Hablando sobre la coyuntura política, la semana pasada concluimos en que no basta con preguntarnos ¿Dónde está la oposición? En efecto, el asunto nos involucra a todos y tenemos que preguntarnos ¿Qué nos pasa como país? ¿Y cuál es mi rol como ciudadano? Para enfocarnos en las causas del problema, debemos considerar varios aspectos que explican el estado de parálisis actual. Desde hace tiempo, la estrategia del gobierno ha sido sembrar desaliento y frustración, que usted sienta que no hay alternativa, más que resignarse o irse del país, que perciba como poderosa a una dictadura que no lo es. Y esa estrategia ha avanzado porque existe una fractura de las fuerzas democráticas, en parte inducida por el régimen que pretende construir su propia oposición, ilegalizando partidos, inhabilitando líderes, comprando aliados o promoviendo falsos opositores. Pero en parte también es consecuencia de un absurdo torneo de egos en el mundo opositor, del cual nos ocuparemos en otra entrega. Por ahora veamos ¿qué podemos hacer como ciudadanos?
1) No contaminarse con el odio y la intolerancia chavista inoculada por el alto gobierno mediante una sofisticada estrategia comunicacional diseñada en La Habana. Es urgente abandonar posturas radicales ¿Qué gana un opositor insultando a Capriles, Ramos Allup, Leopoldo o a cualquiera de los nuestros? Sólo ayudará al régimen opinando exactamente igual que Diosdado o Nicolás Maduro. Le hará comparsa al G2 cubano en su plan de dividirnos y destruir los liderazgos opositores que todavía existen, aun con sus errores y omisiones. 2) Rechazar abierta y explícitamente cualquier actitud no unitaria. Cuando llegue un dirigente a hablarle de su propio plan o a anunciar su nuevo partido, sencillamente mándelo “a la porra”, como diría mi abuela. Igual si vienen a hablarle mal de algún otro dirigente opositor. Los ciudadanos debemos ser protagonistas de una campaña a favor de la sensatez y la unidad como paso esencial para producir el cambio, indistintamente de la vía que se considere. Cada uno de nosotros debe ejercer presión, exigir unidad desde su propio espacio y en todos los escenarios. 3) La campaña del régimen para sembrar desaliento e inducir resignación, hay que advertirla para tomar conciencia de ella y no caer en el juego. Hay que decirlo a nuestros amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Convertirnos cada uno de nosotros en portadores de esperanza. Comunicar que ciertamente hay dificultades en la oposición pero el gobierno está absolutamente arrinconado, no tiene futuro, ni posibilidad de revertir inmensa y asfixiante crisis económica y social. A pesar de las apariencias, el régimen es muy frágil, tiene conflictos internos y carece de respaldo dentro y fuera del país. Literalmente se está derrumbando, así que no permitamos que su precario accionar, la manipulación mediática y la división opositora nos derrumbe a nosotros. ¡Animo!
Honestamente, la situación es complicada pero aun así, veo el futuro con optimismo. Más allá, de sus carencias, hay una parte muy importante de la oposición firme en su postura, arriesgando mucho mientras otros critican. Comparto a diario con dirigentes medios y de base en los barrios que mantienen su espíritu de lucha a pesar de esta parálisis opositora. No hay espacio para el desencanto cuando vemos miles y miles de protestas que protagonizan los vecinos a lo largo y ancho del país en reclamo por los servicios públicos o la falta de comida. O cuando vemos el coraje del gremio de la enfermería y otros sectores del ámbito laboral que no se quiebran ante el régimen y luchan por sus reivindicaciones. Sin dudas, hay una Venezuela que no se rinde: lucha día a día, enfrenta con éxito pequeñas batallas y no sabe doblar las rodillas. Entonces ¿por qué no compartir con la gente que nos rodea una actitud solidaria, optimista y proactiva? ¡Dile no al pesimismo y la indiferencia!
Twitter: @richcasanova
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