viernes, 29 de mayo de 2015

SE BUSCA UNA VICTORIA

Sobran las razones para marchar el sábado 30 pero también hay muchas razones para no hacerlo. Quizás la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) debió expresar su apoyo a la actividad y al propio tiempo, advertir que se trata de una iniciativa personalista, una agenda que no fue consultada con los demás factores políticos y organizaciones, que tal proceder le hace un flaco servicio a la unidad como valor esencial de esta lucha y le brinda una oportunidad excepcional al gobierno para desviar la atención de la agenda social, manipular las legítimas diferencias que hay en el campo democrático y eventualmente, promover escenarios de violencia que le permitan reflotar a este régimen decrépito, ruinoso y fracasado. A pesar de todo esto, respaldar la marcha. Si no lo hicieron es porque las decisiones en la MUD son mucho más complicadas de lo que la gente imagina, requieren una amplia consulta y un complejo ejercicio democrático. Nuestra solidaridad y afecto personal a Leopoldo López no está en duda, él lo sabe. Somos solidarios con todos los presos políticos pero es otra duda la que angustia: ¿Por qué correr inmensos riesgos sin necesidad y ofrecer nuevas oportunidades a un gobierno arrinconado? Por muy importante que sea un partido o un líder ¿Cuál es la contribución que brinda a la unidad cuando pone en marcha una agenda de manera sectaria e inconsulta? Además, no es la primera vez. Así plantearon "La Salida" y después del inocultable fracaso de esa iniciativa, jamás dieron una explicación al país y se pasaron -de nuevo sin consultar con nadie- a promover una Asamblea Constituyente, recogieron firmas y descalificaron hasta la saciedad a las elecciones parlamentarias. No siendo una iniciativa unitaria, naturalmente también fracaso y por eso fue silenciosamente abandonada, ahora simplemente son promotores de las elecciones parlamentarias, por fin. ¡Buena noticia! En efecto, al poco tiempo estaban sentados en la MUD logrando algunos candidatos por consenso y planteando su participación en las primarias en varios circuitos. No salieron muy bien, por cierto. Sin embargo, parecía que habían rectificado el camino y todo iba bien hasta que surge esta nueva aventura inspirada en la tentación personalista y en la competencia personal de liderazgo con Henrique Capriles, a quien hay que reconocer su prudencia en el manejo de este episodio, sin menoscabo de la firmeza que exigen las circunstancias. Finalmente, vemos al gobierno seleccionando sus candidatos y moviendo sus piezas para las elecciones parlamentarias, está obligado a fijar la fecha de esos comicios. No tiene alternativa, salvo un autogolpe y en tal caso, lo darían después de anunciar el evento electoral, obvio. Así las cosas, uno podría sentirse manipulado cuando se hace una huelga de hambre para exigir algo que sabemos con certeza que el gobierno hará. Reconocemos toda huelga de hambre como un sacrificio pero la fecha de las parlamentarias no será un logro de ella. Pareciera que se necesita una victoria y se busca desesperadamente, eso no luce como un juego limpio y genera reservas en un país que demanda responsabilidad a sus líderes en ésta hora crucial. Honestamente, no quisiera que estas líneas se interpretaran como una agresión a mi amigo Leopoldo López o su partido sino más bien como una invitación a reflexionar sobre el valor de la unidad y la necesidad de transitar juntos el camino. Dicho esto, nos vemos en la marcha.

EL NARCO-ESTADO - 22/05/15.

