Siempre recostando sus culpas a otro, el
gobierno se afinca al responsabilizar del desabastecimiento a los bachaqueros,
además de la guerra económica, fantasiosas conspiraciones de la derecha y otras
sandeces. Insisten en sus payasadas, en vez de asumir que los bachaqueros
son también víctimas de una economía devastada, son la consecuencia -y no la
causa- de la escasez. La solución es producir: si se consiguieran los
productos, no fuera negocio revenderlos, ergo no habrían bachaqueros.
Siendo tan obvio es muy complejo para los economistas trasnochados del régimen.
Si detrás de los bachaqueros hay una red
de corrupción, los capos de esa mafia son la GN y otros funcionarios del Estado.
En este gobierno se ha desbordado la corrupción al punto que las cúpulas han
perdido el control y todo el que tenga una gorra roja o un carnet, siente que
tiene el derecho de robar igual que "los de arriba". Todo el
que pueda "meter mano" a los fondos públicos lo hará y a los jerarcas
de la "revolución" no les gusta esta injerencia en sus asuntos: Si
hablamos de robar, el gobierno no admite competencia. Ahora inventan los CLAP
(Comité Local de Abastecimiento y Producción). Este parapeto no acabará
con los bachaqueros, sólo que ahora serán del PSUV. En efecto, hasta
ahora -nos guste o no- los bachaqueros son parte de ese pueblo que sobrevive haciendo
largas colas a pleno sol para luego revender los productos y reportar alguna
ganancia a su hogar. Son expresión de una economía paralela basada en la
subsistencia y en la escasez. Ahora el bachaquero será un camarada del
PSUV en función de una política fascista y reportando ganancias a algún
enchufado. Si la comida siempre ha sido un guiso descomunal del gobierno,
ahora ¿Qué pasará con los CLAP?
Con esta desquiciada iniciativa, el
gobierno intenta mantener el monopolio de la corrupción y a la vez, ejercer un
control social sobre la población. No piensan en ofrecer soluciones y quizás
admitiendo su incompetencia para ello, pretenden convertir a Venezuela en un
gran campo de concentración: controlar los alimentos y someter al pueblo. El
régimen muestra su rasgo militarista, exhibe su vocación fascista edulcorada
como siempre con esa retórica comunistoide que ha impuesto el poder
cubano. Pero el tiro les saldrá por la culata, el resultado de esta
política lo vemos en las noticias: Protesta en Catia y Petare exigiendo comida…
Trifulca en El Valle… Intentan saqueo en Tucacas… Asaltan camión con gallinas vivas
en Cabudare… Protestas en San Juan de Los Morros… Por desabastecimiento,
cierran carreteras en Oriente… Saquean camión en Santa Teresa del Tuy… ¡Así es
el reporte diario! El pueblo está pasando hambre y en tal circunstancia,
esa política es incendiaria. El gobierno no sólo es el principal obstáculo para
superar la crisis sino una amenaza real a la paz del país. Y si en medio
de esta situación angustiante insistimos en el revocatorio, es porque
justamente es la válvula de esta inmensa olla de presión y la vía para evitar a
Venezuela una tragedia mayor. Exigir con fuerza el revocatorio no implica
desconocer la realidad social y la premura que ésta impone, todo lo
contrario. #YoRevoco
Desatados los
gorilas, nadie puede garantizar el futuro democrático del país, el juego de la
violencia es una ruleta rusa. Es
igualmente irresponsable desconocer la dramática situación social y la
conflictividad que amenaza con expandirse ante la agudización de la crisis, la
incapacidad del gobierno para ofrecer soluciones y su empeño de cerrar los
cauces para una salida pacífica y electoral. Tampoco Maduro ha valorado
el inmenso costo político y social de obstaculizar el revocatorio. Hay hambre y
el tiro puede salirle por la culata pues la realidad es insostenible también
para el gobierno. Ojalá asuma que el cambio es indetenible y que el
revocatorio no es una opción sino un derecho que el país está decidido a
ejercer precisamente para garantizar la paz. ¡Viva Venezuela!
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