viernes, 2 de diciembre de 2016

LA PRESENCIA DEL VATICANO EN VENEZUELA

La sola existencia de una mesa de diálogo evidencia que estamos ante un régimen con vocación delictiva, que no respeta la constitución y viola sin recato Derechos Humanos fundamentales. Obvio, si fuera un gobierno decente y respetuoso de las leyes, no fuera necesaria una mediación internacional. En ese contexto es que debe valorarse la presencia del Vaticano en nuestro país y asumir que la mesa de diálogo es simplemente un mecanismo de presión política para obligar al gobierno a cumplir la Constitución en beneficio de una salida electoral a la crisis.

Mucha gente cree que al gobierno no le importa lo que piense el Papa, lo que diga Almagro o lo que suceda en los escenarios internacionales; si así fuera Chávez no hubiera dilapidado buena parte del patrimonio de la Nación en una petro-diplomacia manirrota.  Aún hoy, el gobierno está consciente de que en el mundo de la información, las comunicaciones y los mercados globalizados, la gobernabilidad tiene un componente internacional básico.   Este componente es diverso, está integrado por países, líderes, instituciones, organismos, ONG's, corporaciones y poderes fácticos, siendo la Iglesia Católica uno primordial, con una influencia notoria y determinante en América Latina.  Que la historia universal se divida en antes y después de Cristo, nos da idea de que la humanidad ha estado marcada por el poder eclesiástico. En el mundo árabe o en la cultura oriental, pareciera que la historia es otra pero no es así, lo religioso sigue siendo esencial en la sociedad, lo cual incluye a la política y el ejercicio del poder.

Leyendo a Ignacio Martín Baró (Del opio religioso a la fe liberadora), uno entiende que el asesinato de Monseñor Romero en El Salvador fue una respuesta a la inmensa fuerza subversiva de su voz en vastos sectores de la población. O como en Nicaragua, la voz del Cardenal Obando fue inspiradora para las fuerzas contrarrevolucionarias. En Venezuela, la carta pastoral de Monseñor Arias Blanco fue un detonante para dar al traste con la dictadura de Pérez Jiménez. En fin, pudiéramos extendernos en ejemplos pero lo relevante es entender lo que significa la presencia del Vaticano hoy en Venezuela. Me dirijo a grupos en el campo opositor que actúan con ligereza y no comprenden la compleja realidad en que la MUD ha tenido que tomar decisiones, asumiendo un compromiso democrático y capitalizado la ventaja de tener a Su Santidad como mediador y probablemente como testigo de las atrocidades de este régimen miserable.  Para el mundo, su conducta trasgresora y farsante lo reduce, evidencia sus carencias y debilidades, así como su incomprensión de la realidad.

Para entender la enorme influencia de la iglesia en América Latina, deberíamos remontarnos al proceso de evangelización en tiempos de la colonia pero por ahora, basta con reconocer que la cultura de las mayorías en nuestros países es esencialmente de orden religioso pues el pueblo toma como referencia sus creencias y símbolos místicos para interpretar al mundo, explicar procesos sociales, cimentar valores y dar contexto a su propia existencia.  Cuando el país atraviesa una inmensa crisis de valores, la fuerza moral de la jerarquía eclesiástica adquiere una dimensión trascendental.  En fin, dudar de la ruta asumida por la MUD es respetable pero apostar a ella es lo que corresponde. 

Twitter: @richcasanova

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