Otrora tiempo el narcotráfico logró instalarse en el parlamento colombiano. En 1982, el mítico capo de la droga Pablo Escobar –líder del Cartel de Medellín- alcanzó un curul ante el Congreso de la República. Durante esos años se acuñó el término “Narco-Estado” para referirse al país donde las instituciones se encuentran penetradas por el narcotráfico, llegando incluso éste a convertirse en un actor político que le disputa el poder al Estado. Por ejemplo, la guerrilla o grupos irregulares insurgentes –auspiciados desde Cuba- encontraron en el narcotráfico un modus vivendi y los carteles de la droga se involucraron en el financiamiento de políticos a cambio de garantías, impunidad y protección desde el poder estatal, siendo emblemático el caso del Cartel de Cali cuando supuestamente aportó fondos a la campaña presidencial de Ernesto Samper, hoy gran amigo del gobierno venezolano. A propósito, todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario pero la respuesta a graves denuncias que involucran a personeros del gobierno venezolano con el narcotráfico, no puede ser el mismo disco rayado, esa cantaleta del imperio, la oligarquía, la derecha y demás sandeces que han usado por 15 años para evadir su responsabilidad. El país quisiera ver una real disposición a enfrentar las acusaciones que se han hecho públicas. Si no hay algo que ocultar ¿por qué no facilitar una amplia investigación? Quizás muchos no pueden explicar el ostentoso nivel de vida, algo francamente obsceno en un país sumido en la pobreza gracias a la revolución. El pueblo tiene derecho a justicia, a conocer el patrimonio de los funcionarios públicos y ellos están obligados a rendir cuentas, no pueden seguir insultando la inteligencia de los venezolanos con ese disco rayado. No acusamos a nadie pero ya son demasiada cosas sin respuesta. Hablamos de un país dirigido tras bastidores por el poder cubano, que posee relaciones estrechas con la narcoguerrilla colombiana y con toda la fauna de desprestigiados dirigentes políticos, desde Sadam Hussein hasta Daniel Ortega, pasando por Manuel Marulanda (a) Tiro Fijo, a quien le erigieron una estatua. Los venezolanos vimos a Walid Mackle –un narcotraficante convicto- decir que tiene una nómina de Generales y que le pagaba al hermano del Ministro del Interior para la fecha, Tareck El Aisami. Hemos visto como el gobierno rescató a un militar detenido en Aruba presuntamente por narcotráfico. Hemos visto como sale una tonelada de cocaína en 50 maletas por el principal aeropuerto internacional del país. Hemos visto fotos de capos de la droga con altos funcionarios y conocemos cientos de narco-historias que no dejan de angustiar a la población. Y ante este agobiante drama, la respuesta del gobierno es el silencio, la indiferencia y en el mejor de los casos, el mismo disco rayado. Nadie renuncia, ni marca distancia o hace alguna advertencia, al contrario vemos la solidaridad automática llevada al extremo de proclamar como héroes a los indiciados, como si quisieran convertir al país en una sociedad de cómplices y evidenciar que nada les importa. Así las cosas, nadie será culpable por pensar que la podredumbre hizo metástasis y estamos ante un deslave moral de dimensiones apocalípticas. En este clima vamos a las parlamentarias….

