lunes, 10 de junio de 2013

EL PROBLEMA DE LA LEGITIMIDAD

Según encuestas recientes, casi 75% de la población piensa que Capriles ganó las elecciones. Además por distintas vías constatamos que ni siquiera en el oficialismo creen que su candidato haya ganado. Siendo una carencia de origen, la condición de ilegítimo de quien hoy ocupa la silla de Miraflores pudiera ser un resultado irreversible. Nunca un Presidente de la AN u otra "autoridad" tuvo que amenazar para que se reconociera al Presidente. Nada más elocuente de la crisis de legitimidad. A Chávez se le hizo una férrea oposición y se cuestionó con contundencia sus fracasadas políticas y la corrupción del gobierno pero jamás se desconoció su condición de Presidente, ni la autoridad que de ella se deriva. La legitimidad del poder está asociada al reconocimiento voluntario de la autoridad, en consecuencia cuando se recurre al uso de la fuerza, estamos ante un gobierno ilegítimo. Desde esta perspectiva, las amenazas y ese despliegue de violencia del gobiernito de Nicolás solo confirman su ilegitimidad, problema que no resuelve el pronunciamiento de unas instituciones desacreditadas, que nadie valora como imparciales y que hasta ahora subsistieron gracias a la legitimidad del Presidente Chávez pero hoy pudieran ser arrastradas por la crisis. En las monarquías, el Príncipe es reconocido como autoridad por ser hijo del Rey. Pero ni Chávez era Rey, ni Nicolás era su hijo. En otros tiempos y otras culturas, la legitimidad provenía de los dioses, las tradiciones o de la heroicidad de sus guerreros. En la democracia, la fuente de legitimidad reside en el pueblo, es decir será ilegítimo quien ejerza el poder sin el reconocimiento de la población y si no hay elecciones limpias, ni las autoridades electorales ofrecen suficientes garantías de transparencia, nadie reconoce realmente a esa autoridad y ello conduce progresivamente a un cuadro de ingobernabilidad. O sea, nadie logra gobernar en tales condiciones aunque quizás pueda mantenerse -por un tiempo- en el poder, gracias a la legalidad otorgada por la manipulación institucional (CNE-TSJ), a la coacción o violencia. Si eso ocurriera, es previsible una profundización de la crisis política y con seguridad la agudización de la delicada situación social y económica que ya hoy vive la Nación. No importa lo que haga Nicolás por mantenerse en el poder, no podrá gobernar. Serian impredecibles las consecuencias de prolongar excesivamente esta crisis de legitimidad. Hoy más que nunca, Venezuela necesita un liderazgo responsable. Twitter: @richcasanova

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