Sin exageración, lo que se vive hoy en Venezuela es una verdadera tragedia. Cualquier esfuerzo por describirla es insuficiente y lo angustiante es la inmensa incertidumbre que se cierne sobre el país. El gobierno sin respaldo popular, ni apoyo internacional, está acorralado, sin posibilidad de superar la crisis. Al contrario, los pronósticos son aterradores, vamos por inercia hacia un oscuro abismo, el país colapsa mientras la gente se pregunta ¿dónde está la oposición? Hay una sensación de que la irresponsabilidad del liderazgo se ha convertido en pandemia. No hay explicación racional a la dispersión opositora, a la proliferación de partidos o grupos, mientras el régimen mantiene una única línea de acción a pesar de las inocultables diferencias internas. A ellos los cohesiona la desmedida ambición de poder, la corrupción y el narcotráfico pero ¿por qué a la oposición no la cohesiona la imperiosa necesidad de cambio que clama a gritos el país?
"Solo el universo y la estupidez humana son infinitas aunque de la primera no estoy seguro": una frase atribuida a Albert Einstein y que hoy parece confirmar nuestra realidad política. ¿O hay otra manera de explicar que una parte de la oposición tenga la obsesión de atacar con encono a la MUD, sin entender que ese es el objetivo del régimen? No soy defensor de la MUD sino un militante de la unidad y como quiera que se llame, creo indispensable una instancia unitaria. Aun con sus errores u omisiones, dinamitarla es estúpido. Son comprensibles las críticas a la MUD, lo insensato es el fanatismo al exponerlas y la suicida decisión de clavarle el puñal como si ella -y no esté nefasto régimen- fuera la causa de nuestras desgracias. Sorprende que esta actitud se extienda a organizaciones como AD: asumamos sin discutir sus reclamos con relación a la MUD pero la decisión de abandonar la única instancia unitaria que existe, en nada contribuye a una solución sino todo lo contrario. "Einstein tenía razón", es lo que uno piensa cuando percibe inexplicables posturas irresponsables, siente el sepulcral silencio de otros líderes o en el mejor de los casos, los vemos reducidos a las redes sociales. Por ahora, la calle no existe…
Quizás amparados en la infinitud de la estupidez humana o pensando que todos lo somos, quienes recientemente lanzaron candidato en contra de la mayoría del país y fracturando la unidad, ahora pretendan liderar esfuerzos de “concertación”, sin asumir que –pese al 80% de rechazo de Maduro- fueron incapaces inspirar confianza y movilizar al país, resultando aplastados por una descomunal abstención que exigía unidad. Lo mismo podemos decir de un nuevo partido, conducido por un personaje de dudosa trayectoria con fondos de desconocida procedencia, que pretende construir su liderazgo destruyendo lo que existe y agrediendo por igual a la oposición y al gobierno, lo cual siempre beneficiará al régimen. En efecto, al gobierno le conviene igualarnos por abajo, que la resignación sea la única alternativa en vista a que “todos son culpables”, nadie sirve, todos somos vendidos y la oposición es igual al gobierno... Nada más lejos de la verdad. En fin, la estupidez se convierte en un tema cada vez que nos dicen que otro partido “está a punto de salir” y seguramente aparecerá legalizado entre gallos y medianoche, mientras los principales partidos y líderes del país siguen inhabilitados.
Como me siento opositor -al igual que la inmensa mayoría del país- no me basta con preguntarme dónde está la oposición, como si no estuviéramos involucrados todos en el asunto. Más bien me pregunto ¿Qué nos pasa como país? ¿Cómo podemos contribuir a salir de esta pesadilla? A este tema dedicaré unas líneas la próxima semana. ¡Dios bendiga a Venezuela!
Twitter: @richcasanova
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