viernes, 8 de mayo de 2015

EL SIGNO DE LAS PARLAMENTARIAS

Pensar que los venezolanos nos estamos acostumbrando a esta pesadilla “roja rojita” o culpar a los bachaqueros de la escasez, son algunas ideas inducidas por el hamponato gubernamental. Al gobierno le complacería que el conformismo minara el espíritu de lucha del pueblo venezolano y que está tragedia se hiciera hábito, pero otra es la realidad: nadie se acostumbrará jamás a la escasez, al alto costo de la vida, a los apagones o en general, a los pésimos servicios públicos. Nadie puede acostumbrarse a perder a sus seres queridos a manos del hampa, ni a sentir amenazada su propia vida en cualquier calle o en un hospital. Aquí nadie se acostumbra, la procesión va por dentro. Por otra parte, el gobierno ha optado por echar la culpa de la escasez a los bachaqueros, o sea al pueblo que -ante la crisis- busca sobrevivir revendiendo productos que no se consiguen en el mercado. Los bachaqueros aprovechan la oportunidad que brinda la escasez, no la generan. La crisis es una responsabilidad exclusiva de este gobierno fracasado, inepto y corrupto. La idea de estarnos acostumbrando está asociada a la aparente apatía de la población ante los desmanes del gobierno. Deseosos de una reacción popular, muchos confunden con conformismo la serenidad de la gente al hacer largas colas sin protestar, obviando los centenares de videos que circulan en las redes sociales con saqueos y golpizas entre compradores. En todo caso, si usted no tiene más alternativa que hacer la cola porque necesita el producto para su familia o porque necesita subsistir “bachaqueando”, sabrá que expresar su rabia no es una solución. Para decirlo en criollo, su “arrechera” en la cola de hoy será inútil, sobre todo si sabe que tendrá que hacer otra mañana y que el gobierno es incapaz de superar la crisis. Por supuesto, si después de una larguísima cola y sortear otros obstáculos, usted consigue el producto que necesitaba, es lógico que sienta cierta satisfacción. En revolución, comprar un pote de leche o un kilo de harina puede ser un gran logro. Sin embrago, será una alegría pasajera, la realidad es dura y recurrente: muy pronto estará ansioso porque le faltan muchas cosas por comprar y no se consiguen; frustrado porque no le alcanza el dinero; angustiado porque la inseguridad sigue galopante; aterrado cuando vaya a un hospital o exasperado cuando deba comprar una medicina o algún repuesto. Lo que crece día a día es la indignación. Siempre se ha dicho que el venezolano “es muy vivo”. La viveza criolla es parte de nuestra tragedia como sociedad pero ella tiene otra dimensión esencial que en estos momentos debe valorarse: el sentido de oportunidad. La gente sabe que no gana mucho cerrando una calle o quemando cauchos, aprovecha el tiempo para sobrevivir pero espera un momento para pasar la factura. Se siente humillado en una cola que antes no tenía que hacer, agredido constantemente pero sabe que vendrá un momento para cobrársela sin ponerse en riesgo. De pronto, tal como sucedió con Hugo Chávez, un líder se convierte en vengador o unas elecciones en la oportunidad esperada, quizás el voto castigo sea el signo en las parlamentarias. En fin, que el gobierno sepa que nadie se acostumbra, ni le cree los cuentos y que todo el mundo lo “espera en la bajadita”.

domingo, 3 de mayo de 2015

LA RENUNCIA DEL MINISTRO

Si el calor fuera la causa de la crisis eléctrica venezolana -tal como dice el Ministro Jesse Chacón- los Emiratos Árabes estuvieran a oscuras, vistas las condiciones hostiles del desierto y las elevadas temperaturas, las cuales habitualmente bordean los 50º C. Sin embargo, tienen un eficiente servicio eléctrico. Si el Teniente Jesse Chacón fuera ministro allá, jamás Dubai se habría convertido en una referencia mundial del turismo de lujo. Con semejante calor, diría que es imposible generar energía para tener hoteles 7 estrellas, estaciones para esquiar como en los Alpes, inmensas piscinas, islas artificiales y centenares de edificios monumentales. Me imagino al Teniente Chacón entrando al Burj Khalifa -el edificio más alto del mundo- para explicar a las 35.000 personas que usualmente se mueven por los 160 pisos del rascacielos, que debido al intenso calor es necesario apagar los aires acondicionados y los 57 ascensores que posee la torre. Por otra parte, si la culpa fuera del capitalismo entonces los Estados Unidos viviría un eterno apagón o al menos, permanecería tan oscuro como estaba Cuba –la cuna del comunismo latinoamericano- antes de que la “Revolución Bonita” le regalara 100 mil barriles diarios de petróleo, construyera plantas eléctricas y le comprara 50 millones de bombillos que a su vez fueron comprados en algún país capitalista. “Triangulación”, dicen los expertos en asuntos turbios. Y es que este gobierno, cuando ve un problema no busca una solución sino un negocio. Cada crisis es una oportunidad de guiso. Si no pregunten a los “bolichicos” quienes se hicieron millonarios revendiendo plantas eléctricas obsoletas o inservibles. O pregunte a quienes aprovecharon la demolición del aparato productivo para amasar fabulosas fortunas en el trajín de las importaciones. Así llegamos a la raíz del problema: no es el capitalismo, ni el sabotaje de la oposición, tampoco los fenómenos atmosféricos, mucho menos la célebre iguana o el desdichado rabipelado, nada de eso. El meollo de esta tragedia es la incompetencia de quienes dirigen el sector eléctrico y el país, aunada a la voraz corrupción que se ha tragado hasta las reservas de oro, recién empeñadas por este gobierno vendepatria. Hemos exigido la renuncia del Ministro Jesse Chacón porque él dijo que lo haría si en 100 días no superaba la crisis y basta con vivir en este país para constatar que tal cosa no ha sucedido. En particular dijo que renunciaría si no lograba dos objetivos: 1) Estabilizar el sistema. Y 2) Reducir la demanda. Pues bien, el propio ministro aseguró que la inestabilidad del sistema se debe a un incremento de la demanda de 1500 MW, supuestamente debido a la ola de calor. Los recurrentes apagones y la política de racionamiento son una prueba del fracaso. En fin, han pasado más de 730 días desde que el ministro prometió renunciar ¿A alguien se le ocurre una razón para que el Teniente Chacón siga enchufado? ¡Renuncie Ministro! Y agarra esa cola, Nicolás. La culpa no es del ciego sino del que le da el garrote, decía mi abuela.

