La obsesión del
gobierno por dividir a la MUD es comprensible y sólo comparable con su empeño
en derrotarla provocando que se levante de la mesa de diálogo antes de tiempo y
sin lograr sus objetivos. No lo han logrado, a pesar de la colaboración
permanente de las minorías radicales.
Algo está claro hoy: es la oposición y no el régimen quien pone límites
a su permanencia y define las condiciones para levantarse de la mesa.
Sorpresivamente, el gobierno se levanta de la mesa, aunque después tuvo que
"recular". La presión internacional para que el diálogo
concluya en una agenda electoral es insostenible y condujo a ese acto
desesperado, la sesión de la AN sobre el caso de los narco-sobrinos fue la
excusa. Claro, que el entorno
presidencial esté involucrado en narcotráfico, lógicamente debe ser muy
preocupante, sobre todo por las implicaciones que se presumen. Pero en
este país la corrupción y el narcotráfico están bajo el manto de la impunidad, amparadas
en el discurso de siempre: la conspiración del imperio, la oligarquía, la
derecha… y la iguana. ¿Ahora el cuento no les da? La sentencia se suma a
la presión internacional y la agudización de la crisis.
De un gobierno
corrupto e inepto, inhabilitado para enfrentar la crisis, incapaz de generar confianza
y tomar medidas, uno sólo espera mentiras, decisiones desesperadas y
tropelías. Por eso es importante la presencia en Venezuela del Vaticano y
UNASUR, incluso de los "amigos" del régimen, quienes ya conocen la
tendencia demencial y la vocación delictiva de la otrora poderosa boliburguesía.
En el caso de los narco-sobrinos, levantarse de la mesa era huir hacia
adelante, desviar la atención para no dar respuesta al país; pero también les
resultaba útil para evadir el cumplimiento de los compromisos adquiridos,
incluyendo la agenda electoral para superar la crisis. Si no hay
resultados en el corto plazo, seguramente la oposición se levante de la mesa y
también el Vaticano, con las implicaciones que ello tendría. En tal caso,
son otras las condiciones: no sería una derrota opositora sino un gobierno fracasado,
absolutamente deslegitimado e incapaz de sostenerse, en el fondo de un abismo y
probablemente con una crisis que desborde los límites de la tolerancia.
Si no se
concreta una agenda electoral ¿para qué mantenerse en la mesa? No estamos en
guerra, ni es como la negociación entre las FARC y el gobierno colombiano que
lleva más de 4 años, la mesa de diálogo es un mecanismo de presión para obligar
al gobierno a cumplir la constitución. ¿O es que el revocatorio, las elecciones
de gobernadores, las competencias de la AN, la designación de Magistrados y de
rectores del CNE, no está claramente establecida en nuestra Carta Magna? A
los que dicen que no se pueden resolver en meses los problemas generados a lo
largo de 18 años, les deseo que su médico no tenga el mismo criterio. La
idea de que el diálogo puede extenderse es propia de un gobierno indolente y de
otros sectores que no valoran la dimensión real de la crisis, quizás van a los
barrios solo a tomarse una foto pero no se conectan con esa realidad, no
conocen el hambre, consiguen medicinas y están distantes de esta tragedia
cotidiana. En esta coyuntura, la oposición debe exigir con más fuerza una
salida real a la crisis. El 6D tiene que haber resultados concretos…
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