vio obligada a entregar el poder luego de que el pueblo expresará su voluntad en un referéndum. ¿Por qué? La respuesta es simple: aunque Augusto Pinochet y su alto mando militar no querían entregar el poder, en la política y en la vida misma, los deseos están supeditados a la realidad. Nadie quiere abandonar el poder, los demócratas lo hacen atendiendo a sus convicciones y los autócratas forzados por las circunstancias, según la viabilidad real de preservarlo. Todos los dictadores terminan cediendo a la presión social nacional e internacional, cuya expresión institucional es imposible contener y forma parte de una nueva realidad política. Por eso insistimos que el cambio es indetenible cuando tiene respaldo popular, como es el caso venezolano hoy. El tema tiene pertinencia pues aun conseguimos gente francamente preocupada que dice "el gobierno va a hacer lo que sea para...", "olvídate, estos tipos no quieren...". Son las mismas personas que antes decían que no podíamos ganar las elecciones y si ganábamos, no iban a reconocer. Los mismos que han repetido la frase hueca "dictadura no sale con votos" y que siempre tienen una teoría a favor del gobierno para explicar cualquier cosa, incluso sus más obvios desaciertos. Por fortuna, ya el país vio lo que pasó con el "como sea" de Nicolás Maduro y sus amenazas de no "entregarse" y de salir a la calle. Quizás ahora se entienda que lo importante no es lo que quiera Maduro o Diosdado, sino lo que puedan hacer frente a la nueva realidad impuesta por el pueblo con su voto, la cual trasciende a todas las esferas de la sociedad, incluyendo a nuestras FAN y los organismos internacionales. Sin subestimar a nadie, los venezolanos debemos centrarnos en superar la crisis y construir un futuro mejor. Nuestro ánimo no debe alinearse con la retórica radical, ni darle audiencia a las marramuncias que pretenden desmeritar la gran victoria popular del 6D. Me refiero a los lloriqueos del gobierno sugiriendo fraude y poniendo en duda al sistema electoral que -según ellos- era el "más confiable del mundo". Hablo de poner a circular rumores de impugnación, fantasiosas historias militares o de la intentona de esta moribunda AN de designar ilegalmente a Magistrados del TSJ, entre otras trapisondas. Mención especial merece la instalación de un Parlamento Comunal que no existe en la Constitución Nacional y mucho menos en el sistema jurídico internacional. Diosdado Cabello podrá salir con una sábana y una vela pero los fantasmas no existen en el mundo real. Los derrotados quieren ponernos a discutir la existencia de esas entidades fantasmagóricas, en vez de ocuparnos de la realidad social y económica que agobia a todos. Nos quieren enlodar en un debate leguleyo y truculento para desenfocarnos del diálogo optimista y constructivo que anhela el país. Nada de eso, es hora de centrarnos en nuestra propia agenda, sin caer en la tentación que sugiere ser mayoría ahora, ni en las provocaciones de quienes han perdido el poder por decisión del pueblo. Cosas de la vida, si algo hoy es fantasmal es esta revolución fracasada, arrastrando cadenas y lanzando lamentos. ¡Venezuela quiere cambio!

viernes, 11 de diciembre de 2015

TE VEO VENIR, SOLEDAD

Las victorias y las derrotas tienen algo en común: deben ser administradas con prudencia y humildad, constituyen un desafío para el liderazgo. Nunca es fácil, la historia registra a muchos que no pudieron consolidar su victoria o recuperarse de la derrota. Posiblemente a Nicolás Maduro le queden muy pocos amigos pero si tuviera alguno, seguro le recomendaría serenidad y reflexión. Responsabilizar de la crisis a la derecha argumentando una guerra económica es la base del discurso que fue derrotado durante la campaña, insistir en ello insulta a los venezolanos y es un error casi infantil. También quedó demostrada la precaria credibilidad del liderazgo oficialista y del sistema nacional de medios públicos. Ni el abuso publicitario, ni el ventajismo descarado, ni las amenazas proferidas pudieron frenar la voluntad de cambio del país, la cual muestra una “tendencia irreversible”. Entonces ¿Por qué Maduro es incapaz de interpretar esa realidad y responde de forma dislocada? En parte, por la prolongada permanencia en el poder y la impunidad para ejercerlo, lo que obnubila y distancia al poderoso del mundo real, lo torna prepotente, sordo y ciego. Pero también Maduro está en la mira de Diosdado y otros grupos dentro del chavismo que lo culpan de la derrota y de la pésima administración del “legado”. Pensando en el post chavismo, intentan capitalizar su fracaso y quizás “entregar” la presidencia en una negociación con la nueva AN. Así las cosas, Maduro piensa que debe radicalizar para reagrupar fuerzas y evitar que otro asuma las banderas del chavismo duro, que es al final lo que queda. Es un discurso para sus huestes. Ya amenazó durante la campaña y el país hizo caso omiso, volcándose a votar masivamente por el cambio. Ahora que los resultados confirman la extrema debilidad del gobierno y que la FAN ratificó la voluntad expresada en las urnas electorales ¿Quién puede creer en nuevas amenazas? Quizás tengan un efecto en el plano interno pero de cara al país, será contraproducente para Maduro obstruir y sabotear a la AN que mayoritariamente el pueblo apoyó con su voto. Además, la gente no sólo votó por un cambio sino que anhela tranquilidad, un poco de sosiego y con sus amenazas, Maduro demuestra que es incapaz de garantizar la paz y la convivencia en Venezuela. Al contrario, es la principal fuente de conflicto aunque todos saben que no tiene fuerza real –pueblo, pues- para “profundizar la revolución” o en nombre del poder popular intentar alguna barrabasada contra la institucionalidad democrática. El colmo del desespero es acusar de traidor al pueblo que voto por el cambio y vengarse de los pobres diciendo que ahora no va a construir 500 mil casas porque no le dieron apoyo, dejando en evidencia la demagogia, irresponsabilidad e indolencia de esta falsa revolución. La fábula de que el Poder Comunal va a liquidar a la AN, los fantasiosos cuentos del mundo militar y todas esas fanfarronadas, intentan alimentar también a los radicales de oposición que siempre piensan que el gobierno las gana todas y nunca han creído en la construcción de una sólida mayoría que derrote política y electoralmente al régimen. La retórica radical del gobierno aspira mostrar una fuerza que no tiene, generar confusión, desaliento y minimizar una glamorosa victoria del pueblo venezolano. Pero si insisten en esa ruta, quedarán aislados y muy lejos del sentimiento popular. Diría nuestro estimado Franco De Vita: "te veo venir, soledad".