LO QUE SABE EL GOBIERNO - 17/04/15

Ya el CNE anunció que las elecciones parlamentarias van con los mismos circuitos del año 2010. Sin embargo, se conoce la disposición del organismo electoral -léase del gobierno- a introducir cambios para sacar mayor beneficio de la contienda. El ventajismo oficialista no es ninguna novedad, tampoco el descaro y la amplia difusión de los abusos pues la idea es desmoralizar al mundo opositor, desmovilizarlo y estimular su abstención. Pero llega un momento en que no hay trampa posible y más bien, cualquier cosa que hagan puede ser "cuchillo para su garganta". A propósito, recordemos la experiencia de las elecciones en el Colegio de Ingenieros de Venezuela (CIV). El gobierno procuró evitar esas elecciones y la Junta Directiva Nacional del CIV tuvo que introducir varios recursos legales ante el TSJ y el CNE. Por fin, éstas fueron convocadas cuando el gobierno pensó que iba a ganarlas pues además del control de los ministerios, institutos y demás entes donde trabajan buena parte de los ingenieros y arquitectos agremiados, tenían a su favor un clima de desaliento y una frágil unidad opositora. Así las cosas, el CNE autorizó las elecciones y obligó al CIV a modificar el sistema electoral, alterando la estructura –tal como hoy se plantean- para supuestamente sacar ellos mayores beneficios. Lo que no esperaban es que la Unidad Gremial venciera todas las adversidades, derrotara el ventajismo oficialista y el resultado terminara siendo demoledor para el chavismo. Igual en estas elecciones parlamentarias, quizás puedan quitarle un diputado a la oposición en algún circuito pero la posibilidad de alterar sustancialmente el resultado está por verse y cuidado si el tiro no les sale por la culata. Lógicamente estas maniobras hay que enfrentarlas pero ellas beneficiarán al chavismo, si el electorado opositor es convencido de que el gobierno ha logrado una forma truculenta de ganar, cosa que frenéticamente repiten los opositores radicales. O si estas marramuncias son percibidas como algo exitoso asociado a la condición de poder, por ejemplo que el país apreciara la suspensión de la elección del Parlamento Latinoamericano como una demostración de fuerza del hamponato gubernamental, cuando en realidad es una muestra de su tremenda debilidad. ¿Acaso alguien va a pagar el costo político de suspender unas elecciones que puede ganar? Si esa representación parlamentaria ya se elegía mediante el voto popular ¿por qué retroceder y quitarle ese derecho al pueblo? ¿Qué pasó con la democracia participativa y protagónica? Igual con el retraso en el cronograma electoral, tal evasiva no es expresión de fortaleza, todo lo contrario: un gobierno fuerte ya habría anunciado las elecciones. Sin duda, el miedo los paraliza pero será inevitable convocarlas este año y gracias a la presión internacional, se le complica al chavismo una eventual tropelía golpista para evadir la contienda. Por cierto, ha sido esa presión y la unidad nacional de las fuerzas opositoras, lo que ha obligado a los dictadores del mundo a entregar el poder. El gobierno lo sabe: por mucho que pataleen habrá elecciones. Tanto nadar para morir en la orilla, dice la sabiduría popular.